¿Territorio gringo en el aeropuerto?

 Humberto Musacchio

Para los viajeros, sobre todo frecuentes, el llamado preclearance significa un considerable ahorro de tiempo, pues implica que los pasajeros pasen aquí, ante autoridades de Estados Unidos, aduana, migración y otras revisiones, lo que evitaría las varias y muy molestas revisiones que se realizan en los aeropuertos de allá y que afectan, sobre todo, tanto a las personas provenientes de países que Washington tiene en lista negra como a los ciudadanos de naciones pobres, a quienes ven como apestados.

Son contados los países que tienen un convenio como el citado con Estados Unidos. Desde luego Canadá, cuya economía está fuertemente ligada a la de su vecino del sur. Irlanda y Holanda son otras de las apenas seis naciones en ese caso que, en la visión de un mundo globalizado, representa inigualables ventajas para quienes viajan por placer o negocios, pero no necesariamente para los que van en busca de trabajo y oportunidades de sobrevivencia.

No es un secreto que frecuentemente los pasajeros deben esperar más de una hora para pasar allá la revisión de aduana, migración, salud y policía. Por extraños motivos, hay periodos en que se forman colas interminables en los principales aeropuertos gringos, casi como en México, donde la hora del tentempié o el cambio de personal son motivo de maltrato al público y de considerables retrasos que ocasionan la pérdida de los vuelos de conexión.

Por todo lo anterior y aun por otras razones, el preclearance tiene partidarios para los cuales todo se justifica en aras de ahorrar tiempo, reducir el cansancio propio de los viajes y no verse, por la razón que sea, en la penosa situación de ser rechazado al llegar a su destino en la potencia imperial o resultar detenido, sujeto a investigación y eventualmente regresado al país de origen.

En fin, que todo parece favorecer el establecimiento del preclearance, pero hay un pequeño problema, y es que dado el caso, en cada aeropuerto mexicano incluido tendría que destinarse una superficie no pequeña para los pasajeros y la carga que viajen a Estados Unidos. Esa área, forzosamente tendría que ser territorio gringo y en ella mandarían sus autoridades, algo que alegra a muchos funcionarios santanistas y otros seres de gusto coprofágico.

El proyecto está sobre la mesa y forma parte del paquete de reformas para hacer de México una estrella más, y no precisamente de Televisa. El PRI, con los votos del Tucán apátrida, del Panal sin miel y del Partido Humanista (puro humo, pues), tiene lo suficiente para meternos más profundamente en el callejón del coloniaje. ¿Lo permitiremos?