La influencia militar ejerce el poder en la política e instituciones birmanas y este jueves se volvió a demostrar. Los 110 representantes del Parlamento elegidos directamente por las Fuerzas Armadas, votaron en contra de varias reformas a la Constitución, que de haber sido aprobadas, permitirían a la Nobel de la paz Aung San Suu Kyi, ser candidata a la presidencia del país en las elecciones generales que se llevarán a cabo a fin de año.

Las enmiendas a la Carta Magna, redactadas por una junta militar en 2008, necesitan de una mayoría que supere el 75% de los diputados para ser aprobadas, por lo que el apoyo del ejército, está formado por el 25% de las curules, resultan imprescindible para sacar cualquier reforma importante. Una de ellas, proponía claramente acabar con esta aritmética y bajar al 70% la mayoría necesaria para aprobar modificaciones constitucionales. Los militares tiraron la iniciativa y la propuesta que pretendía transformar la cláusula que prohíbe que cualquier persona cuyo cónyuge o hijos sean extranjeros, pueda convertirse en presidente o vicepresidente el país. Los dos son hijos de Suu Kyi, son ciudadanos británicos.

Con este veto, los militares se aseguran que la líder de la liga Nacional para la Democracia, de 70 años, no encabezará las listas en esta convocatoria electoral, en la fórmula a la que pertenece como diputada, sea favorita ante el partido que gobierna la Unión, Solidaridad y el Desarrollo, cercano a la junta militar que dirigió el país durante casi cincuenta años.

La Nobel de la paz sostuvo, durante los tres días de debates previos a la votación, que las reformas eran “necesarias para cumplir las normas democráticas” y “esenciales para unas elecciones libres y justas”. Por su parte, los militares definieron que estas modificaciones “no son adecuadas porque la democracia en el país esta todavía en una etapa incipiente”.

El partido de Suu Kyi, ganó con un 59 por ciento de los votos las pasadas elecciones libres que se celebraron en Birmania en el año 1990, pero la junta militar no aceptó el resultado y la puso bajo arresto domiciliario durante 15 años. Su liberación en 2010, terminó con años de sanciones al régimen birmano por parte de Occidente y encaminó al país hacia una sutil transición democrática.

Los próximos comicios —no se han convocado de manera oficial—, al parecer se realizarán en noviembre, y serán los primeros en décadas que los organizaran por un Gobierno civil. Aunque la LND, obtuviera la victoria en las urnas, el Parlamento birmano seguirá dominado por militares o grupos afines, que rechaza sistemáticamente cualquier reforma que minimice su poder.

Información EL PAÍS.