Un hombre de Estado debe tener
el corazón en la cabeza.
Napoleón
José Fonseca
A veces, uno no sabe si es real la indignación de algunos por la fuga de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.
Lo cierto es que las redes sociales echaron humo con la reproducción de críticas, burlas y recriminaciones al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Y desde el pasado fin de semana el vendaval no ha cesado, en las redes, en los medios impresos y electrónicos y en todos los programas de opinión.
Si, como dice el diccionario, la catarsis es el sentimiento de liberación suscitado por alguna vivencia, la fuga del Chapo Guzmán provocó una masiva catarsis nacional.
Como es normal, todo el mundo teoriza, todo el mundo arma hipótesis, claro, según sus prejuicios, su racionalidad o su nivel de resentimiento, sinrazón y mala fe.
Es innegable que, quiérase o no, el asunto es político. Se necesita ser ingenuo para no verle las posibilidades de capitalizar políticamente la fuga del Chapo. Y en el mundo de la política hay pocos ingenuos.
La oposición exigió la renuncia del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Paradójico que la exija Gustavo Madero, como si la fuga del Chapo de Puente Grande en 2001 hubiera causado la renuncia del entonces secretario de Gobernación Santiago Creel Miranda.
Como secuela del escándalo y la indignación social por la fuga del Chapo hay una prejuiciosa corriente de opinión pide la renuncia de Osorio Chong.
Es normal que figuras de la oposición pidan esa renuncia, es el complejo de la reina de corazones —¡que le corten la cabeza!—, pero otros lo hacen como expresión ladina de sus prejuicios antipeñistas. Los mismos que acechan al Presidente para exclamar: ¡ya ven, no sabe nadar, por eso camina sobre las aguas!
Los ciudadanos de a pie debemos pensar bien esa exigencia de renuncia.
¿Sabe usted el trastorno que significa en las actividades de una dependencia el relevo del titular? Porque no se va solo, se van sus más cercanos colaboradores. La consecuencia es que se pierde ritmo y continuidad de los programas esenciales durante varias semanas, a veces durante varios meses.
En asuntos de seguridad no estamos para esos lujos. Probablemente se ajusten las áreas de seguridad, pero no tiene ninguna utilidad práctica la renuncia el secretario Osorio Chong.
El presidente Peña Nieto, sin duda, hará cambios. Cuando así convenga a sus intereses. Es su facultad constitucional.
Pero los gobernantes también deben ser prácticos, pragmáticos, no sólo preocuparse por mantener la figura, la imagen.
En este sentido la política es como la tauromaquia, rara vez tienen éxito los toreros cuya única preocupación es mantener la figura.
jfonseca@cafepolitico.com