Carlos Olivares Baró

El jazz mexicano no es una promesa ni una espera ni un veremos: ya es una presencia en múltiples escenarios musicales. Compositores, instrumentistas, cantantes, conductores y arreglistas del patio han conformado una visión muy particular al explorar las sonoridades sincopadas. El jazz que se ejecuta en las salas y clubes de la capital mexicana y de ciudades del interior puede medirse cara a cara con cualquier proyecto internacional.

Mencionemos algunos nombres que destacan por su propuesta de peso y trascendencia a nivel internacional: Alex Mercado, Héctor Infanzón, Magos Herrera, Gerry López, Louise Phelan, Dannah Garay, Andrea Básef, Sattva Quartet, Iraida Noriega, Julia Vari, Marc Osterer, Víctor Monterrubio, Luri Molina, Adrián Escamilla, Jorge Retana, Adrián Oropeza, Víctor Rincón, Antonio Sánchez, Gabriel Puentes, Alain Derbez, Agustín Bernal, Roberto Aymes, Aaron Cruz, Cristóbal López, Juan Alzate, Waldo Madera, Eduardo Piastro, Alonso Arreola, Diego Maroto, Cris Lobo, Sibila de Villa, Israel Cupich, Gustavo Nandayapa, Roberto Blanco, Paco Rosas, Pepe Hernández, Abraham Barrera…: nómina de instrumentistas de primera línea.

Hugo Fernández / Cosmogram. Origin Records, 2015. Ariel Bringuez (saxofón tenor, saxofón soprano), Hugo Fernández (guitarra), Antonio Miguel (contrabajo) y Antonio Sánchez (batería): cuarteto capitaneado por el guitarrista mexicano —residente en Madrid, España—, Hugo Fernández. Saxofones en enunciaciones hard bop y ecos colemanianos, contrabajo en pulsaciones carterianas, batería de trazos songueros y guitarra en manifiesta argumentación nostálgica. Jazz híbrido en que un groove/swing de fuerte raigambre pop/rock dialoga con el bop.

Ocho temas suscritos por Fernández: proporciones dibujadas en la quietud y ciertos halos, protagonizados por el saxofón y la batería, que se adentran en una fonología vanguardista de cordial declamación. La guitarra de Fernández se ha caracterizado por la edificación de sugestivos hilvanes armónicos: pliegues de pop, rock y atajos que dialogan con el jazz desde asideros confluyentes con el habla de John Scofield.

Inicia el convite con “Reconciliación”: irrumpe la batería en redoble que el contrabajo escolta en sugerente ostinato rítmico para darle entrada a la guitarra que introduce la motivación melódica en concordia con el sax tenor. La batería subraya los cierres mientras guitarra y sax se pasean sobre los ascensos. Prosigue “Metro”: Sánchez glosa en tiempo de songo y el sax hace guiño a Coltrane: la guitarra y el contrabajo interceden en pos de la construcción de apuntes funk/bop en complicidad con el soprano. “Sublime”: euritmias funkeras y oscilaciones de swing que la guitarra traslada a sutiles franjas neworleansianas.

Seductora atmósfera hindú en “Grounds” encabezada por el sax soprano y guitarra en afines de joviales sutilezas. “Auras”: imaginativos vuelos armonicos y arrobados silbos del sax. “Un – Balanced”: guiños al bebop. “Bakio”: trazos vanguardistas de un sax que rinde tributo a Coltrane/Coleman. “Yap”: la guitarra edifica motivaciones incitantes que el sax retoma en concluyente glosa y libertad interpretativa.

Hugo Fernández entrega un álbum de conformidad bebopiana/funk desde aventuradas articulaciones: sutileza, sensualidad y arrobada alocución. Vale destacar la participación del saxofonista cubano Ariel Bringuez y, por supuesto, los aportes del baterista mexicano, integrante del grupo de Pat Metheny, Antonio Sánchez. Propuesta jazzística de singulares trames. Demostración de la buena salud del jazz mexicano.