El mulá Omar, quizá el líder más carismático del Talibán y un actor clave de la historia contemporánea de Afganistán, lleva muerto dos o tres años, aseguró el gobierno de Afganistán, que investiga informaciones publicadas sobre el posible deceso.

Aunque no es la primera ocasión que se ha dado esta noticia, nunca había sido confirmada por fuentes oficiales.

El exjefe de los servicios secretos de Afganistán, Assadullah Khalid, aseguró este miércoles que el organismo de inteligencia ya estaba enterado desde años atrás de la muerte del mulá Omar, luego de que fuentes de seguridad indicaran que Pakistán informó a Afganistán del deceso del “líder supremo”.

“Nuestra inteligencia sabía desde hace años que el mulá Omar no está vivo”, escribió Khalid en su cuenta de Twitter, agente que dirigió los servicios secretos afganos entre 2012 y enero de 2015.

El grupo insurgente no confirmó el hecho, pero aseguró a la BBC que emitirá un comunicado.

“Estos son los rumores habituales de los inversores y sus marionetas, que intentan de esa forma localizar y rastrear a nuestro líder, pero somos muy conscientes de esa conspiración del enemigo y no haremos nada inusual para ayudarle”, expresó el portavoz del grupo insurgente, Zabihullah Mujahid.

Su misteriosa identidad

El líder del grupo Talibán siempre ha mantenido una identidad desconocida y pocos extranjeros lo han visto. Dos de tres fotografías que supuestamente mostraban su rostro en realidad capturaron a otro talibán y las demás están borrosas, por lo que no permitirían reconocerlo en persona, aunque tiene un rasgo inconfundible: no tiene uno de sus ojos.

Omar lo perdió a mediados de los ochenta, durante la guerra contra la invasión soviética, una característica que lo ha convertido en leyenda; sus admiradores narran que al resultar herido en el ojo derecho, él mismo se lo arrancó, cerró el párpado y siguió en la batalla. Otras versiones, de biógrafos, indican que han encontrado informes que ratifican que fue operado en la Cruz Roja cerca de la frontera con Pakistán.

El “líder supremo”, considerado así desde 1996 por los talibanes, nació en 1960 en la villa de Chah i Himmat, en la provincia de Kandahar, y estrechó su relación con el líder de Al-Qaeda, Osama Bin Laden, tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, lo que desembocó en la invasión de Afganistán liderada por EU.

Desde ese tiempo, EU ha ofrecido una recompensa de 10 millones de dólares por su cabeza, pero su paradero se ha mantenido en desconocido. El apelativo “mulá” que a menudo se antepone a su nombre significa “hombre de Dios”, un término de honor ante los clérigos de bajo rango.

Ya se ha dado por muerto al líder talibán

El “líder supremo” no ha sido visto públicamente desde su huida cuando los talibanes fueron expulsados del poder por la coalición liderada por Estados Unidos en 2001, sin embargo, se ha pronunciado en diversos mensajes en los últimos años.

En uno de sus últimos mensajes, difundido en julio de este año, respaldaba las conversaciones de paz entre los talibanes y el gobierno afgano; el pronunciamiento fue a través de un texto en la página web de los insurgentes, y no en audio o video, lo de aumentó los rumores de que el mulá estaba muerto.

Un ex ministro talibán explicó a Tribune Express, un diario de Pakistán, donde hace tres semanas se dio el primer encuentro de negociaciones entre el Gobierno afgano e insurgentes, que el “líder supremo” falleció a causa de tuberculosis hace “dos años y cuatro meses” y que su cadáver fue identificado por su hijo y enterrado en tierra afgana.

En otras ocasiones en que se ha dado por muerto al “líder supremo”, una de ellas en 2011, fue cuando una televisora afgana asegurara que su cadáver había sido localizado en Pakistán, lo que fue desmentido por portavoces talibanes.

Un excorresponsal de la BBC en Kabul, David Loyn, señala que las dudas orillaron a varios comandantes talibanes a dejar la milicia insurgente y enfilarse al grupo terrorista Estado Islámico.

La especulación sobre la muerte del mulá Omar surge en Pakistán en medio de un escenario de negociaciones, previsto para este jueves y viernes, entre el Gobierno afgano y los talibanes, misma que podría provocar que se dificulte la situación interna entre los insurgentes, ya que unos miembros optan por acabar con la guerra, mientras otros insisten en permanecer por el poder; entonces, significaría un retroceso en el proceso de paz.

El Gobierno afgano y el movimiento Talibán han mantenido conversaciones en busca de un acuerdo de paz. El 7 de julio se reunieron en Pakistán, lo que significó su primer reunión oficial, tras encuentros informales en Catar u Noruega en meses recientes, en medio de una ofensiva insurgente.

Información de Excélsior, El País, España y BBC, Londres