México-Francia
Mireille Roccatti
El próximo 14 de julio, en que se conmemora el 226 aniversario del inicio de la Revolución Francesa, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, acudirá en calidad de invitado especial, al igual que nuestro Ejército nacional que tendrá una especial participación en el desfile conmemorativo que recorre desde el Arco del Triunfo la bella avenida de Champs Elysees.
Esta celebración del asalto del pueblo francés a la prisión de la Bastilla en París, que representaba el símbolo del autoritarismo despótico de la monarquía, tendrá en esta ocasión la presencia de México, como país invitado especial. Lo que tiene mayor relevancia en razón del conflicto diplomático del pasado reciente, que por la necedad e ignorancia de quien no pudo entender que el respeto irrestricto de los derechos humanos en general y la observancia del debido proceso debe prevalecer por encima de la protección al favorito de palacio.
El rango del conflicto se elevó porque tampoco en Francia gobernaba alguien con talla de estadista y que respetara los canales diplomáticos, aunado a que el fondo del conflicto afectaba la esencia de los derechos humanos, que nació precisamente con el proceso revolucionario al son de la Marsellesa, y que se significó con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Ahora con el cambio de régimen, en ambos países y recuperados los principios que caracterizaron y dieron lustre a la diplomacia mexicana, así como superado el desencuentro personal de los anteriores presidentes, México y Francia construyen conjuntamente una nueva era de relaciones entre sus gobiernos, porque los lazos de amistad entre nuestros pueblos son indisolubles y jamás estuvieron en peligro.
La visita del presidente Peña Nieto a Francia se realiza en un difícil y conflictivo contexto que envuelve a Europa en su conjunto, que de no encontrarse un pronta solución terminará impactando la economía global y desde luego a nuestro país, que ya está observando cómo el triunfo del no en el referéndum griego —respecto de aceptar o negar los términos del acuerdo para solventar los pagos del servicio de la deuda de la nación griega— se refleja en la caída de la bolsa de valores y el acelere en la depreciación de nuestra moneda frente al dólar. Fenómeno éste que se presenta en todas las bolsas asiáticas, europeas y en Estados Unidos.
Es, pues, ocasión de conocer posicionamientos y puntos de vista de la geopolítica mundial que afectan a la totalidad de las naciones y de expresar, a la vez, la visión mexicana respecto de los mismos, y también de formular propuestas para encontrar solución al problema de Grecia, recordando que en condiciones similares, al fin de la Segunda Guerra Mundial, a la propia Alemania que hoy encabeza a los deudores le fue cancelada casi la mitad de su deuda. Y México debe tomar posición en el contexto mundial, porque la ruta de recomposición de su prestigio diplomático así lo requiere. Y nada mejor que hacerlo en el suelo de ese aliado fraternal que es Francia.
¡Viva México! Vive la France!