A la CNTE

 

José Luis Camacho Acevedo

Cuando el presidente Enrique Peña Nieto decidió encarcelar a la corrupta líder magisterial Elba Esther Gordillo Morales, controvertido personaje que alcanzó niveles de poder políticos de singular magnitud en los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón, la sociedad mexicana esperaba que la limpieza iniciada en los organismos sindicales que tenían secuestrado el sistema educativo nacional debería completarse con la eliminación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

La tristemente célebre CNTE, que en sus orígenes se presentaba como una alternativa democratizadora de la dirigencia magisterial, se había convertido en un feudo igual de corrupto que el SNTE con el agravante de asumir una conducta violenta y desestabilizadora que afectaba muchas actividades cotidianas en el Distrito Federal, Oaxaca, Morelia y otras ciudades.

La decisión coordinada de Peña Nieto y del gobernador de Oaxaca Gabino Cué de desaparecer el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), completa un ciclo depurador largamente esperado por la sociedad.

Ni el SNTE de Elba Esther Gordillo y menos la CNTE heredada por polizontes del sindicalismo, como su cabeza visible Rubén Núñez, garantizaban para nada la implementación de las líneas clave contenidas en la reforma educativa lograda como parte del proceso de cambio estructural que impulsa, en medio de no pocas turbulencias, el gobierno peñista.

Veamos un poco de historia sindical del magisterio que documenta los niveles de corrupción y patrimonialismo que alcanzaron en sus momentos tanto la CNTE como el SNTE.

Corrían los tiempos del gobierno de Luis Echeverría y en el SNTE se consolidaba el cacicazgo de Carlos Jongitud Barrios, que endurecía el control sobre la base magisterial, sobre la base trabajadora del gremio nacido en la Ciudad de México el 30 de diciembre de 1943, durante el régimen de Manuel Ávila Camacho en un congreso donde surge el sindicato magisterial con el profesor Luis Chávez Orozco como dirigente.

En el X Congreso Nacional efectuado en La Paz, Baja California Sur, en febrero de 1974 se eligió como secretario general a Carlos Jongitud Barrios. Durante este mandato se impulsaron prácticas sindicales ofensivas. El SNTE fue utilizado para influir y pesar en la política nacional para adquirir posiciones importantes en el aparato burocrático del Estado y para decidir en ciertas áreas de la educación pública.

Jongitud Barrios, que llegó a ser director del ISSSTE y luego gobernador de San Luis Potosí, fue defenestrado por Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís, quienes entronizaron a Elba Esther Gordillo en la dirigencia sindical.

Ni Salinas ni Camacho Solís imaginaron la manera en que Gordillo los rebasaría económica y políticamente cuando instauró en el SNTE mecanismos de control personalísimos que la hicieron dueña de la poderosa organización, considerada como el sindicato más numeroso y con más recursos y poder político de América Latina.

Elba Esther se convirtió en una retadora abierta del poder priista. Y luego, sin empacho, negoció, o más bien se aprovechó de la ingenuidad panista en los gobiernos de Fox y de Calderón, a quienes les vendió su capacidad de operación electoral y sus conocimientos de control de masas, y obtuvo por ello increíbles cantidades de dinero y un número bastante grande de posiciones en cargos de elección popular y en las burocracias de la federación y los estados.

Ante esa descomposición surgió un movimiento democratizador dentro del magisterio. El 18 de diciembre de 1979 aparece la CNTE y se define como “una organización de masas conformada por los trabajadores de la educación democráticos del país, independientemente de la burguesía y su Estado, del charrismo sindical y de cualquier organismo político, es decir, no es propiedad de nadie más que de los propios trabajadores de la educación. Es un frente de clase, porque participan en ella trabajadores de la educación que aceptan el principio universal de lucha de clases, independientemente del color, sexo, credo religioso e ideología política; lo fundamental es que estén dispuestos a luchar por sus intereses de clase, por la solución de sus demandas económicas, sociales, laborales, profesionales y políticas”.

Hoy, la CNTE, está convertida en un ente con peores prácticas de control sobre las bases igual de caciquiles que las que tuvo el SNTE de Jongitud y Gordillo, en sus momentos de mayor fuerza.

El golpe de mano que dio Peña Nieto a la CNTE es una acción complementaria de la defenestración y encarcelamiento de Gordillo.

Lo que se espera es que, después de los golpes a la CNTE y el anterior al SNTE, logren que los puntos clave de la reforma educativa por fin puedan aterrizar.

Tienen toda la razón los que dicen que la decisión de ayer tomada con la CNTE es solo el principio de una recuperación educativa esperada desde hace ya muchos años.