Entrevista exclusiva para Siempre!

Santiago I. Soriano Condado

Días antes de enfrentarse a Ricardo Anaya en un debate dentro del marco de la elección interna para elegir al nuevo dirigente nacional de Partido Acción Nacional (PAN), Javier Corral Jurado, senador por Chihuahua, platicó con Siempre! respecto a su campaña y la actualidad de su partido de cara al 16 de agosto, día de los comicios donde los militantes blanquiazules elegirán quién será el encargado de llevar el rumbo hacia los años próximos, sobre todo el 2018, cuando los mexicanos elijamos al nuevo Presidente de la República.

El legislador, al interior de Acción Nacional considera que “como tal, no hay corrupción”, pues señala que “el partido tiene todavía mecanismos muy importantes que logran salvar lo que se conoce como una corrupción generalizada”.

Asimismo, Corral hace especial hincapié en que una de las tareas del PAN para recobrar la confianza en este organismo político es “la construcción de ciudadanía, la formación de los militantes, su capacitación ideológica, política, doctrinal; necesitamos recuperar el método democrático como el cauce principal de solución de problemas y definición de candidatos y dirigentes, un proceso democrático en el que el PAN debe predicar con el ejemplo y de no repetir acá prácticas de manufactura priísta”.

Sobre el PRI, el contendiente a la dirigencia panista asevera que “la oposición está llamada a cumplir un papel fundamental de equilibrio, de contrapeso, de denuncia, de crítica, porque un poder sin límites y sin contrapesos, termina como está terminando a la mitad del sexenio el gobierno del presidente Peña Nieto: desbocado, con niveles de incompetencia inimaginables, ¿quién lo iba a decir? Que toda esta imagen de “El Salvador de México” y del exitosos gobernando del Estado de México, terminaría en una pifia, pero además envueltos en escándalos de corrupción profunda”.

A continuación, la entrevista completa que sostuvimos con el también excandidato a la gubernatura chihuahuense.

Dijeron en las elecciones pasadas, “cambiemos el rumbo con buenas ideas, ¿a poco no?”, ¿ideas como la “rebelión de las bases”?

Nosotros queremos que el PAN recupere también su rumbo para que el rumbo del país pueda modificarse. La situación económica, política, social que vive México, obliga a que el sistema de partidos, y particularmente el PAN, se coloque como un instrumento al servicio de la ciudadanía de México, como un verdadero contrapeso en el ejercicio del poder; lo necesita la democracia, lo necesita el país. Y por supuesto que si en el PAN cambiamos y mejoramos las cosas y corregimos actitudes y desviaciones, muchas cosas pueden cambiar en México.

¿Cómo hacer para que los panistas vuelvan a creer en el partido y vuelvan a sus bases?

Va a ser una tarea de mediano y largo plazo, que se inicia con la renovación de la dirigencia para tener un presidente al servicio de todos los panistas y no solamente de grupos o facciones, un presidente que vuelva a colocarse como un árbitro de las contiendas y que esté por encima de las disputas de los grupos tanto para poder recuperar el orden interno del partido, como para asegurar condiciones de equidad, de transparencia y de legalidad a quienes quieran y puedan ser candidatos a presidente municipales, senadores, diputados, gobernadores o Presidente de la República.

Es una tarea que tiene también que considerar recuperar uno de los deberes del PAN, que es la construcción de ciudadanía, la formación de los militantes, su capacitación ideológica, política, doctrinal; necesitamos recuperar el método democrático como el cauce principal de solución de problemas y definición de candidatos y dirigentes, un proceso democrático en el que el PAN debe predicar con el ejemplo y de no repetir acá prácticas de manufactura priísta. Pienso que son muchas las cosas que tenemos que hacer para que recuperemos la confianza, tanto de los militantes como de la ciudadanía; el PAN debe volver a ser un bien público y no sólo un bien privado de grupos o facciones que se disputan las migajas del poder, y que fundamentalmente se están peleando cómo administrar el financiamiento público o a ver quién tiene mejor interlocución con el Presidente de la República.

Necesitamos un PAN que vuelva a disputar realmente el poder a partir de una propuesta y un compromiso con los anhelos y los intereses ciudadanos. Porque hoy la gente ha dejado de creer en los partidos; hay una decepción del sistema de partidos. Se ve a los partidos peleando nada más para sus propios intereses, llevando agua solamente a su molino, como se dice. Necesitamos volver a reconectar al PAN con la gente y también en ello una actitud firme, decidida, valiente de deslinde con actos de corrupción, con omisiones, irregularidades… el partido tiene que ser muy franco para ir a ese reencuentro con la ciudadanía.

Menciona algo muy importante. Recuperar, recuperar la esencia del PAN. ¿Cuál es el punto en el que Acción Nacional pierde el rumbo de sus ideales?  

Me parece que el PAN dejó de ver la tarea de formación de sus miembros como una tarea fundamental. Cuando un partido no se alimenta de los valores que le nutren, de los motivos originales que convocaron al partido, pues se va perdiendo consciencia del destino, del objetivo.

Por supuesto que también se fue creando una cultura de impunidad; se dejaron pasar conductas vulnerables de miembros del partido y, sobre todo, de funcionarios públicos, por esta lógica de cuidar al PAN en campaña, pero en un país que siempre está en elecciones, pues esa fórmula electoral no es realmente posible.

Creo que ése fue el mayor problema, que cuando se presentaron conductas indebidas, se dejaron de atajar. Y la impunidad lo que hace, no solamente reproduce la conducta indebida, sino que multiplica a los actores.

También debo decir que nuestra llegada al poder nos tentó muy rápidamente. Hubo una inexplicable, para mí, actitud de acomodamiento. Incluso Fox, hay que decirlo, se cansó muy rápido, no quiso batallar. No se desmanteló el sistema corporativo y clientelar, no se cambió al régimen político.

Nosotros fuimos llamados a cambiar el régimen, no a acomodarnos a él y ver si así podíamos ir gobernando; porque no solamente estábamos llamados a ser muy buenos administradores o a incrementar los problemas sociales. El 2000 fue un despertar ciudadano de carácter plebiscitario en donde en medio estaba un hartazgo frente a un régimen agotado que había que modificar sustancialmente.

Entonces creo que hay varios factores que explican por qué nos hemos alejado.

¿Hay corrupción en el PAN?

En el PAN, como tal, no hay corrupción. Creo que el partido tiene todavía mecanismos muy importantes que logran salvar lo que se conoce como una corrupción generalizada. El problema del PAN es que le ha afectado el no atajar conductas aisladas, porque realmente son unos cuantos los casos que se han mencionado y debo decir que cuando se dejan de atajar esos casos, de actuar en consecuencia, nos embarran a todos.

El famoso tema de los moches, ése es un asunto que debió haberse aclarado con profundidad, haberse hecho una serie de deslindes e incluso de exclusiones del partido. Pero hubo connivencia, y esa connivencia termina manchando a todo el PAN. Entonces la gente termina diciendo “no, pues todos son iguales”. Es muy doloroso cuando uno va al encuentro con la gente en la calle a pedir el voto y “es que todos son iguales, todos son corruptos”, pues cuando el PAN no sólo era distinto, sino distinguible entre los ciudadanos.

¿Bastará con “la rebelión de las bases” para retomar el rumbo que se ha perdido?

 La “rebelión de las bases” es una rebelión de las conciencias, es un movimiento que busca generar una reflexión y una acción en el partido para analizar el momento que vivimos y actuar en consecuencia. Tenemos el tiempo encima, vamos contra reloj, pero yo creo que puede llegar a entusiasmar a tal cantidad de compañeros que podamos dar el campanazo.

Pero la tarea propiamente de recuperación no se podrá circunscribir sólo a la renovación de comité nacional, ni es un cambio de la noche a la mañana. Se requerirá cambiar, incluso transformar a los órganos de liberación del partido. Renovarlos; a los comités estatales, los comités municipales, habrá que ir a recomponer una buena parte del tejido social del partido, su militancia. Porque ya hemos entrado en dinámicas muy clientelares, muy corporativas. Entonces, la rebelión es el inicio, es la convocatoria a empezar a tomar el partido en nuestras manos; si ganamos la presidencia del partido, será un paso muy importante y muy provocador de otros muchos cambios. Si no la ganamos, la rebelión de las bases tendrá que seguir y continuar y articularse como un movimiento de recuperación como lo he dicho, a mediano y a largo plazo.

Hablando de la campaña y del proceso, ¿podemos hablar de igualdad de condiciones entre Javier Corral y Ricardo Anaya?

No, claro que no. Yo mismo he dicho que participo en una contienda que está muy canteada. Anaya utilizó la estructura del partido, los recursos del partido para promover su candidatura desde hace meses. Sobrepuso su campaña de promoción personal a las campañas de diputados, a la campaña constitucional. Y evidentemente ha contado con la estructura y este fenómeno que denominado “la cargada”. Estoy consciente que participo en una contienda inequitativa, cuesta arriba.

Así lo hicimos durante mucho tiempo en el PAN; competíamos en condiciones muy adversas contra todo pronóstico y contra maquinarias muy aceitadas. Pues de eso se trata, justamente por eso he convocado a una rebelión. A nadie le he dicho “vénganse al festival de la democracia panista”, no. Les he dicho cómo están las cosas y que no hay otra manera mas que rebelarnos, desafiar la línea de los caciques, enfrentarnos a la estructura institucional para emerger como una militancia libre que toma en sus manos su destino.

Ahora, ¿quién le ha hecho más daño al PAN? ¿Madero o Calderón?

Creo que Madero ha cometido muchos errores. Creo que su desfiguro mayor lo hizo en su segundo periodo; creo que Madero le infringió al PAN un daño muy fuerte que fue su acuerpamiento con Peña Nieto, del que participa Anaya. Yo creo que Madero es el que más ha desdibujado al PAN en su tarea opositora.

En un régimen democrático la oposición está llamada a cumplir un papel fundamental de equilibrio, de contrapeso, de denuncia, de crítica, porque un poder sin límites y sin contrapesos, termina como está terminando a la mitad del sexenio el gobierno del presidente Peña Nieto: desbocado, con niveles de incompetencia inimaginables, ¿quién lo iba a decir? Que toda esta imagen de “El Salvador de México” y del exitosos gobernando del Estado de México, terminaría en una pifia, pero además envueltos en escándalos de corrupción profunda.

La oposición debe cumplir el papel de denunciar, de equilibrar y el PAN debía haber actuado con mucho cuidado, con responsabilidad, no sólo concurrir, cooperar. Eso es importante hacerlo porque en medio está la sociedad, porque en medio de reformas y políticas públicas está la gente y uno no puede regatearle al país por el mero cálculo de la competencia electoral, reformas que necesita el desarrollo. Pero no sólo se trataba de cooperar, se trataba de contener, de equilibrar.

Eso es lo que ha estado ausente estos años de Madero, ese desdibujamiento sí le ha hecho más daño que lo que pudieron haber significado los errores u omisiones de Calderón.

Más allá de lo electoral, ¿cuál es la meta del PAN para los años que vienen, especialmente en 2018? 

El PAN tiene que sintonizarse de nueva cuenta con los intereses ciudadanos, tiene que volver a su fuente de legitimidad, que es la ciudadanía y a su militancia. Y debe de incorporar dentro de su agenda de discusión el gran problema de la desigualdad social. El PAN no puede ser indiferente a la disparidad de ingresos que existe en México. El problema del salario, el problema de los empleos, la enorme concentración de la riqueza en unas cuantas manos; somos uno de los países más desiguales en América Latina; y América Latina es la región más desigual del planeta. En nuestro país, un 10% de la población acapara el 46% del ingreso; el otro 10% acapara el 40%, de ahí para abajo todo es pobreza.

El PAN no puede dejar de ver el sufrimiento, la angustia, el dolor, la desesperación en la que viven millones y millones de mexicanos. Tiene que apostarse por un movimiento nacional igualitario que comprometa una acción más decidida frente a esa disparidad, esa falta de equidad social. No con populismos ni mesianismos, asistencialismos demagógicos, sino con auténticas políticas públicas donde se coloque por encima de intereses parciales, el bien común, lo que el PAN siempre manejó como el bien común.

Hacia allá debe ir el partido, comprometerse muy claramente a combatir la corrupción. Y para combatirla tiene que deslindarse de las conductas propias en que incurren algunos de sus miembros, si no, no vamos a recuperar la confianza ciudadana.

Hagamos un ejercicio; usted gana la elección interna, ¿cuál es su primera acción al frente de la dirigencia del PAN? 

Lo primero que voy a hacer es establecer un gran diálogo con la militancia. El partido está muy centralizado, está muy metido en la Ciudad de México y debo decirlo: muy encaramado en Los Pinos. Yo voy a recorrer el país para hablar con la militancia del partido, porque el PAN ha dejado de ver a sus propios militantes y tenemos que entablar un diálogo franco sobre lo que nos pasó, para juntos ir creando la conciencia de la solución, de la respuesta. Quiero regresarle al PAN un talante deliberativo, porque sólo en el debate el partido puede enriquecer sus propuestas y soluciones. Voy a fortalecer los comités municipales y propondré una reforma estatutaria que haga un verdadero federalismo en el partido.

Es muy importante que Acción Nacional se someta a una rendición de cuentas, a un escrutinio real de los ciudadanos, tanto de su gasto como del origen de los recursos. El PAN tiene que transparentarse, rendir cuentas no sólo a los militantes, sino a quienes votan por él.

¿Todos en el PAN están invitados a esta rebelión?

 Claro. Porque nuestra rebelión busca al militante en su concepción fundamental: como persona. Uno de los efectos más nocivos de la onda aglutinadora es que ha dinamitado uno de los conceptos filosóficos fundamentales de nuestra posición doctrinal: el concepto de persona. Hay una masificación; ahora resulta que un partido que nació de ciudadanos está terminando en un partido de masas indiferenciadas. Los militantes son números en las estadísticas.

Y si queremos recuperar ese concepto, debemos llamar a todos los panistas; hombres y mujeres libres del PAN.