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Carlos Arrieta

Mientras la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, anunció que la Cruzada Nacional Contra el Hambre ha sido “eficaz” en reducir la pobreza alimentaria y carencias sociales, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha señalado que esa cantidad es irrelevante ante el 45 por ciento de pobres que hay en México, del total de la población que se estima en 115.2 millones de ciudadanos.

Es decir, las “cifras alegres” emitidas por la Sedesol, sólo le quitan el hambre a cualquier mexicano, pero no la combate a fondo.

La PNUD reveló que 10 de los estados más pobres del país (Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Michoacán, Guanajuato, Puebla, Zacatecas y San Luis Potosí) gastan los recursos del Fondo Regional (Fonregión) en arreglar sus calles, en vez de invertir en educación o programas eficaces para combatir la pobreza.

“La distribución de los recursos es relevante. El mayor rezago de las entidades es el educativo; sin embargo, gran parte de los recursos se usan para construir, rehabilitar y mantener calles y carreteras”, señaló el PNUD en su Índice de Desarrollo Humano para las entidades federativas “México 2015”, publicado el pasado 15 de julio.

El organismo internacional destacó que los 6 mil 976 millones de pesos que el gobierno de la República canaliza a las diez entidades federativas con mayor marginación, en realidad son mal invertidos en municipios con desarrollo humano alto.

¿Pero se puede confiar en un instituto creado por el gobierno para evaluar sus propios programas?

Con la creación del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el “Estado Mexicano tomó la decisión de poner en marcha un proceso sólido, confiable y transparente de evaluación de su política de desarrollo social”.

De acuerdo al estudio realizado por el CONEVAL, el 57 por ciento de los beneficiarios del programa ya no vive en pobreza extrema.

Al hacer uso de sus atribuciones y con base en diversos instrumentos, el CONEVAL publicó, de manera permanente y periódica, diversos informes que retratan –para ellos- el desarrollo social, “los avances y los retos pendientes del Estado Mexicano”

¿Cómo es posible que la encuesta del CONEVAL dé a conocer que del 100 por ciento de la población que estaba en pobreza extrema se redujo al 42.5%, cuando apenas en enero de este año, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que la incidencia de pobreza en México cayó solo de 43% a 41% entre 2004 y 2012?

Lo cierto es que esto es posible debido a que la Cruzada Nacional Contra el Hambre sólo atiende a 4.2 millones de mexicanos, según afirmó Rosario Robles Berlanga en febrero de este año, de los pocos más de 50 millones de pobres que hay en este país.

El vocero del gobierno de la República, Eduardo Sánchez, subrayó, que “el estudio de Coneval, demuestra que en el universo analizado, el 57 por ciento de la población atendida por la Cruzada Nacional Contra el Hambre, ya no vive en carencia alimentaria”.

Agregó que siete de cada 10 beneficiarios hoy tienen servicios de salud, que el rezago educativo bajó de 30.9% a 27.5%, y la carencia en seguridad social disminuyó 10 puntos porcentuales.

Al tiempo, Rosario Robles ha insistido que por primera vez en México existe una medición de impacto que ha hecho pública CONEVAL y que a través de una encuesta representativa, arroja importantes resultados y confirma el avance de la estrategia de la Cruzada Nacional Contra el Hambre.

Sin embargo, pese a lo que diga la Sedesol, la pobreza en México continúa y continuará, ya que las cifras entre los organismos internacionales y el CONEVAL son abismalmente diferentes.

Pero esto no es un problema que se haya generado recientemente, sino que es el resultado de décadas de ineficaces gobierno, desde el nivel municipal, estatal y hasta el federal, así como de todos los partidos políticos, quienes no han podido generar las condiciones necesarias para erradicar, o por lo menos disminuir significativamente, la pobreza en México.

Aquí, entonces, la pregunta obligada sería: ¿Quién vigila al vigilante (CONEVAL)?