Tecnologías como aplicaciones multimedia en teléfonos inteligentes, pantallas interactivas en museos e intervenciones audiovisuales sobre monumentos históricos o arqueológicos, durante los últimos 20 años, han enriquecido el disfrute del patrimonio cultural volviéndolo una experiencia personalizada, además de buscar un equilibrio entre el negocio, el respeto a la obra artística, el inmueble o las expresiones intangibles, el entretenimiento del usuario y el uso de tecnologías adecuadas.

Las nuevas herramientas han abierto brecha en las industrias que exploran este campo, de manera que organismos como el INAH ven fuerzas aliadas en ellas, explicó Diego Jiménez Badillo, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

En esta segunda década del siglo XXI, en México se arriba a la madurez de la relación entre las empresas culturales y creativas, y las instituciones que salvaguardan esta herencia. Tal entendimiento implica que estas últimas cuiden los contenidos y que las empresas los hagan más visibles y atractivos.

Diego Jiménez Badillo, quien desarrolla nuevas metodologías informáticas para aplicarlas al análisis, conservación, difusión y divulgación en la materia, detalló que desde la década de 1980 hubo quienes dejaron los cubículos de universidades para incursionar en el establecimiento de empresas culturales, algo que incluso ya se venía dando en los 70, como lo demuestran las primeras publicaciones sobre este ramo.

“Hace aproximadamente 20 años, con la sacudida que trajo la socialización de la internet y la consecuente aparición de comunidades virtuales, se dio un impulso al emprendimiento de gente joven, sobre todo creativos que han sabido crear alianzas con profesionales en tecnologías multimedia y acercarse a las instituciones culturales para abrirles otras perspectivas de difusión a su quehacer”.

Colectivos como Cocolab, Manuvo, siete|media y Medusa Lab, que recientemente compartieron sus experiencias durante una charla realizada en el Centro Cultural de España en México y que fue organizada por la Red TDPC. Sus representantes expusieron al público las estrategias digitales, la creación de contenidos, su distribución y promoción, hasta aspectos relacionados con los costos.

La visión de los grupos multidisciplinarios que constituyen cada una de estas empresas permite al usuario o al público de espacios culturales descargar apps con poesía mexicana, los pormenores del Códice Mendoza o acercarse a la gramática de la lengua mixteca. Las pantallas interactivas dispuestas en exposiciones temporales o permanentes son otras herramientas que hacen de la visita una experiencia lúdica que complementa a la museografía tradicional.