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Carlos Arrieta

Alfredo Castillo Cervantes, actual titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), ahora enfrenta un serio problema que, si el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, no quiere ver, se le convertirá en un cáncer mayor de asesinatos, anarquismo y muerte del deporte nacional. Y es que lugar a donde se para el excomisionado “para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán”, lo destruye.

La Federación Mexicana de Natación ha sido evidenciada por graves actos de corrupción luego de que el portal especializado en noticias de esa disciplina, swimswam.com, revelara que el seleccionado nacional registró a varios nadadores con récords falsos para asistir al Campeonato Mundial de Natación que se realiza en Kazán, Rusia.

Esto ya se investiga y de acuerdo a un/a nadador/a, los atletas ya recibieron amenazas muy al estilo y costumbre del “Castillato” por parte del equipo operativo del director de la Conade, a pesar de que los directivos fueron quienes alteraron los números.

Pero el “Virrey” no ha dejado de amedrentar con su característico despotismo y arrogancia a los atletas, más allá de motivarlos y respaldarlos en las disciplinas de alto rendimiento.

Tras evidenciar que había sido obligada a usar un traje de baño más chico de su talla, Fernanda González denunció que previo a ser suspendida, fue amenazada por los directivos del Comité Olímpico Mexicano (COM).

Ya sólo falta que estos deportistas de alto rendimiento sean acusados de cualquier banalidad y después encarcelados muy al estilo del ahijado político de César Camacho Quiroz, aún líder del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Pero ya ni hablar de su paso, años atrás, por la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM), donde dejó con base a una red de corrupción –muy similar a la de Michoacán-.

Tanto en Michoacán como delegada de la Procuraduría General de la República (PGR), así como en su momento en el Estado de México dentro de la PGJEM, tuvo que llegar Bertha Paredes Garduño, una experimentada abogada en los temas de procuración de justicia, a limpiar, dentro de sus posibilidades, las corrompidas e inaguantables dependencias plagadas de corrupción y heredadas por Alfredo Castillo y sus secuaces.

Bertha Paredes fue una pieza cercana al otrora titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, a quien Castillo, durante su ausencia por un permiso de salud, quiso madrugarle e imponer, como lo acostumbra, su inconsciente voluntad.

Castillo, como subprocurador de PGR, ya había removido personal y despedido a otro tanto que tuvo que ser rescatado por Murillo. Las cartas se tuvieron que dejar claras en un despacho de Los Pinos, donde el mismo Murillo Karam, puso al mandatario nacional con los dedos entre la puerta.

Por supuesto que el presidente Peña Nieto dio la razón al exgobernador de Hidalgo y Castillo tuvo que salir como un simple mortal, que para su ego, fue mucho. No era golf, ni tenis, ni futbol; era política.

De ahí que el consuelo de Alfredo fue  la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), donde las cuentas no le salían y hay –actualmente- observaciones importantes en la administración, principalmente en el manejo de la nómina y extorsiones a empresarios a manos de sus inspectores.

Por si fuera poco, luego de despedir a muchos empleados de la Profeco, fuentes de la federación revelaron que dio de alta a un importante número de personal fantasma, que cobraba en esa dependencia del Gobierno de la República.

Meses atrás, Castillo dejaba un Michoacán más pobre, más corrupto, con más delitos del fuero común y plagado de personal en las áreas de seguridad y de procuración de justicia que se han convertido en los victimarios de los propios ciudadanos; incluso muchos de ellos tienen antecedentes penales y cuentan con un historial negro de sanciones, ceses e imputaciones penales graves.

En Michoacán, “El Virrey” es acusado por los pueblos de acordar con uno de los grupos de delincuentes que operan en la entidad y, por ello, de golpear a quienes liberaran a sus pueblos del asedio criminal.

También en las regiones de Tierra Caliente y Costa, lo responsabilizan de casos muy graves de corruptela, entre ellos de su ceguera ante las redes de robo, extorsión y comercialización desleal del mineral producido que ha generado una considerable crisis en el sector acerero.

Desde su llegada a la tierra del Generalísimo José María Morelos y Pavón, Alfredo Castillo encabezó un equipo de funcionarios que dirigían a elementos, principalmente del Estado de México, que de inmediato se vieron involucrados en extorsiones, robos, abuso de poder y hasta de secuestro.

Un ejemplo es el “levantón”, de la joven sobrina del exsenador Cristóbal Arias, quien permaneció varios días desaparecido a manos de los “nuevos elementos de la Policía Estatal”, donde tuvo y mantuvo a mandos cesados de otras corporaciones y acusados de delitos graves en otras entidades del país.

Ni solucionó el problema de Michoacán, pero sí dejó una peor descomposición social en los 113 municipios. El equipo de Castillo se dedicó a encarcelar cientos de personas inocentes y a intentar humillar a los michoacanos, aunque después sin disculpas, tuvieron que salir libres. Desafortunadamente los muertos que dejó su estrategia de seguridad, ya no podrán revivir.

La película de terror y delincuencial fue la misma, sólo cambiaron los actores del rodaje. Así que tal vez se puede deducir que, o lo persigue la corrupción, la muerte y la anarquía, o simplemente es el distintivo de sus directrices.

No se puede dejar de señalar que una pieza clave de la desgracia que ha rodeado a Alfredo Castillo Cervantes, es María Imilse Arrué Hernández, la mujer cubana, sexóloga y señalada como santera, que acompaña en todo momento al actual y muy cuestionado, director de la Conade.