La encrucijada no es menor

Alejandro Zapata Perogordo

Ha transcurrido prácticamente sin mayores sobresaltos la renovación de la dirigencia panista. La contienda entre Javier Corral y Ricardo Anaya se presenta rodeada de circunstancias complejas tanto para el país, como en el desgaste de los partidos políticos, elementos que abonan aún más el hastío social.

Ésta es la segunda ocasión donde se presenta la elección del jefe nacional por el voto directo de la militancia, la primera, hace aproximadamente un año y medio fue donde participó y obtuvo el triunfo Gustavo Madero, ahora le correspondió al joven Ricardo Anaya, quien llevará sobre sus hombros la responsabilidad de consolidar Acción Nacional como un instrumento ciudadano, necesario e indispensable para volver a darle rumbo al país.

La encrucijada en la que estamos inmersos en México no es menor; la descomposición moral, los recurrentes escándalos, la crisis de inseguridad, la violencia, el deterioro económico y la presencia generalizada de la corrupción acompañada de impunidad han provocado el menoscabo de la política, aunado a un sistema de partidos donde el PRI, siguiendo con su tradición, únicamente obedece a la cabeza del clan; la izquierda fragmentada, débil y con tendencias por demás populistas; Acción Nacional, que se ha mantenido achicando el agua y reparando las velas, para cumplir con su misión, está obligado a tomar el toro por los cuernos.

Me queda claro que el nuevo jefe nacional goza de luz propia y tiene muy claro el diagnóstico; hacia adentro propiciar la unidad y cohesión de la militancia y los grupos, ahora que ha transcurrido el proceso de crítica y autocrítica: fijar reglas de convivencia, establecer objetivos y proyectos comunes, abrir el partido a liderazgos ciudadanos, transparentarlo, romper inercias, depurarlo, volver a la mística y promover y defender nuestra doctrina a partir de las ideas, de las propuestas y de la acción.

Por otra parte, le toca ser el líder y la voz de los panistas, particularmente llevar la relación de la institución con el gobierno, con las demás fuerzas políticas y la sociedad, en tanto que somos oposición, y es fundamental que como entidad de interés público, definición que otorga la constitución, seamos un medio de control democrático, firme, orientador de políticas públicas humanistas, pero sobre todo, un cauce de expresión ciudadana creíble, confiable y legitimado.

El desafío, al igual que los liderazgos sociales, son producto de las circunstancias, ambos están presentes, confío en que sabrá superar el reto. Enhorabuena.