Renovación de dirigencias nacionales

Yazmín Alessandrini   

Con dos procesos electorales que se antojan definitivos y definitorios para sus aspiraciones, los primeros el año próximo con 12 entidades entrando en la dinámica del recambio de sus respectivos gobernadores, y los segundos para 2018 donde estará en juego la Presidencia de la República, los tres partidos políticos más importantes de México, el de Acción Nacional, el de la Revolución Democrática (¿valdrá todavía considerarlo dentro de las tres fuerzas políticas más preponderantes del país después de la debacle que sufrieron el 7 de junio pasado?) y el Revolucionario Institucional viven en estos momentos procesos internos que en las próximas semanas los llevarán, a cada uno, a definir su futuro inmediato con la renovación de sus respectivas dirigencias nacionales.

A juzgar por los acontecimientos más recientes, el PRI, una vez más, después de 12 años de oscurantismo que fueron aprovechados por el PAN para colocar a dos de los suyos en Los Pinos (a Vicente Fox de 2000 a 2006 y a Felipe Calderón de 2006 a 2012), parece que volvió a ubicarse, cuando menos en visión y oganización, a sus adversarios panistas y perredistas que a golpes de fuego amigo y guerras intestinas lucen más extraviados que nunca para desgracia de sus militantes y simpatizantes.

Y es que mientras en el tricolor ya todo está planchado para que el sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera y la mexiquense Carolina Monroy del Mazo encabecen el Comité Ejecutivo Nacional priista, en relevo del también mexiquense César Camacho Quiroz y la regiomontana María Cristina Díaz Salazar; en el PAN no le encuentran la cuadratura al círculo con el rijoso juarense Javier Corral Jurado y el queretano Ricardo Anaya Cortés, quienes aspiran a manejar los hilos blanquiazules en el futuro inmediato ignorando por completo que la guerra política y mediática que se han declarado terminará por derrumbar lo poco que queda de pie en su partido ante la desilusión de pilares albiazules como Manuel Cluothier, Manuel Gómez Morin, Carlos Castillo Peraza y tantos y tantos más que entregaron sus vidas por engrandecer al PAN y que ahora desde otro plano no terrenal son testigos de cómo la ambición y el egoísmo están destruyendo lo que tanto trabajo les costó construir.

Respecto al partido del sol azteca, también es sumamente triste lo que está ocurriendo en el interior de este aún joven instituto político (con apenas 26 años de vida), ya que sus cabezas más visibles no logran por entender que el enemigo está en casa con las diversas tribus que día a día, como hienas enfurecidas, se disputan los jirones que quedan de aquel bastión de izquierda al que Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo y otros más apuntalaron como una verdadera oposición.

Ahora, la cuestión con el pe-erre-dé es refundarse (cuanto antes, mejor) y establecer el rumbo que deberán tomar por el bien de su subsistencia, porque jamás imaginaron que el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), con Andrés Manuel López Obrador y Martí Batres a la cabeza, tomaría forma y fuerza tan rápido.

 

                             alessandriniyazmin@yahoo.com.mx

@yalessandrini1