Jaime Luis Albores Téllez
Marco Aurelio Carballo (1942-2015), escritor y periodista, hizo de cada texto que escribió un arte donde su escritura clara y concisa atrapa, invita a seguirle sus pasos literarios. Sabía contar historias que tienen que ver con el ser humano: tristes o melancólicas, felices y divertidas, ansiosas y sobre todo reflexivas en cuanto a quiénes somos y qué es la vida, según el personaje. Y no importa el tipo de texto: narrativo o de entrevista.
El escritor y periodista mexicano Marco Aurelio Carballo, originario de Tapachula, Chiapas, falleció el pasado 1 de agosto. Muchos fueron los premios que recibió, entre ellos El Nacional de Periodismo José Pagés Llergo en 1998, en el género de crónica. Se desempeñó como jefe de información en la revista Época y del diario unomásuno; además de ser colaborador en diversos medios nacionales, entre ellos, por supuesto, la revista Siempre!, autor, entre otros libros de Mujeriego (Planeta, 1996), Muñequita de barrio (Fondo de Cultura Económica, 1999), y De Quijotes y Dulcineas (Colección Periodismo Cultural, Conaculta, 2011). Este último libro ofrece un panorama sobre la vida cultural del país, por su diversidad entre personalidades de México y el que hoy retomamos por ser una mirada más de Carballo, una mirada que nos permite adentrarnos para conocer, y entender, a cada uno de las personalidades que muestra con su narrativa. De Quijotes y Dulcineas aborda a personas de la farándula, del toreo, las letras, la pintura, la música y el periodismo.
Marco Aurelio Carballo nos contó a través de sus entrevistas la historia de los personajes y lo hace de una forma increíble: deja que cada entrevistado hable de lo que quiere hablar no sin antes darle el empujón necesario para que abunde sobre sus intereses, sus recuerdos, su sentir, creencias y opiniones. Es así que podemos leer entrevistas, por ejemplo, a Lola Beltrán, María Félix, Juan Gabriel, Juan Orol y a Pedro Vargas. Todos ellos distintos en su forma de pensar pero una constante en ellos es lo noble que pueden ser hacia sus semejantes.
En otro apartado del libro, dedicado a los escritores, podemos leer una serie de entrevistas que retratan fielmente el pensar de cada personalidad de las letras y así conocer más íntimamente a René Avilés Fabila, cómo vivió su infancia, sus gustos y aversiones; de José Agustín, conocemos parte de su vida, como escritor; de Julio Cortázar, cómo veía la creación de cuento y novela y la cultura en general; de Gabriel García Márquez, cómo percibe a la sociedad; de Jorge Ibargüengoitia, cómo vivía la política y la vida cultural en México; de María Luisa, La China Mendoza conocemos su punto de vista sobre el periodismo actual: de tendencia amarillista, donde se denigran los nombres, se chotea el sexo, etcétera; de Rafael Ramírez Heredia conocemos sus intereses literarios y cómo ve la creación a través de sus lecturas; de Juan Rulfo, tal vez la entrevista más difícil para Marco Aurelio Carballo, cómo se percibía a sí mismo ante su obra y su vida; de Jaime Sabines, conocemos su punto de vista muy particular de la política mexicana y de la poesía; de Rafael Solana, conocemos su vida como periodista; de Luis Spota, cómo escribía y sus manías, su método de corrección; de Eraclio Zepeda, cómo ve a la creación y cómo participa en ella.
Estas entrevistas son un claro ejemplo de información para cualquier lector que tenga contacto con este libro maravilloso De Quijotes y Dulcineas, donde cada entrevista es única al igual que los temas tratados por los entrevistados. E igual pasa con los pintores que figuran en esta obra: José Luis Cuevas y Rufino Tamayo; Rodolfo Halffter, músico; los periodistas: Pepe Alameda, Carlo Coccioli, Pedro Ferriz Santacruz, Rafael Freyre, Raúl Prieto Riodelaloza (Nikito Nipongo) y Eduardo del Río García (Rius).
Marco Aurelio Carballo termina este magnífico libro con un apartado intitulado: Personaje: El Quijote. Y al leerlo crece todavía más la admiración para este creador. Es tal la verosimilitud, que aunque sea ficción este relato-entrevista, nos atrapa al igual que lo hizo con las entrevistas. Además nos deja con una sensación: que entre la realidad y la ficción, el personaje (El Quijote o cualquier otro) hace la diferencia, simplemente porque cada uno nos cuenta su verdad, su percepción, su historia. También nos deja con la impresión de que nada es verdad y que todo es pura ficción. Y cómo no, si siempre dejó abierta la posibilidad de que cada entrevistado hablara de lo que le importa en el momento. Algo parecido a una terapia psicológica, donde se descubren a sí mismos y a los demás.
Esa es la mirada, una de tantas, del escritor Marco Aurelio Carballo. ¡Descanse en paz!


