Cómo han cambiado las cosas
Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.
Jorge Luis Borges
José Fonseca
Las turbulencias provocadas por el fortalecimiento del dólar, resultado de la estrategia keynesiana con la cual Estados Unidos ha logrado superar la crisis de 2008 que estuvo a punto de derretir las estructuras financieras mundiales, ha removido memoria de otros momentos difíciles.
Los cincuentones y sesentones mexicanos han revivido sus memorias de las crisis económicas que sus familias padecieron durante los años ochenta y noventa del siglo pasado. Y eso que no hablo de los setentones.
Esas crisis que padeció ocurrieron por diversas circunstancias, distintas a las actuales. Lo saben los tomadores de decisiones de los grandes intereses económicos, porque algunos protagonizaron aquellas crisis.
La crisis del sexenio de Luis Echeverría, además del enorme dispendio del gasto público, tuvo como origen la desconfianza del sector empresarial, desconfianza que fue imposible recuperar al final del sexenio.
José López Portillo enfrentó el fracaso de la apuesta petrolera, el cual devastó las cuentas nacionales y la economía nacional.
Miguel de la Madrid hubo de lidiar con el desastre económico heredado, además del desplome de los precios del petróleo, el crack bursátil y el terremoto del 85.
Ernesto Zedillo arrancó con el llamado “error de diciembre” porque Carlos Salinas rompió la práctica que los presidentes hacían lo que fuera para no heredarle bombas de tiempo a su sucesor.
Desde entonces se sentaron las bases de una estabilidad macroeconómica que ni los errores ni la crisis de 2009 lograron fracturar.
Pero al influyente sector de la sociedad que padece traumas por aquellas crisis hay poco que lo convenza de que nada es igual, que la historia no se repite.
Por eso es importante que los miembros del gabinete presidencial sean quienes, aun sabiendo que no todos los escucharán y atenderán, sino que hasta los criticarán, deben explicar lo que se hace y por qué es distinto a lo que se hizo en el pasado. No le dejen todo al Presidente.
Si, como dicen, hay restauración del viejo régimen priista, no veríamos al Presidente dar la cara por todos los asuntos de la república. En el ancient regime los colaboradores daban la cara por el Presidente. Cómo han cambiado las cosas.
jfonseca@cafepolitico.com