Manlio Fabio Beltrones

 

 

Las personas cambian cuando se dan cuenta del

potencial que tienen para cambiar las cosas.

Paulo Coelho

José Fonseca

La llegada de Manlio Fabio Beltrones a la dirección nacional del PRI, con la aquiescencia del presidente Enrique Peña Nieto, ha sido objeto de mil y una interpretaciones. Cada cabeza es un mundo.

Los escépticos y los críticos crónicos lo han interpretado como debilidad presidencial. El tiempo demostrará que nada más lejos de la verdad.

Igualmente se equivocan quienes dicen —y quizá mienten— cuando esgrimen el argumento de que “está de regreso el viejo PRI”. Se equivocan porque el país ha cambiado más de lo que se cree en los pasados quince años, desde que el viejo PRI perdió la Presidencia. Han cambiado las instituciones y, lo más importante, la sociedad ha cambiado.

No comparto las sombrías expectativas de quienes se creen todas las leyendas negras de lo que llaman “el autoritarismo”. Primero, porque la mayoría de mi vida la viví bajo el viejo régimen. Segundo, porque debieran escuchar al santón de la ciencia política Giovanni Sartori, quien definió el régimen priista del siglo pasado simplemente como uno de “partido hegemónico”.

Quien esto escribe se atreve a compartir sus reflexiones sobre el relevo en el PRI. La sagacidad política llevó a la conclusión de que se necesitaba un control riguroso del partido mientras se hacían las reformas más importantes en más de medio siglo. Esa tarea exigía una cohesión que pareció cerrazón a cualquier otro interés ajeno al grupo compacto de Los Pinos.

La llegada de Beltrones al PRI envía el mensaje al priismo de que se acabó la cerrazón. Otra vez se abren las oportunidades para todos, aunque no sean del grupo compacto. El propósito de no cometer el mismo error que en 1988, cuando la candidatura presidencial de Carlos Salinas de Gortari envió el mensaje que el grupo que continuaría en el poder el grupo que lo asumió en 1982. Y el PRI se fracturó.

Se abre el juego. Eso no significa que el presidente dejará que el PRI sea un caos. De evitarlo se encargará Beltrones, a quien también le gusta la institucionalidad y el ejercicio ordenado de la política.

Nadie, que no sea un charlatán, puede predecir las circunstancias cuando llegue el momento de que el PRI elija candidato a la Presidencia. Sólo se puede estar seguro de que cuando llegue ese momento el PRI escogerá a quien tenga mejores posibilidades para ganar la elección de 2018. Esta reflexión muestra lo cierto de aquello de la ociosidad.

 

                                   jfonseca@cafepolitico.com