EDITORIAL
Ésta es la noticia que necesitan escuchar los mexicanos en el Tercer Informe de Gobierno. La necesita la sociedad, el país y el mismo presidente de la república. Quitarse una carga, un germen con alto poder de “viralidad” que ha infectado y afectado la credibilidad de un mandatario que llegó al poder con la decisión de cambiar a México.
Los asesores no han dado en el blanco. No era sólo un informe técnico jurídico lo que se necesitaba para “resolver” si había o no conflicto de interés en el caso de la propiedad mencionada. Lo que se requería y requiere es una decisión política, ética, para corregir lo que se tenga que corregir e iniciar una nueva etapa en la moral pública a través del ejemplo.
¿Por qué no vender la ya satanizada casa blanca? ¿Por qué no utilizar ese dinero para construir una guardería, un hospital infantil, una escuela pública?
Mientras no se tome alguna decisión al respecto, la casa blanca seguirá siendo explotada por los adversarios y enemigos del gobierno como icono de este sexenio.
Y si se trata de que esta administración pase a la historia por las reformas aprobadas, por la voluntad de un presidente que supo construir acuerdos para cimentar la transición, ¿para qué insistir en conservar algo que sólo causa daño a la credibilidad de un gobierno?
No es para dar la razón a los hipócritas, quienes desde la izquierda y la derecha se esmeran en presentar cínicamente iniciativas para combatir la corrupción, como si ellos mismos y sus partidos no la practicaran.
Como si en el PAN no abundaran los Guillermos Padrés; senadores y diputados practicantes del moche; gobernadores que utilizan el poder para adquirir casinos y beneficiar sus empresas con licitaciones.
Como si en las cuentas bancarias de perredistas y lópezobradoristas no hubiera escandalosas fortunas con las que se podría sacar de la pobreza a muchas de las comunidades indígenas, por las que se desgarran las vestiduras con un mero propósito clientelista.
No, la intención de esta reflexión es recordar que las crisis de gobierno pueden convertirse en una oportunidad para que los jefes de Estado den ante sus pueblos pruebas de grandeza.
Una decisión política simple y sencilla puede mover y conseguir lo que son incapaces de lograr leyes, spots, discursos o informes técnicos rebuscados y sin crédito.
El tercer año de gobierno es la mitad del camino, pero también es el inicio para construir la conclusión de un mandato.
Recuerdo lo que me dijo en alguna ocasión el entonces secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, después de que el presidente Carlos Salinas de Gortari le pidiera la renuncia para eliminarlo de la sucesión presidencial: “Lo más importante en la vida de un político es el epílogo”.
Cierto. También lo es para un país y para un sexenio.
@PagesBeatriz