Manlio Fabio Beltrones

Félix Fuentes

Antes de asumir la presidencia del PRI, Manlio Fabio Beltrones acabó con la “sana distancia”, prédica nefasta de Ernesto Zedillo, quien así anunció la entrega del poder al panismo en el año 2000.

Lo dijo Beltrones, sin mencionar al presidente dadivoso, en el acto tumultuario de la CNOP donde los priistas celebraron entre aclamaciones que él sea su nuevo líder y eleve el partido tricolor a sus viejos niveles de dominio.

El sonorense está convencido de que el presidente de la república es el “jefe nato” del PRI, como durante decenios fue considerado, por lo cual tendrá cercanía con el Ejecutivo y le hará consultas cotidianas. “Las haremos por una razón fundamental: somos un partido en el gobierno y el gobierno es Enrique Peña Nieto”, precisó.

Beltrones, tres veces diputado federal, dos senador y exgobernador de Sonora, afirmó: “Aquellos tiempos en los que se hablaba de la sana distancia están muy atrás”. Esa distancia, agregó, nos hizo perder la Presidencia de la República…. entonces no fue tan sana”.

Empezó a destacar Beltrones como político al lado del bien recordado titular de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, quien lo nombró subsecretario de esa dependencia y lo proyectó hacia el Congreso de la Unión.

Durante semanas debió sonreír el próximo jerarca del PRI ante las versiones de quienes “no lo veían” en el PRI y llenaron páginas de elucubraciones tras la “lectura” del discurso del presidente Peña Nieto.

Las frases presidenciales, dichas en la sede del partido, sobre el “momento de que el PRI regrese a las universidades” y “es oportunidad de que nuestro partido sea un espacio de participación para los jóvenes talentosos comprometidos con el país”, enloquecieron a tan inteligentes lectores de política.

Soltó una columna matutina, sin nombre del autor, la versión de que Manlio Fabio Beltrones no sería dirigente del PRI porque el designado sería un joven.

Y se extendió el chismerío en pro de Aurelio Nuño, jefe de la Oficina de la Presidencia. Sólo uno leyó el artículo 156 de los estatutos del PRI, referente al requisito de “haber desempeñado algún cargo de dirigencia” a quienes aspiren al liderazgo.

El montón de “analistas” no se enteró de ese artículo y se ciñó al golpe bajo del “no” a Beltrones. Incluso mencionaron a los “jóvenes” Jesús Murillo Karam y Alfonso Navarrete Prida para dirigir el PRI.

En diversas habladurías, Beltrones fue situado en Gobernación, Osorio Chong en Desarrollo Social, Rosario Robles en la calle y Luis Videgaray en Economía.

Nadie pensó en el trabajo de Beltrones para aprobar cuantas reformas envió el presidente Peña Nieto al Congreso. Menos fue tomada en cuenta la plática en París del primer mandatario con el aún diputado.

Tampoco nadie consideró que Peña Nieto se pronunció por el mexiquense Eruviel Ávila para ser candidato a gobernador, sin ser su amigo entonces, por encima de sus más cercanos, Alfredo del Mazo y Ernesto Némer.

Tras el desenlace priista, no pocos elucubran que Beltrones se puso a la cabeza de los prospectos del PRI para la presidencial de 2018. Hasta fijan fecha de su renuncia al PRI.

Les faltó decir que como Heriberto Galindo se puso a dieta y ha bajado 35 kilos, el presidente Peña Nieto lo felicitó y por eso es seguro candidato para el gobierno de Sinaloa. ¿Le ganará la carrera a su amigo, David López, quien fue desplazado de Los Pinos y lleva dos años en campaña?