CHARLAS DE CAFÉ
Charala con Sofía Segovia/Autora de El murmullo de las abejas
Eve Gil
La novela de la Revolución Mexicana ha muerto, decretan “entendidos” y escritores “jóvenes” que no se sienten cercanos a Juan Rulfo o a José Revueltas. Pero nunca la literatura mexicana requirió con tal urgencia una reescritura de la Revolución, algo que nos permita, de algún modo, comprender el contexto sociopolítico en que nos desenvolvemos actualmente.
En la intención de Sofía Segovia, autora de El murmullo de las abejas no figuraba emprender dicha hazaña, aunque el resultado, espontáneo, sea precisamente ese. Para aquellos que se acercan a la literatura con fines más nobles como, por ejemplo, disfrutar de una buena historia o habitar un mundo mejor que este, no saldrán defraudados de la experiencia.
Perdedores de la Revolución
“El murmullo de las abejas —dice— me tomó tres años. Investigo y escribo al mismo tiempo. Voy descubriendo la trama y a los personajes conforme escribo. Sé cómo empezar y a dónde quiero llegar, pero el recorrido entre principio y fin representa una sorpresa tras otra. Y sí, la investigación es muy importante, pero prefiero hacer más caso a los testimonios orales, lo que cuenta la gente. Es una novela de los personajes que viven estas circunstancias históricas y su percepción sobre las mismas. No un recuento de batallas sino el punto de vista de los personajes que lo vivieron: el miedo, las ganas de proteger lo propio”.
Aunque esta es la primera novela publicada en una gran editorial, Sofía cuenta con otra de título Noche de huracán, publicada en Nuevo León por Conarte, pero que gracias al éxito de la que nos ocupa, tendremos oportunidad de leer próximamente también en Lumen.
El murmullo de las abejas está narrada desde la perspectiva de “los perdedores” de la Revolución; aquellos que amasaron fortunas de manera honesta y sacrificada, y lo perdieron todo a manos de los diversos ejércitos “revolucionarios” que no diferenciaron entre ricos legítimos y ricos ilegítimos.
¡Leo de todo!
Cada personaje que desfila por este camino de magia y tragedia está perfectamente construido, se roba fácilmente el corazón de los lectores, como la Nana Reja, la mujer de madera que se confunde con su mecedora del mismo material, y su hijo adoptivo, el maravilloso Simonopio, cuyo labio leporino lo expone a la repulsión y la superstición, pero finalmente termina ganándose el corazón de todo el mundo con ese temperamento de miel que algo tendrá que ver con su misteriosa amistad con las abejas.
Pregunto a Sofía si de algún modo ha querido tributar al también vapuleado realismo mágico: “Me gusta mucho García Márquez —reconoce—, ¡pero leo de todo!, desde ciencia ficción hasta los clásicos de la literatura. Todo es alimento. Somos lo que comemos y lo que leemos, y además tengo la fortuna de poder leer en varios idiomas. Considero que en esta novela destacan algunas cosas que he ido aprendido como lectora, sin embargo, me impuse narrarla con sencillez, que fuera la historia y no la técnica lo que brillara. He querido ser la clase de autor a los que no se les puede culpar de lo que dicen o hacen sus personajes, porque los dejo ser ellos mismos”.
Las mujeres lectoras son perfectamente capaces de ponerse en los zapatos de un hombre que vive aterrado ante la posibilidad de lo que ha forjado con sus propias manos, para su familia, como Francisco Morales, y todos podemos volver a esta nostalgia de la infancia y explorar lo que nos maravilla en esa época y que, sin importar las tecnologías del momento, nunca dejan de parecernos fantásticas.
Sofía señala con tino que El murmullo de las abejas no es una “novela histórica”, sino una novela en contexto histórico, es decir, los personajes principales son del pueblo, no héroes de monografías.
Anécdotas “robadas”
“Estos personajes —asegura— no salieron en los libros de historia. Quería recuperar a la gente que no tuvo injerencia en las versiones de los participantes activos, y deben haber sentido un terror ante la latente amenaza de los llamados revolucionarios. La historia la aprendimos a través de estampitas, pero nunca nos hablan de la gente, de las carestías, de la escasez de alimentos y queda un inmenso hueco a este respecto: la visión de los que perdieron sus tierras y casi la vida. Sin estos testimonios, la historia permanecerá coja, incompleta: no sirve”.
“Hay ciertas anécdotas —dice— «robadas» que le proporcionan la sal y la pimienta a la historia. Son de mi abuelo. Me las traje de un contexto real al de ficción y me ayudaron mucho a darle volteretas a esta novela. Veo la escritura como un tejido, y había estos hilos de realidad histórica y social; otros de creación absoluta, pero luego surgieron los hilos mágicos y surgieron naturalmente. Si hubiera sido creada a propósito el resultado habría sido acartonado, natural”.
Noche de huracán trata sobre varios personajes que coinciden en Cozumel, cuando se aproxima un huracán. Los personajes traen estos estereotipos de los que nos alimentan como sociedad, y el huracán significará la oportunidad de sacudírselos de una vez por todas.
Sofía estudió periodismo pero durante mucho tiempo escribió libretos para comedias musicales. Actualmente vive en Monterrey y coordina un taller literario conocido como La Fabrica Literaria, junto con el también narrador Felipe Montes. Es esposa, madre de dos hijas y ama de tres mascotas, aunque, según sus propias palabras, “sin el barullo que logran entre todos, no podría concentrarse para escribir”.
Actualmente, ya trabaja en una tercera novela de la que solo nos revela que es histórica también. “Va muy bien, estoy muy contenta”.
Sofía Segovia nació en Monterrey y El murmullo de las abejas está publicado por Lumen, México, 2015.

