Miguel Ángel y Leonardo en Bellas Artes

 

Jacquelín Ramos

Era uno de los momentos más trascendentales entre 1503 y 1506. A dos grandes figuras del Renacimiento de principios del siglo XVI se les comisionó un par de batallas en el mismo muro del Salón de los Quinientos del Palazzo Vecchio de Florencia, Italia: La batalla de Anghiari, para el ya célebre de 51 años Leonardo da Vinci, y La batalla de Cascina, para el joven escultor Miguel Ángel Buonarroti. Todo parecía ser una jugada maestra, pues el mismo lugar reunía a los artistas más conocidos de la época, los enfrentaba directamente sobre el terreno de la pintura, pensando —quizás de manera equivocada— que estimularía a los genios en una carrera para pintar el mejor fresco.

No se sabe si existió alguna rivalidad genial entre ambos artistas, lo cierto es que fue la primera y única vez que los artistas renacentistas coincidieron en un proyecto que al final no se concretó. Sin embargo, “hoy” la creación de ambos, nuevamente se une bajo el mismo espacio.

Miguel Ángel, el más puro transmisor de la vida: Luis Javier Cuesta

El Museo del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México presenta las muestras Miguel Ángel Buonarroti. Un artista entre dos mundos y Leonardo Da Vinci y la idea de la belleza, con obras originales de los artistas, vinculadas a su legado en la Nueva España y el México independiente.

Por un lado, se pueden observar los efectos atmosféricos y los juegos de luz de Leonardo, y por el otro, la rotundidad de los volúmenes y el trazo fuerte de Miguel Ángel, características simplemente antitéticas; así lo explicó en entrevista exclusiva para Siempre! Luis Javier Cuesta, curador español de la muestra de Miguel Ángel.

Indicó que, para Miguel Ángel, la producción escultórica era el medio por excelencia para transmitir las emociones más puras de la vida. Además de aspirar por la perfección desde lo más profundo de su espíritu.

¿Quién era “el creador” Miguel Ángel Buonarroti?

Es probablemente uno de los artistas más conocidos de la historia del arte universal si no es que el más conocido. Nace en 1475 en un pueblito de Florencia, y morirá en 1564 en Roma, de hecho su cadáver fue trasladado con secreto a Florencia para ser enterrado ahí, porque preveían tumultos a su muerte. Miguel Ángel en muchos sentidos es el creador de una nueva estética que podríamos llamar el “canon clásico”, el creador de una nueva idea moderna de artistas: un artista consciente de su valor, de su valía, y al mismo tiempo consciente de las ideas intelectuales que sustentaban las artes, tanto del punto de vista filosófico, religioso, como de la creación. Todos esos elementos juntos lo convierten en un referente, como muchos otros artistas, pero desde luego por su importancia no puede ser menos valorada.

“Diálogo” artístico

¿De qué trata la exposición?

La exposición tiene fundamentalmente dos líneas de discurso. Por una parte una serie de problemas, de conceptos sobre las artes de Miguel Ángel: el problema de la anatomía, de la creación artística, de la obra inacabada, el problema del concepto del artista moderno intelectual, así como de la presencia de las artes del dibujo y el proceso creativo. Por otra parte, la otra línea discursiva es la influencia de todos esos conceptos, todos esos problemas o problemáticas en las artes de lo que hoy llamamos México, pero que durante mucho tiempo, en esa época, fue el Virreinato de la Nueva España. Podemos ver en la muestra cómo se plasmaban esos conceptos, influencias e ideas en las obras seleccionadas de esos periodos, para ponerlas a dialogar y al mismo tiempo contraponerlas en un mismo espacio, tanto obras de anatomías masculinas como de figuras femeninas.

La muestra explica de alguna manera cómo el arte de Miguel Ángel influyó a los artistas de la Nueva España y del México independiente.

Tenemos en la muestra varias obras influidas por el arte de Miguel Ángel. Haciendo una selección tenemos por ejemplo el magnífico San Sebastián de Xochimilco que comparte espacio con el Cristo Portacroce (Cristo Giustiniani), en el que podemos ver cómo a finales del siglo XVI los escultores se estaban apropiando para la Nueva España de los conceptos de anatomía perfecta, de anatomía ideal que Miguel Ángel había popularizado en el siglo XVI.

En el caso, por ejemplo, del pintor español Andrés de Concha, desde Sevilla viene a la Nueva España en la década de los años setenta del siglo XVI y que muy pronto pinta en el retablo principal del Templo de Santo Domingo en la Alta Mixteca oaxaqueña un Juicio Final, evoca de manera clara el Renacimiento italiano en México, porque literalmente copia el Juicio final de Miguel Ángel en la Sixtina.

Por otro lado, se permite utilizar los modelos de Miguel Ángel como modelos canónicos, como modelos de perfección y como modelos artísticos para la práctica artística, eso va ocurrir en la época virreinal en el siglo XVI, XVII y XVIII, pero también va a ocurrir a principios del XIX con la naciente Academia de San Carlos y el papel de Miguel Ángel como modelo canónico para los estudiantes, lo cual era todavía más importante en una academia.

Entre los 26 autores que acompañan la exposición con algunas de sus piezas se encuentran Rafael Sanzio, Giorgio Vasari, Daniele da Volterra, Baltasar de Echave Orio, así como Marcello Venusti y Bernal Díaz del Castillo.

Revalorizar las artes virreinales

¿Cuál es el objetivo de la muestra?

El objetivo es doble. El primero es familiarizar al espectador con alguno de los problemas que todavía hoy Miguel Ángel nos plantea, esos problemas que lejos de haber sido solventados siguen siendo problema: ¿por qué Miguel Ángel deja las esculturas inacabadas?, ¿por qué fluctúa de esa manera su idea anatómica?, ¿cuál es la relación entre su obra literaria y su obra visual? Ésos son problemas que el visitante podrá apreciar en la exposición y enfrentarse con ellos.

Por otro lado, algo en lo que sin duda estamos muy interesados es en poder confrontar esta visión que siempre hemos tenido de las artes coloniales o virreinales así como de las artes periféricas; confrontarlas con el hecho de que se utilizan los modelos más importantes de su época, en este caso Miguel Ángel; probablemente eran artes muy valiosas en su propio contexto que servían a sus funciones y que por tanto ni eran secundarias, ni eran terciarias, sino que simplemente eran lo que tenían que ser en su época y en su contexto, en ese sentido esperaríamos poder revalorizar las artes del periodo virreinal dándole su justa importancia.

Se conoce que entre Miguel Ángel y Leonardo había una cierta rivalidad; ¿por qué deciden unir a los dos creadores en estas magnas exposiciones?

Aunque no es la idea principal de las exposiciones, lo cierto es que entre 1503 y 1506 a Miguel Ángel y Leonardo se les comisionan las batallas para la Plaza de la Señoría florentina del Palacio Vecchio. Los ponen a pintar en dos muros contiguos, y según la historia, Miguel Ángel no quiso pintar en el mismo espacio que Leonardo y se llevó sus trastos a otro taller, a otro espacio para pintar separado de él.

No sabemos en realidad cuál era la relación entre Miguel Ángel y Leonardo, no sabemos si existía una rivalidad intensa o no, desde luego sí sabemos por ejemplo que cuando Leonardo expone un cartón para La Virgen de las rocas en Florencia, tiene gran éxito a finales del siglo XV, y que Miguel Ángel empieza a copiar algunas de las cosas que Leonardo plantea en ese cartón.

Los dos tenían formas de hacer muy diferentes, por un lado estamos frente a los efectos atmosféricos y los juegos de luz de Leonardo, y por el otro frente la rotundidad de los volúmenes y el trazo fuerte de Miguel Ángel; eran características casi antitéticas, pero lo cierto es que eran dos de los titanes fundamentales del siglo XVI. Y aunque no queríamos reproducir el enfrentamiento del Palacio Vecchio, lo cierto es que también estamos reproduciendo esa hostilidad con las dos exposiciones que se están exhibiendo, que nos permiten al mismo tiempo esas dos maneras tan diferentes de enfrentarse con la anatomía humana y con otros aspectos de la creación artística.

 

Leonardo es la justa proporción de la belleza: Adolfo Mantilla

Para Leonardo da Vinci, la belleza era el efecto visual de proporciones armoniosas. Tenía la idea de que las formas de la naturaleza contienen la justa proporción de la belleza, así lo expresó en entrevista exclusiva para Siempre! Adolfo Mantilla, subdirector de exhibición del Museo del Palacio de Bellas Artes.

Indicó que es un privilegio exhibir piezas como el manuscrito de El Códice sobre el vuelo de las aves, ya que permiten recorrer la historia de los descubrimientos de un visionario y de un genio que ha trascendido en el tiempo.

¿Qué etapa de Leonardo da Vinci vemos en la muestra?

La exposición de Leonardo da Vinci se centra en las reflexiones que aparentemente realizó sobre todo para identificar lo que en aquel momento se llamaba el “principio de armonía”. Leonardo estuvo muy influido por uno de los tantos diálogos conocidos, el pensamiento platónico, en este caso el Timeo, que habla sobre la creación de los seres vivos y la creación de la naturaleza; evidentemente este discurso parece ser filtrado por el pensamiento neoplatónico de filósofos posteriores como Marsilio Ficino, contemporáneo de Leonardo, y León Battista Alberti, uno de los teóricos más importante de este periodo. Se puede identificar justo en la colección de obras que están aquí en el Museo del Palacio de Bellas Artes, una serie de reflexiones graficas sobre la manera en que Leonardo intentaba trabajar con la idea de armonía y belleza.

Para Leonardo, la belleza era el efecto visual de proporciones armoniosas. Tenía la idea de que las formas de la naturaleza contienen la justa proporción de la belleza.

Belleza y naturaleza

¿Cómo esta integrada la exposición?

La exposición —que explora la relación entre belleza y naturaleza— está conformada por un grupo de diseños de Leonardo y de círculos cercanos a él, es decir, tenemos quince diseños de los cuales cuatro forma parte de trabajos realizados entre Leonardo y otros artistas, en algunos casos de alumnos suyos.

En otro caso, de maestros de Leonardo, en los que destaca Andrea de Verrocchio. En su conjunto, todos los dibujos hacen referencia a la observación que Leonardo realizaba de los elementos morfológicos de los seres vivos para al momento de proyectar dibujos o retratos ya sea de morfología animal, humana, equina o aviaria era una manera de entender su pensamiento en este sentido. Cesare da Sesto y Giovani Antonio Boltraffio son los aristas cuyas piezas comparten espacio con la obra de Leonardo da Vinci.

¿Qué obras se pueden observan en la muestra?

En el conjunto de las obras hay algunas sobre estudios de —digamos— retratista masculina y retratista femenina, donde se va viendo el desarrollo del pensamiento gráfico de Leonardo, incluso, hasta en proyectos tan acabados como el Estudio para el ángel de “La Virgen de las rocas”, que se piensa que es uno de los dibujos más hermoso del estudio del arte, para unos críticos de arte tal vez el dibujo más bello de todos los tiempos. Este dibujo está trabajado con punta de plata, técnica que requiere de una alta disciplina, pues no permite alterar o borrar el trazo. El valor del Estudio para el ángel de ”La Virgen de las rocas” reside en que es considerado como la única evidencia de los preparativos para el óleo.

Tenemos trabajos sobre estudios anatómicos de caballos, retratos de infantes, retratos de adultos mayores y específicamente el manuscrito de El Códice sobre el vuelo de las aves, que es uno de los pilares no solamente de la creación de Leonardo sino uno de los pilares de la cultura universal. La oportunidad de exhibir esta pieza representa un privilegio extraordinario, pues permite recorrer la historia de los descubrimientos de un visionario y de un genio que ha trascendido en el tiempo.

¿Qué le ofrecen al espectador con la muestra?

Es una exposición extraordinaria porque las piezas que conforman Leonardo da Vinci y la idea de la belleza son únicas. Hoy en día estamos muy acostumbrados a tener dispositivos tecnológicos para capturar imágenes en movimiento, para después irle restando el movimiento y ver el detalle de cada uno de los elementos que conforman la imagen, pero a finales del siglo XV, principios del siglo XVI, era solamente el aparato óptico, digamos, natural del ser humano, el único aparato que podía usarse para observar la morfología de los seres vivos, y evidentemente el detalle y la maestría con que están hechos estos trabajos hablan de la manera en que Leonardo conocía a la perfección y en profundidad la naturaleza.