DE MI CUADERNO

 

 

50 años de escritura periodística y literaria

María Eugenia Merino

 

Hay de homenajes a homenajes: institucionales, “oficiales”, los obligados porque no queda de otra, los post mórtem… pocos convocados por la sociedad, y muchos menos los que amigos, compañeros, familia ofrecen a una persona para simplemente reconocer los méritos del amigo y ofrecer su solidaridad. Fue “50 años de escritura periodística y literaria” uno de estos últimos, el pasado jueves 23 de julio, donde para recordar la trayectoria de Marco Aurelio Carballo se dieron cita (Hotel Geneve, salón Terraza) sus amigos más cercanos, los “cuates”, quienes se organizaron y convocaron a este sencillo y muy emotivo acto de “justicia” para la meritoria carrera de un escritor y periodista que, sin descuidar esta última profesión, decidió hace muchos años dedicarse a su otra vocación: la literatura.

Y en esta ocasión, el homenaje tuvo otra característica poco frecuente; lejos de servir para el propio lucimiento de los “homenajeantes —si así podemos llamarlos—, el lustre recayó sobre el “rudo de rudos”, el émulo tapachulteco de un Alain Delon, el Feldespato de gabardina y lentes oscuros, alter ego de MAC, según lo testimonió un emocionado David Siller.

En la mesa —no redonda como la de su querida Tapachula, pero igual de cercana en los afectos— para recordarlo estuvieron Rafael Cardona, René Avilés Fabila, su esposa Patricia Zama y sus dos hijos, Marco y Bruno; David Martín del Campo como moderador.

Al pendiente de que todo el evento saliera como se había proyectado, Fernando Macías rehuía las cámaras y las entrevistas, hasta que lo acorralé; reconoció lo mucho que aprendió de MAC cuando, desde los diecisiete años, entró de auxiliar en la redacción del Unomásuno: “Todo era chinga y chinga, aprender y aprender; primero fue mi jefe… después fui su secretario particular; muchos proyectos juntos, libros, revistas, viajes… un gran cariño a mi jefe Carballo”.

Rafael Cardona rememoró “la acuciosidad y el perfeccionismo” para revisar textos, no sólo cuando comenzaron juntos en el diarismo, sino de siempre; las anécdotas de los viajes que hicieron juntos, como cuando MAC orgulloso lo llevó a conocer en su ciudad natal la pista de hielo: “pues que empiecen a picarla para que nos traigan unos jaiboles”, le dijo Cardona; “qué poca madre”, le espetó Marco Aurelio.

Tenía Carballo ya consolidada su carrera en el periodismo cuando quiso dedicarse a su otra vocación: la literatura; Rafael le aconsejaba que no, que el periodismo perdería un buen elemento y la literatura no ganaría nada con ello, y sin embargo el tiempo no le concedió la razón pues MAC no sólo demostró que podía ser buen escritor, sino que “revolucionó” géneros como la crónica, con sus turbocrónicas y luego con las crónicas súbitas.

Muchos personajes —de la vida real— poblaron sus “mamotretos”, palabra que MAC rescató del diccionario para referirse siempre a sus libros, tanto novelas como cuentos y crónicas: Feldespato, Petunia, El Águila Negra…

Gran lector, admirador lo mismo de Vonnegut y Bradbury que de Hemingway, Dos Passos, Faulkner… y Mailer, quien seguramente le sugiere el eslogan de “los hombres duros no bailan”, pero que, Humberto Musacchio dixit: “sí, era rudo, secón, pero afectuoso y de una ternura formidable”.

A su paso por distintas redacciones, Marco Aurelio dejó una impronta no sólo en el medio sino en los camaradas; Miguel Reyes Razo lo recuerda del Heraldo de México; Humberto Musacchio y René Avilés Fabila del Unomásuno; su paso por nuestra casa adoptiva, la revista Siempre!, donde se ganó el afecto de don José Pagés Llergo, y para corroborarlo y hacerlo también patente estuvo en este reconocimiento nuestra directora, Beatriz Pagés. Yo lo recordaré de la época de aquel periodiquito local en Coyoacán donde fue mi jefe, y a donde nunca supe bien a bien como fuimos a dar ahí, por diferentes caminos, para colaborar en estas lides del periodismo.

René Avilés Fabila contó anécdotas periodísticas, literarias, editoriales, etílicas, de amistad y compañerismo compartidas con el colega que a pesar de tener varios premios —en ambas profesiones, tan hermanadas por la palabra— no tiene los reconocimientos que debería de tener, y no de Conaculta o de Bellas Artes, donde hay un ninguneo severo, sino algo más profundo; de ahí la convocatoria para que fueran sus colegas y amigos quienes le hicieran llegar “nuestro cariño y admiración. Marco Aurelio es un hombre modesto, discreto, pero a todos los artistas —y él lo es— les gusta sentirse reconocidos, por eso es importante ofrecerle nuestra admiración y solidaridad, con él y con su familia; Patty ha sido una compañera ejemplar”.

Recuento de libros, viajes, aventuras… anuncio de una recopilación de sus Crónicas súbitas para dentro de un mes. Testimonios emotivos, cariñosos. La foto para el álbum…

Patricia Zama agradeció la asistencia al evento de manera sencilla pero llena de calidez diciendo que “todos son personajes de Marco Aurelio”.

Sí, fue un homenaje sui géneris, donde vimos muchas caras conocidas: la doctora Rosario Casco, Perla Xóchitl Orozco, Dionisio Morales, don Mauricio Díaz, Mónica Lavín… otras no tanto, como la de sus compañeros de la prepa.

Sólo faltó la presencia de Marco Aurelio. Todos sabemos que su salud es delicada y en esta ocasión tuvo que ver “su homenaje” desde su casa, vía internet. “Es muy motivador para él —dice Patty— porque logramos reunir a todos sus amigos, amigos que lo quieren mucho. Ha sido una reunión muy cálida y me imagino que él está en casa muy emocionado.”