Reportaje exclusivo para Siempre!
Primera de dos partes
Elizabeth Ponce y Karla Arenas
Considerado el capo más poderoso y, definitivamente, el más famoso de México, nació en 1957: Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo”, quien comenzó su carrera criminal en la década de 1980 como lugarteniente de Miguel Ángel Félix Gallardo, jefe del Cártel de Guadalajara y cuya detención en 1989 le llevó a fundar su propia organización en su natal Sinaloa.
En sus inicios dentro del trasiego de narcóticos, decidió unirse al Cártel de Guadalajara que comandaba el mismo Miguel Ángel Gallardo, donde ascendió rápidamente en las filas de esa organización.
Tras la detención de Gallardo, el cártel se dividió y Guzmán tomó el control de las operaciones de Sinaloa. Sicarios vinculados al cártel de los Arellano Félix, en Tijuana, intentaron asesinarlo en el aeropuerto de Guadalajara en 1993, pero no lo lograron y en cambio mataron al cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, hecho que desencadenó su detención ese mismo año en Guatemala, país del que fue extraditado a México para ser encarcelado en el penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco.
En una resolución federal fechada en San Diego, California en 1995, se acusó a “El Chapo” Guzmán y a 22 miembros de su organización de conspiración para importar más de ocho toneladas de cocaína y lavado de dinero.
“El Cártel de Sinaloa, liderado por “El Chapo”, tiene 60 mil kilómetros cuadrados de sembradíos de marihuana y amapola en México. Son los principales mayoristas de cocaína sudamericana en Estados Unidos y en Europa, controlan las rutas terrestres en Centroamérica, trafican heroína de Oriente Medio, con precursores químicos asiáticos cocinan en sus laboratorios toneladas de metanfetamina y, según la fundación InSight Crime, operan en 50 países y sus negocios incluyen trata de personas, prostitución, robo de gasolina, tráfico de armas y lavado de dinero, con ganancias de aproximadamente 3 mil millones de dólares al año”.
Desde 1996, autoridades federales de Estados Unidos lo han acusado, junto a sus cómplices, de traficar toneladas de droga rumbo a Estados Unidos, además de hacer uso de la violencia y crímenes como el asesinato, el secuestro y la tortura para mantener su operación.
En febrero de 2013, “El Chapo” fue considerado “el enemigo público número uno” de la historia de Chicago, por encima de Al Capone, quien construyó su fama a través del tráfico de licor, cuando éste estaba prohibido.
“El Chapo” ha logrado expander su dominio a 17 entidades del país y fortalecer el tráfico ilegal de cocaína, marihuana y drogas sintéticas hacia Estados Unidos, llegando a controlar el 80% del comercio de dichas sustancias en el país vecino, lo que ningún otro cártel mexicano ha conseguido.
Sus aliados y presencia en el extranjero
Personajes como el empresario mexicano-colombiano, Hugo Cuéllar Hurtado, quien posee alrededor de 11 empresas en ambos países y presuntamente provee al cártel sinaloense de cocaína, están fuertemente relacionados con Guzmán Loera.
Entre sus compañías destacan una empresa internacional de servicios financieros con filiales en el Distrito Federal, Miami, Florida y Madrid, España, así como en Panamá y Bogotá, Colombia. Además posee de la Línea Aérea Pueblos Amazónicos, de Bogotá y Líneas Aéreas Lincandisa en Quito, Ecuador.
En un documento publicado por la Office of Foreign Assets Control (OFAC), aparecen fundaciones filantrópicas como “Salva la Selva” y “Bienestar para el Porvenir”, junto a la Compañía Metalúrgica Extractiva de Colombia o Genética del Sur en Uruguay.
En Guatemala, los aliados de “El Chapo” son el cártel que lidera Marllory Dadiana Chacón Rossell, una mujer que controla 28 empresas en ese país, con ramificaciones en Panamá, como haciendas, boutiques, importadoras e inmobiliarias; en esa nación también trabajan junto a él, el cártel de los Lorenzana –que encabeza Waldemar Lorenzana Lima—, que puso a su servicio ocho empresas constructoras, negocios de bienes raíces y una exportadora.
En Belice, sus socios son John Ángel Zabaneh y su cártel, que opera cinco empresas turísticas y de químicos. Mientras que en Honduras, el cártel de José Miguel Chepe Handal Pérez trabaja con la organización mexicana a través de siete compañías como “El Rancho La Herradura” y tiendas de autopartes; en ese mismo territorio también hay una alianza con el cártel de Los Cachiros, que lideran los hermanos Devis Leonel y Javier Eriberto Rivera Madariaga, que lavan activos en cinco empresas como una minera, una ganadería, en inversiones turísticas y una inmobiliaria.
Otro aliado de Joaquín Guzmán es el recientemente liberado Caro Quintero, otro de los narcotraficantes más poderosos de México.
Inicios en el narcotráfico
“El Chapo” fue uno de seis hijos de un supuesto ganadero llamado Emilio Guzmán Bustillos que, según autoridades, en realidad se dedicaba a la principal industria de la zona, el cultivo y contrabando de opio y marihuana.
De acuerdo con el exagente del departamento estadounidense antidrogas, Michael Vigil, Joaquín Guzmán fue maltratado desde pequeño por su padre, no tuvo educación y durante su niñez se vio rodeado de armas y drogas, siguiendo así los pasos de su progenitor con quien mantuvo una relación fría.
Así pues, Guzmán Loera comenzó a cultivar marihuana de manera independiente, pero a finales de la década de 1970, cuando todavía no tenía los 30 años de edad, el capo Héctor Luis Palma Salazar, le encargó el traslado de drogas de las ciudades costeras de Sinaloa, hacia el norte, y hacia Estados Unidos.
“El Chapo” escaló posiciones rápidamente en el mundo del narcotráfico. A comienzos de los 80 supervisaba la logística de Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido como “El Padrino” quien entonces era el principal productor de cocaína en México y quien fuera fundador del Cártel de Guadalajara.
En 1985, cuando Miguel Ángel Felix Gallardo fue detenido por el asesinato del agente Enrique “Kiki” Camarena, el Cártel de Guadalajara se vio afectado y se dividió; entonces, “El Chapo” y “El Güero” Palma se fueron de Culiacán y fundaron un nuevo cártel.
A medida que Guzmán se consolidaba, comenzó a experimentar con formas novedosas de contrabando. Fiscales estadounidense dicen que creó una empresa de taxis aéreos y uso dos learjets para transportar drogas, además de que alquiló depósitos en el Sur de California, en Chicago, Newmark (Nueva Jersey) y San Antonio para almacenar sus productos.
En 1989, escondió cocaína en cajas de jabón enviadas al sur de California, en el 1992 abrió una ferretería cerca de Los Ángeles para importar rollos de alambrado mezclados con compartimientos de fibra de vidrio llenos de cocaína.
En otra ocasión, en México, fue arrestado con un camión de cajas de pimientos jalapeños dirigidos a Los Ángeles, de las cuales cada una contenía un kilo de cocaína; en total había 7.3 toneladas.
Después aparecieron los túneles, que de acuerdo con lo expresado por el agente de aduanas Kirpactrick se podría decir que fue el padrino de estos.
La leyenda sinaloense
La madrugada del sábado 22 de febrero de 2014, “El Chapo” Guzmán, se encontraba en el hotel Miramar, ubicado en la ciudad Mazatlán, Sinaloa.
Un grupo de élite de la marina mexicana irrumpió en un operativo sin precedentes. El resultado: la detención del narcotraficante más poderoso del mundo.
A un año de su arresto, el canal de televisión restringida, Discovery Channel, transmitió “La leyenda del Chapo”, un documental que recorre los pasos de Guzmán por el Triángulo Dorado mexicano y los lugares clandestinos donde se preparan las cargas de droga que se envían a todo el mundo. Pero, ¿quién es este hombre que encabezaba la lista de los más buscados por las fuerzas de seguridad de Estados Unidos y México?
En 1994 fue arrestado en Guatemala y trasladado a la cárcel de máxima seguridad en Puente Grande, Jalisco. Pero en 2001 logró escapar a través de un carro de lavandería.
Mientras las fuerzas mexicanas y estadounidenses lanzaban alertas y ofrecían millonarias recompensas, “El Chapo” se dedicó a reconstruir su cártel y llevarlo a lo más alto: traficaba marihuana, cocaína, heroína y metanfetaminas; en su momento se estimó que el 50% de las drogas que arribaban a Estados Unidos provenían de su organización. Sus “exportaciones” llegaban a Europa y a Asia, mientras que sus ingresos anuales superaban los tres mil millones de dólares. Según la DEA, en 2010 se convirtió en el mayor narcotraficante de la historia por delante del legendario Pablo Escobar.
Durante la última década antes de su captura, Guzmán permaneció escondido en el Triángulo Dorado, una zona montañosa de México y que es de difícil acceso; en esta zona confluyen los estados norteños de Sinaloa, Chihuahua y Durango. Según las autoridades mexicanas, varias veces se le intentó capturar, pero siempre lograba escabullirse gracias a una red de túneles que construyó.
La captura
A finales de 2013 y principios de 2014, las fuerzas de seguridad mexicanas comenzaron a acercarse al círculo íntimo de “El Chapo”. El 12 de febrero de 2014 fue detenido un colaborador cercano, Daniel Fernández Domínguez, “El Pelacas”, quien tenía una veintena de celulares en su poder, varios de ellos con llamadas realizadas desde Sinaloa.
Con el apoyo tecnológico de la DEA, las autoridades lograron geolocalizar uno de los teléfonos de Guzmán Loera en la ciudad de Mazatlán. Desde entonces, los agentes lo tenían en la mira estudiando todos sus movimientos. Finalmente, el 22 de febrero, alrededor de las 3:00 horas, 65 hombres de la élite de la marina mexicana se movilizaron hacia el hotel Miramar. Tres horas después, en una de las habitaciones, encontraron a Guzmán acostado en la cama y tras un enfrentamiento sin disparos, lograron capturarlo.
“El Chapo”, un mal sólo para algunos
Joaquín “El Chapo” Guzmán es un narcotraficante cuyas acciones dañan algo o mucho a la sociedad de México, afirman 71 de cada cien ciudadanos, pero son muchos los mexicanos que lo describen como capo de capos del narco, como astuto o inteligente, e incluso generoso, descubrió una encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE).
Las opiniones sobre que se trata de un agente del mal, sanguinario y violento suman en un campo social en que hay quienes ven al criminal como un Chucho, “El roto” moderno o lo comparan con el legendario revolucionario Pancho Villa.
La encuestadora Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) levantó una encuesta el 13 de julio con la fuga de “El Chapo” como telón de fondo y, en dos escenarios sociales, el de Sinaloa (500 entrevistas telefónicas) y el resto de México (500 encuestas más), pidió a la gente que dijera qué tanto ve a “El Chapo” como…
Resto de México:
En Sinaloa:
GCE preguntó con qué personaje asocia la gente al delincuente.
35.8% de los mexicanos lo compara con el secuestrador Daniel Arizmendi “El Mochaorejas”, lo que le coloca en el lado oscuro de la luna, pero para 16.6% de los ciudadanos es parecido a Francisco Villa, mientras que 12.9% lo ve como una nueva versión de Chucho “El roto”; 18.3% no le ve parecido a nadie y un 12.2% no sabe.
En Sinaloa la cosas se ven de manera distinta, 24.4% de los habitantes de ese estado compara a Joaquín Guzmán con Pancho Villa, 19% con Arizmendi y 16.2% con Chucho, “El roto”; 23 de cada cien no lo comparan con nadie y 15 no saben con quién equipararlo.
La idealización y comparación con personajes legendarios buenos de alguna manera tiene que ver con que 34.5% de la gente sinaloense piensa que el hecho de que ayude a la gente pobre disculpa los actos criminales de “El Chapo”, idea que comparte 25.1% de los ciudadanos del resto del país.
Es cierto que son más los que no creen que esa supuesta bondad justifique la maldad de las acciones del jefe del narco: 56% en Sinaloa y 63% en el resto de la nación.
Sobre la fuga, los encuestadores de GCE pidieron a la gente que mencionara las principales “herramientas” de las que echó mano para abrirse paso en el túnel que cavó en el Altiplano, siendo las más mencionadas:
Todos, ninguno, no sé y silencio fueron otras de las respuestas.
Gabinete, otra casa encuestadora, preguntó a la gente con qué imagen liga al capo del cártel de Sinaloa; en la escena nacional, 33.4% lo ve como un narcotraficante y 11.4% lo califica como delincuente, 4.2% lo liga al mundo de las drogas, 3.9% con el escape del Altiplano, 3.9% más con el mal, 3.4% lo ve como alguien listo y 3.1% le ve metido en la violencia, 2.9% con el engaño y 2.8% con la corrupción.
Burlas al sistema penitenciario
Como una nueva burla al Sistema Penitenciario Mexicano se considera la fuga de Joaquín Guzmán Loera.
Cientos de memes han invadido las redes sociales en los que se mofan de la evasión de quien es considerado uno de los mayores narcotraficantes del planeta.
La dosis de sarcasmo que los ciudadanos utilizan para criticar la actuación del gobierno mexicano son altas, a la vez que cuestionan severamente el sistema penitenciario en nuestro país.
Medios nacionales e internacionales señalan que “lo imposible ha ocurrido” y que con esta fuga “se ha venido abajo el orgullo de las fuerzas de seguridad mexicanas”, según lo menciona el diario El País, en el que se habla de la peligrosidad del reo que “sólo necesitó ir a la ducha para desaparecer” y además destaca que “la impunidad que revela todo el increíble plan de huida que sitúan al gobierno mexicano ante el más grave de los retos y ponen en duda su capacidad para hacer frente a su enemigo público número uno.
La entrevista “memorable”
El presidente Enrique Peña Nieto dijo días después de la captura de Joaquín El Chapo Guzmán, en una entrevista con León Krauze en Univisión en febrero del año pasado, que sería “imperdonable” una nueva fuga del jefe del Cártel de Sinaloa.
En la misma entrevista Peña Nieto habla sobre diversos aspectos de la captura del capo, como el proceso de verificación de identidad y sobre una extradición a Estados Unidos, que no se concretó.
Krauze entonces pregunta a Enrique Peña Nieto: “casi el 70 por ciento de los mexicanos dice que existe una posibilidad de que se vuelva a escapar Joaquín Guzmán, ¿usted se compromete a que eso no va a ocurrir?”
“Es una obligación que tiene el Estado mexicano; y más, creo yo, frente a lo que ya ocurrió en el pasado, sería verdaderamente algo más que lamentable, digo es imperdonable, que ahora el Estado y el gobierno tomen las debidas providencias para asegurar que lo ocurrido hace algunos años se pudiera repetir” respondió el mandatario.
“Es claro que estamos tomando providencias, es algo en lo que he insistido. Creeme que todos los días al titular de gobernación le pregunto ‘¿Y lo tienes bien vigilado, está seguro?’ porque evidentemente es una responsabilidad que hoy tiene a cuestas el Gobierno de la República, el asegurar que la fuga ocurrida hace algunos años nunca más se vuelva a repetir”, concluye en su respuesta.