Que una persona como Ricardo “Tuca” Ferretti haya sido llamado –tras su ofrecimiento- como el “salvador” de la Selección Nacional de México, no es un buen indicio, pues no se puede poner como un ejemplo para el deporte a un sujeto que, al igual que el que se fue, Miguel “Piojo Herrera, es una persona que emite y transmite a cada momento violencia, más allá de sus buenos resultados dentro del balompié nacional.

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La Federación Mexicana de Fútbol (Femexfut), a través de la Comisión de Selecciones, ha mandado un mensaje muy negativo desde su trinchera a los millones de aficionados que hay en el país. Despiden al “Piojo” por su incontrolable temperamento y le dieron el voto de confianza financiero a Ricardo, que es de un corte peor en su trato como ser humano.

El horno no está para bollos. La descomposición social en México no podría aguantar un nicho más de violencia en la máxima figura del Tri, aunque por encima de todas las cosas, para los dueños del balón, lo más importante es el negocio de ese deporte, no así el de presentar personajes ejemplares que emitan e irradien lo que el espíritu de cualquier deporte está obligado a mandar como mensaje: salud física, salud mental y, en este caso, esparcimiento ante todos los problemas que enfrenta día con día el ciudadano de a pie.

Si bien es respetable su temperamento, “El Tuca” nunca, por nada del mundo, tendría que olvidar que es una figura pública y que no solamente es observado por niños y jóvenes que buscan en sus ídolos un ejemplo a seguir.

El timonel de origen brasileño también es icónico para muchos de los grupos de inadaptados que conforman los grupos de animación (porras) y otros de vándalos que imitan al personaje, pues saben que en México la impunidad está por encima de cualquier otro valor.

Es decir, violencia origina más violencia. La manera tan agresiva e irrespetuosa en la que se conduce el timonel de los Tigres, no se justifica por ningún motivo con que sea uno de los entrenadores de futbol con mayores títulos en nuestro país; no se justifica con que haya sido un jugador representativo para el balompié nacional.

Esta violencia natural de Ferretti se ha convertido en un caldo de cultivo para la violencia en los estadios. Incluso, hay quienes al frente de un micrófono, detrás de una cámara, o al arrastrar la pluma, se lo aplauden con la justificación de que así es su personalidad, sin medir las consecuencias de lo que se genera con este tipo de mensajes que hacen parecer que en algo tan trascendente como es el deporte, no importa si eres violento, agresivo, irrespetuoso, explosivo o un factor de transmisión bélica.

El problema es que mientras sus directivos, la Femexfut y algunos cronistas deportivos se los ríen, se los justifican y se los aplauden, cada vez se pierde más la cordura, la calma y la paz en los estadios de México.

El mismo mensaje hubiera sido si la decisión se hubiera inclinado a favor de Tomás Boy, si hubiera regresado José Manuel de la Torre, el uruguayo Carlos Miloc, Ángel David Comizzo, el portugués Pedro Caixinha, el venezolano César Farías o cualquier incontrolable timonel.

 

Ricardo Ferretti de Olveira, nacido en Río de Janeiro, Brasil, el 22 de febrero de 1954, es un exfutbolista y director técnico, nacionalizado mexicano desde 2006. Como jugador estuvo en equipos como el Botafogo, el Club de Regatas Vasco da Gama y el Bonsucesso de su país natal, y en Atlas de Guadalajara, Club Universidad Nacional, Coyotes de Cd. Neza, Club de Fútbol Monterrey y el Club Deportivo Toluca en México.

Actualmente entrena de forma interina a la Selección nacional de México, pero dirigió a Pumas en dos ocasiones (1991-1996/2006-2010); Chivas (1996-2000); Toluca (2003-2004); Monarcas (2005); y a Tigres, su actual equipo al que ha dirigido en tres ocasiones (2000-2003/2006/2010-20015).

El Tuca ha conquistado tres títulos de liga como timonel del futbol mexicano con igual número de equipos: Guadalajara en 1997, Pumas en 2009 y Tigres en 2011.

Ha sido calificado como uno de los técnicos más “disciplinado” con su plantel, de los más indisciplinados en los estadios, pero un estudioso del equipo contrario, por lo que siempre sale a la cancha a ofrecer partidos tediosos para el rival por su estilo de juego, que le ha sido redituado en resultados.

Ahora, se ha convertido en el “bomberazo” de la Federación Mexicana de Fútbol, tras el despido de Miguel Herrera; contratación emergente que ojalá no le cueste mucho al futbol nacional, a los jugadores, a la afición y a las propias empresas, que hoy por hoy, tiene convertido el más grande espectáculo del país, en un desalmado negocio.