Entrevista a Pedro Medina Rodríguez | Profesor de la FCPyS de la UNAM | Exclusiva para Siempre!

 

 

Ofelia Alemán García

La retórica de la clase política mexicana conlleva tintes de un nacionalismo patriótico cada vez que hay una observación internacional sobre un caso de derechos humanos. Incluso se piensa que hay infiltrados, quienes piden a gritos la intervención extranjera a favor de los derechos humanos.

Días después de la denuncia de los desaparecidos, el exgobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, facilitó la cooperación con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a quien la cancillería mexicana entregó un reporte al respecto el 3 de marzo de 2015.

El 6 de diciembre de 2014, los padres de los desparecidos pidieron la intervención de extranjeros para analizar los restos calcinados encontrados en el basurero de Cocula en Guerrero. Dicha intervención se formalizó a través del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan quienes incluso llegaron hasta Ginebra, Suiza, en la sede del Comité Internacional de Desapariciones Forzadas de las Naciones Unidas.

El 21 de octubre de 2014, la delegación en México de la Unión Europea condenó los hechos de Ayotzinapa y los padres también pidieron su intervención.

Los líderes de la Caravana 43 en Estados Unidos, movilización convocada por supuestos familiares de los estudiantes desaparecidos, pidió el 16 de marzo de 2015 la intervención de Washington. Un mes después, cerca del 27 de abril de 2015 se instauraría la Euro Caravana 43 con la misma petición.

Especialistas de la Universidad de Innsbruck, en Austria, expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, ACNUR, la Unión Europea, la ONU, diversos jefes de Estado y organizaciones de la sociedad civil en el mundo han persistido con declaraciones en torno al caso Ayotzinapa, señalando a México como un Estado problemático en derechos humanos.

Soberanía dual, concepto poco conocido

En entrevista exclusiva para Siempre!, el profesor Pedro Medina Rodríguez justifica este discurso nacionalista al ser una costumbre muy arraigada porque fuimos víctimas de muchas intervenciones extranjeras en el pasado; explicó: “Pero ahora estamos en otra época. El siglo XX fue el siglo de las atrocidades y de los genocidios. El intervencionismo a favor de los derechos humanos no es compatible con la idea nacionalista que tenemos de soberanía sino con los avances que tenemos de la soberanía dual”.

Pedro Medina explica que la soberanía dual es concepto retomado por el exsecretario de las Naciones Unidas, Kofi Annan, en un discurso ante la Asamblea General en 1999. Posteriormente, del término devino la aprobación del concepto Responsabilidad de Proteger o R2P (por sus siglas en inglés) en la Cumbre Mundial de 2005.

“Ésta es la conclusión de la reflexión internacional al término de la Segunda Guerra Mundial en torno al Holocausto, la Carta de las Naciones Unidas de 1945 y la Carta de los Derechos del Hombre de diciembre de 1948”, señaló.

Para el catedrático, el Estado debe reconocer que dentro de sus obligaciones —incluso por encima de la soberanía estatal— está la defensa de los derechos fundamentales de la persona humana. “El Estado fue creado para darle seguridad, protección y certidumbre a la persona humana. La soberanía dual implica el reconocimiento de la universalidad de los derechos de la persona humana. Un Estado sin pueblo no es nada”, señala el académico, quien imparte la cátedra de Derechos Humanos y Derecho Diplomático y Consular en la Facultad de Ciencias Políticas y sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Tres fases de alertas internacionales

A escala internacional, en explicación del profesor, el régimen de los derechos humanos tiene tres fases: alertas tempranas, investigaciones e intervención directa en el país. “Cuando en un Estado se empiezan a ver síntomas de violencia interna que atenten contra la seguridad de las personas se activa el mecanismo internacional de alertas tempranas, es una fase preventiva interna. Si el Estado no hace caso de esos primeros síntomas de violencia o de inconformidad del pueblo, entra en una segunda fase de la observación e investigación por parte de la comunidad internacional. Esto sucede en nuestro país actualmente”, destacó.

El catedrático afirma que esta segunda etapa conlleva asistencia por parte de otros países o instancias internacionales. Y la tercera etapa sobreviene cuando el Estado no está en condiciones de garantizar la seguridad de las personas pude venir una injerencia por razones humanitarias.

En el caso de la intervención directa, el profesor Pedro Medina recalca tres problemas que el derecho internacional no ha podido resolver todavía, en primer lugar, la soberanía misma, es decir no inmiscuirse en asuntos internos. En segundo lugar, la aprobación de las Naciones Unidas del Consejo de Seguridad, y en tercer lugar, que la intervención por asuntos humanitarios podría conllevar intereses encubiertos de otro tipo.

“Libia es el primer caso de intervención con fines humanitarios aprobado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo, esta cuestión debe madurar ya que estamos viviendo una etapa de muchos conflictos internacionales en donde las personas quedan atrapadas y desprotegidas” destacó el académico.

El profesor Medina finalizó: “El problema es que ante tantos casos importantes en el mundo y en México, hay muchas versiones en donde se pierde la verdad. Entonces nos quedamos con la sensación de que las cosas fueron diferentes. Como sociedad esto nos lleva a la incertidumbre porque cada quien elabora una teoría distinta sobre lo que pasó”.

@ophelyas