A pocos días de que se cumpla un año de la desaparición de los 43 normalistas de la escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, el diario internacional El País publica las declaraciones de dos miembros de la inteligencia militar que revelan cómo el 27 batallón de Infantería, destacado en Iguala y con cuartel general en Chilpancingo, recibieron información de primera mano de la vorágine, pero a pesar de ello, el Ejército mantuvo la distancia y dejó que la Policía Municipal, un apéndice del narco, apresase a los jóvenes; “no te acerques mucho ni te arriesgues”, llegó a decirle un oficial a un agente en uno de los ataques.

Las declaraciones del teniente Joel Gálvez y del soldado Eduardo Mota a la Procuraduría General de la República (PGR) muestran el conocimiento que tuvo la inteligencia militar de la tragedia, un convulso episodio en el que la Policía municipal, a las órdenes del cártel de Guerreros Unidos, desató una persecución que sumió a Iguala en el caos; los comercios cerraron, los vecinos se refugiaron en sus casas, durante la caza dos estudiantes murieron a balazos, otro fue desollado y tres personas ajenas a los hechos fueron tiroteadas al ser confundidas por normalistas, todo esto sin que los militares intervinieran.

De acuerdo con la nota, el flujo de información partió del C4, un sistema de coordinación de seguridad en el que también participaba la policía estatal y federal, allí un sargento mantenía al tanto al oficial de inteligencia, quien a su vez ponía en conocimiento de la espiral de violencia a su superior, el coronel José Rodríguez Pérez y la cuartel de la zona militar 35, al mando del general Alejandro Saavedra Hernández.

Con base al relato del teniente Gálvez, éste recibió al menos nueve llamadas, en la primera, el oficial ordenó al soldado Mota, encargado de comunicaciones y encriptación, acudir a uno de los focos de tensión a pocos metros de la central de autobús; allí la policía municipal rodeaba un transporte repleto de normalistas e intentaba someterlos mediante gases lacrimógenos y amenazas: “si no bajan, les irá peor”, les gritaban, los que se rendían quedaban tendidos boca abajo, era su sentencia de muerte, este contingente de detenidos acabaría siendo entregado a los sicarios.

El agente de inteligencia tomó fotos y tras ser conminado por su teniente a no acercarse, regresó al batallón, a partir de ese momento sucedieron las llamadas al C4 y también las peticiones de ayuda a ciudadanos.

El texto relata que los militares, bajo órdenes del coronel empezaron a patrullar la ciudad, acudieron a los sitios donde se habían refugiado por decenas los normalistas, entre ellos un hospital General y la clínica cristiana, donde hallaron heridos graves, alguno al borde de la muerte y escucharon los relatos del terror.

El diario El País revela parte de lo acontecido aquella noche del 26 de septiembre y con los 43 estudiantes de Iguala aún desaparecidos.

Con información de El País