Abdiel Hernández Mendoza*

El eurocentrismo enseñó que el mundo no se comprende sin Europa y su forma civilizada de vida. Continente que repartió ideología, lenguas, formas de organización política y social… en fin, le dijo cómo vivir-pensar-actuar-soñar. La misión civilizatoria europea cosecha toda clase de frutos, sobre todo de aquellos huertos inmediatos que le tocó cercar de ella misma a través de repartos de territorio, como el Congreso de Berlín de 1885.

Pobreza, conflictos territoriales y étnicos, guerra, sequía, hambre, etcétera, son flagelos que padecen los países conquistados por las potencias europeas. Son consecuencia histórica de la colonización europea; resultado de un proceso de periferización del mundo cuyo centro de poder y mando es reconocido –por quienes pretenden llegar en calidad de «inmigrantes ilegales»- como el lugar en donde se encuentran quienes deben responder por la miseria sembrada en su territorio.

Ahora que son señalados como ilegales sería conveniente reflexionar ¿quién fue el primer ilegal en territorio de quién? ¿Dónde se debe buscar al responsable de lo que sucede en Afganistán, Iraq, Siria, etcétera? En fechas recientes Evo Morales construía una pregunta en el mismo sentido, respecto a la deuda de los países pobres: ¿Quién le debe a quién?

Pero como los contemporáneos no se hacen responsables de los errores del pasado, tienden a evitar que las consecuencias sean nefastas para su seguridad. Por eso, para Europa es tiempo de evitar que el problema de los refugiados se propague como un mal en su continente. La Responsabilidad para proteger (R2P) es una opción que no se descarta. La opción Haití (invasión encubierta de ayuda humanitaria) late con fuerza para ser utilizada en los países que expulsan refugiados. Así, la invasión a Siria disfrazada de intervención humanitaria, u otra forma filantrópica occidental, está a la vista.

Mientras ese escenario se construye, el negocio de la migración en Europa ya inició, el proyecto PERSEUS que tiene como objetivo: la protección de los mares europeos y sus fronteras mediante el uso inteligente de la tecnología, funciona como parte de un sistema de contención de quienes desean ingresar a la Unión Europea. Esta iniciativa opera junto a empresas como Indra, en conjunto con las agencias europeas de fronteras exteriores (Frontex), de Seguridad Marina (EMSA) y por su puesto la OTAN.

Y así, mientras en Europa se reúnen, las grandes potencias, para poner solución a un problema en el que los más afectados son los ausentes, aumentan las ganancias de las empresas Operamar, AirEuropa y Swiftair, con el número de deportados del viejo mundo.

*Profesor FES Acatlán y FES Aragón, UNAM.

@Abdieler