Manlio Fabio Beltrones

José Elías Romero Apis

 

 

Estoy convencido, desde hace muchos años, de que Manlio Fabio Beltrones es uno de los políticos mejor equipados en los actuales tiempos mexicanos. Detallar las razones de mi dicho pudiera parecer, para el amable lector, que la amistad me orilla a perder la objetividad. Pero aclaro que tengo 100 o 200 amigos políticos y a éste lo coloco en los niveles superiores de calidad. Es decir, valoro a todos mis amigos pero también los valúo.

Pero sí me sería permisible sintetizar y me quedo con lo siguiente. Para ejemplificar sin muchas palabras, diría que Beltrones siempre me ha parecido como la buena amalgama de las virtudes de varios de nuestros políticos más respetados. Tiene la precisión analítica de Fernando Gutiérrez Barrios, más el estilo elegante de Carlos Hank, más la eficacia operativa de Alfonso Martínez Domínguez, más lo que él mismo añade de propio a esas grandes virtudes para colmarlas con sus específicas y especiales aportaciones.

Y si alguien quisiera subir el nivel de comparación, me permitiría decir que tiene la vista de Adolfo Ruiz Cortines, la visión de Carlos Salinas y la videncia de Plutarco Elías Calles.                 

 

Ahora, asume un encargo de suyo importante y no fácil de descifrar. El PRI es uno de los referentes más importantes del sistema político mexicano. Todo lo que le pueda acontecer a la organización política más importante de la historia de México puede repercutir para el bien o para el mal de la nación entera. Es una de las fuerzas niveladoras del sistema político así como la Luna lo es del sistema gravitacional terrestre o el subcontinente amazónico lo es del sistema ecológico del planeta.

En fin, lo que es importante no es que se vean tan sólo los resultados sino, fundamentalmente, que se precisen las causas del triunfo o de la derrota. Conocer lo que pasó. Lo que lo provocó. Las contingencias. Los errores. Los aciertos. Lo que va a suceder. Lo que ya viene.

¿Seguir apegado al ideario de la Revolución Mexicana o sustituir éste por otro más moderno, más fresco y más novedoso? ¿Hacer una propuesta ecléctica que incluyera ambas posturas? ¿Buscar una tercera y diferente? Algunos, con cierta ligereza, han propuesto hasta tan sólo hacer maquillajes mercadotécnicos. ¿Cambiar de nombre y de emblema? ¿Cambiar de colores o de edificio?

Algunos han dicho que es muy importante para el PRI que rescate su discurso tradicional, enriqueciéndolo con los imperativos de nuestro tiempo. Que rescate las banderas que ha abandonado o que le han arrebatado. Y que se ponga del lado de la voluntad del pueblo, siempre permanente, y no del lado del gusto de los gobernantes, siempre transitorios.

Por eso, al buscar la más importante de todas estas lecturas me quedo con la siguiente. Que el PRI ha demostrado su intacta capacidad de permanencia y ha asegurado su existencia política en un horizonte temporal tan amplio que hoy no sería predecible ni calculable. En otras palabras, que si algún día se iniciara la declinación irreversible de los actuales partidos, el PRI sería el último en extinguirse. Pero que si, por el contrario, progresan, mejoran y se perfeccionan, el PRI debiera seguir estando en la cúspide de esa pirámide.

 

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