Nos involucra a todos

 

Julio A. Millán B.

Estamos en una guerra fría financiera. Desde antes de las crisis de 2009, los países desarrollados (el otrora primer mundo) habían empezado a perder fortaleza económica y a ver reducido su crecimiento. En particular, Estados Unidos ya registraba una ralentización en su actividad económica, la cual se vio exacerbada con la crisis financiera, que inició en el mercado inmobiliario y que arrastró a otros sectores y a todas las economías directamente involucradas con su cadena de suministro.

Por otro lado, Rusia y China empezaron a generar una hegemonía económica destacada. La primera pasó de ser una potencia nuclear, a ser una energética, controlando los suministros de gas y petróleo a Europa y Asia; la crisis de Ucrania es producto de las tensiones que la geopolítica ha generado. Por su parte, China con su pujante modelo económico ha adquirido un potencial financiero significativo, no sólo por sus reservas en dólares que superan el billón (trillions), sino por el liderazgo que ha ganado. Baste recortar que ambas naciones, junto con Brasil, India y Sudáfrica (los BRICS), constituyen un Banco de Desarrollo con el objetivo de movilizar recursos para proyectos de infraestructura y de desarrollo sostenible en los BRICS y en otras economías emergentes y países en desarrollo. Uno de los motivadores de esta unificación es oponerse a los dictados y recetas que imponen el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a los países que apoyan, pero que curiosamente sólo aplican a los tercermundistas y no a los europeos.

A esta situación se unen las grandes inversiones que Rusia y China han realizado en Europa y en otras latitudes. Rusia está tomando una presencia más importante, tan es así que uno de los proyectos más destacados lo ha llevado a invertir 10 mil millones de dólares en la primera base rusa en la Luna para reabastecimiento de combustibles. El poderío ruso descansa (descansaba) en sus vastas reservas de petrolero y gas.

Era necesario para Estados Unidos combatir la fortaleza rusa; por ello, junto con sus socios de Arabia Saudita cometió un dumping del petróleo, reduciendo su costo a la mitad con una sobreoferta, perjudicando a una serie de países, entre ellos México. Así es la nueva guerra fría, se ha apretado fuerte a toda la estructura económica rusa, provocando un severo desajuste macroeconómico.

Es evidente que la economía mundial sigue dependiendo de Estados Unidos. China y Rusia están sufriendo los estragos. Pero México también, a pesar de los muchos tratados firmados, siendo el TLCAN y el posible Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica TPP, que dominarán los americanos los más importantes, lo que es preocupante. Somos un país vulnerable, es claro que necesitamos tener una buena alianza con los americanos, que nos faciliten el comercio, llegar a otros niveles de desarrollo y no tener barreras, como las migratorias. Hay mucho camino por recorrer y mucho trabajo por hacer. La guerra fría financiera nos involucra a todos.

Presidente de Consultores Internacionales.