Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes

 

 

 

La herramienta básica para la manipulación de

la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlas

a la gente que debe usar las palabras.

Philip K. Dick

 

 

 

 

 

José Fonseca

¡Vaya follón que armaron los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con su informe sobre la tragedia de Iguala que costó la vida a 43 estudiantes normalistas!

Revelaron detalles que mostraron insuficiencias en la investigación realizada por la Procuraduría General de la República, investigación que condujo a la detención de más de 100 personas, algunas confesas, y que esperan juicio hasta que se termine la investigación.

Es el descubrimiento del hilo negro que haya quienes se asombran por el factor del tráfico de drogas en la tragedia de Iguala. Esa hipótesis estuvo siempre presente, pero se manejó con discreción, para evitar que empezaran los clamores de doble victimización de los estudiantes.

Caro, carísimo, ha pagado el gobierno federal el error de subestimar el caso y dejarlo en manos de las autoridades estatales, las cuales, en el mejor de los casos toleraban la actuación de las bandas del narcotráfico en la zona de la tragedia y en el resto de la entidad.

La manipulación de los hechos trasladó la responsabilidad de la tragedia al gobierno de la república. Y ahora resulta que todos los actores locales fueron inocentes espectadores.

Por eso, desde que se dieron a conocer los primeros resultados de la investigación de la PGR, se alzaron airadas voces escépticas. ¿Dónde están los funcionarios federales, civiles o militares? Con esa pregunta se puso en marcha una manipulación de los hechos.

Nadie pone en duda la integridad de los expertos de la CIDH, pero su informe no aclaró nada, revolvió más las aguas y el augurio es que la búsqueda de la verdad de lo ocurrido la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 se convierta en una historia sin fin. Una historia en la cada quien tomará la parte de realidad que a sus intereses o convicciones convenga.

Será inútil que los expertos insistan en el esclarecimiento de la tragedia. Aunque lo consiguieran, si sus conclusiones no corresponden al cuadro mental que tantos se han formado de la tragedia, tristemente continuará la explotación perversa de ésta con fines políticos e ideológicos. La perversa e interminable explotación del dolor de quienes perdieron a sus hijos en Iguala.

                                            jfonseca@cafepolitico.com