Ayotzinapa, Iguala y Cocula
José Luis Camacho Acevedo
No puede haber dos verdades sobre un mismo asunto, pero sí puede haber dos versiones.
La primera es la oficial que la Procuraduría General de la Justicia (PGR) dio a conocer el pasado 27 de enero, en la cual se aseguró que los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa fueron asesinados e incinerados en el basurero municipal de Cocula, los restos después fueron arrojados al río San Juan.
Esta versión de los hechos fue bautizada por el entonces procurador Jesús Murillo Karam como la “verdad histórica”, acompañado por el director de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón. Ambos declararon y afirmaron ante la nación entera la veracidad de la conclusión de sus investigaciones, misma que dieron por cerrada y terminada.
Esta “verdad histórica” actualmente se está tambaleando, a punto de convertirse en una gran mentira histórica, como bien la han calificado ya los padres de los normalistas desaparecidos.
La segunda es la que fue encargada por el propio gobierno de la república al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), conformado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para analizar los hechos ocurridos en Iguala, sin embargo, esta versión no sólo puso en duda las conclusiones de la autoridad, sino que demostró su falsedad con pruebas científicas.
De los dos funcionarios, Zerón continúa en el cargo, y después de conocer los resultados del GIEI, sigue defendiendo la versión oficial sobre la incineración de los restos de 43 normalistas de Ayotzipana.
Hace unos días, Zerón ratificó el informe de la PGR sobre los sucesos ocurridos la noche del 26 de septiembre de 2014, pero advirtió que se tomarán en cuenta las consideraciones del GIEI, pero aseguró que nuevas pesquisas indicarán la veracidad de la versión gubernamental al respecto.
En la versión de los expertos de la CIDH se resaltó la existencia de un quinto camión, el cual fue inexplicablemente excluido de la narrativa de la “verdad historia” de Murillo y Zerón, hoy en día es uno de los puntos centrales del debate, pero solo es uno de los varios que sirven para cuestionar el trabajo de las autoridades que se encargaron del esclarecimiento de los hechos.
El quinto autobús es el eslabón clave de la presencia del crimen organizado en el caso del traslado de los normalistas desde Ayotzinapa hasta Iguala, que está a 150 kilómetros de distancia, y en donde se incuban sospechas que pueden trascender las fronteras en la investigación reabierta por las denuncias, un eslabón lamentable y peligrosamente perdido.
¿Quién o por qué lo perdió o lo perdieron?
Otros actores, los que lamentablemente fueron las víctimas propiciatorias de los hechos, son los estudiantes del primer año de la Normal de Ayotzinapa, que tienen como punto negativo los señalamientos de que transportaban mariguana y el hecho de haber sido movilizados desde una escuela que se encontraba a una distancia de 150 kilómetros.
Lo que se está omitiendo, o falta, es la línea conductora entre las actuaciones de algunos personajes del PRD, quienes al parecer lo que más que tenían en común eran los intereses económicos, estos son el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, su esposa, María de los Ángeles Pineda, el ahora presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, y el exgobernador de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre Rivera.
La procuradora federal Arely Gómez, por instrucción del presidente Enrique Peña Nieto, será la encargada de realizar los nuevos peritajes tanto en Iguala como en Cocula para tratar de esclarecer más en lo posible los móviles que ocasionaron la tragedia.
El riesgo para Peña Nieto es que la procuradora le resulte una versión femenina de Virgilio Andrade, quien hace unas semanas apareció ante los medios para dar un mensaje que todo mundo descalificó, y que puso al supervisor de la conducta proba de los funcionarios federales, como un sirviente de los que son sus superiores institucionales o lo más grave sus superiores políticos.
Como en los casos de Tlatlaya, la fuga del Chapo Guzmán y del conflicto de interés de las casas de las Lomas y Malinalco, la sociedad espera muy poco del resultado de las nuevas investigaciones que anunciado el presidente, todos quieren saber cuál fue el destino final de los normalistas desaparecidos, pero pocos quieren o pueden creer la versión oficial de las autoridades mexicanas.
El título de esta comedia se asemeja al de la obra de Juan Ruiz de Alarcón de La verdad sospechosa.