Charla con Sandra Lorenzano/Autora de La estirpe del silencio

Eve Gil

La tercera novela de Sandra Lorenzano, autora argentina radicada en México desde 1976, La estirpe del silencio, retoma una de sus obsesiones, establecidas desde sus dos primeras novelas, Saudades y Fuga en mi menor: la nostalgia nacida del exilio. Pero esta vez profundiza en la herida al plantearnos otra forma de exilio, más aproximada al destierro, e incursiona en una de nuestras realidades más dolorosas y antiguas: la explotación sexual en niñas y adolescentes, algo que ya muy común a principios del siglo XX, punto de partida de estas fascinantes historias entrecruzadas.

“Tenía ganas de escribir algo que me permitiera transmitir toda la tristeza, el dolor, pero también la indignación ante la violencia contra las mujeres que vivimos en nuestro país y que nos coloca en un vergonzoso puesto en el mundo —señala la también poeta, autora, entre otros, de Vestigios—. Me preguntaba cómo hacemos para vivir en medio de este horror como si nada. Escuchamos y leemos, pero como la vida sigue y como no podemos hacer gran cosa, dejamos crecer el problema. En lo personal, por supuesto, tampoco estaba haciendo demasiado, y me pregunté si a través de la literatura podría crear algo que sensibilizara al respecto a quienes se acercaran al libro; que creara cierta empatía con las mujeres que habían pasado por una pesadilla semejante, incluso solidaridad”.

Tijuana… y rita Hayworth

No le apetecía a Sandra escribir un estudio sociológico sobre la violencia de género donde las mujeres solo son cifras. Tenía que ser una novela. Ponerse en los zapatos de las víctimas, porque detrás de cada mujer desaparecida, hay una cadena de seres sumidos en la tragedia

“Me pareció interesante, además —dice—, que tuviera que ver con Tijuana, una ciudad con la que me siento tan vinculada y fascinada porque posee energía y vitalidad creativa como ninguna otra en el país. Al mismo tiempo, claro, está la leyenda negra vinculada a las prohibiciones en Estados Unidos de los años cuarenta, vigente hasta cierto punto”.

“Fue precisamente leyendo sobre la antigua Tijuana, que aparece el fastuoso centro nocturno de Agua Caliente, con pista de aterrizaje para recibir a los magnates de Hollywood y demás multimillonarios con capacidad para pagar por los enigmáticos placeres del lugar. Y me topo con Rita Hayworth. Mi papá, que era un fanático de ella, me había contado parte de la historia que narro en la novela. Me puse entonces a leer todo sobre Rita, aunque por tratarse de un icono mundial del espectáculo existe mucho más para ver que para leer. Fue así como me enteré de estas historias tremendas, truculentas”.

“Pensé que esa Rita marcada por la historia del horror podía convertirse en un símbolo de historias alternativas sobre violencia de género —continúa entusiasta la vicerrectora de la progresista Universidad del Claustro de Sor Juana—. Aclaremos que la novela no es sobre Rita Hayworth, aunque aparezca en la portada. Solo abordo los extremos más dolorosos de su vida: su infancia plagada de abusos de todo tipo, y su envejecimiento acelerado por el Alzheimer. Las hermanas francesas, Claire y Anette Furry, que en algún momento habrán de cruzarse en su camino y son contemporáneas, son producto de la ficción, una ficción surgida de esa época de incipiente trata de personas donde Tijuana juega un lugar preponderante, aunque, irónicamente, será asimismo el lugar para la salvación de una de ellas”.

Claire y Anette son dos felices niñas parisinas que cuidan una de la otra con ternura y devoción, máxime tras perder a sus padres en un accidente de tránsito. Un cura mal encarado se “hace cargo” y las entrega a un torvo personaje que asegura estar interesado en Claire como esposa. Las hace cruzar el mar hacia la ciudad de México y fuerza a Claire, que no ha cumplido los quince, a ejercer la prostitución en medio del sórdido silencio del traspatio de una vecindad. Anette, a sus nueve, le resulta demasiado pequeña –los tiempos han cambiado- y el padrote la envía a un orfanatorio cuando algo se complica, aunque una delirante y enferma Claire le jura que pronto irá a rescatarla.

Solidaridad entre mujeres

“Inventé la historia a través de otras historias reales —explica la autora—, pero tal como la cuento es ficción, y me sirve de puente para vincular a Anette con Rita, ficticio también, y llegar hasta el presente. Quería abordar las distintas formas en que las mujeres enfrentan este tipo de violencia”.

“Me importaba mucho hablar de la solidaridad entre mujeres… Pensar que puede haber alguien, hombre o mujer, que te ayude a levantarte, y esa posibilidad deja abierta una ventana al horror planteado en la novela. Así en La estirpe del silencio, la verdadera red está constituida por el amor y no por el lazo sanguíneo”.

Sandra considera que una de las razones por las que le obsesiona el tema de la memoria, además de la más elemental —“la memoria es tanto individual como colectiva, la construcción de esta puede ser la base para recrear aquella”— es porque su querida abuela, al igual que la propia Rita Hayworth, murió sin recuerdos, a la edad de 90 años.

“Alguien tiene que cuidar esa memoria para que el presente sea en verdad significativo y no pasemos por aquí de manera superficial. A través del delirante monólogo de Rita, donde se va desvaneciendo su memoria me pregunto por qué, incluso los que quieren olvidar, no toleran la idea de perder lo que han vivido, por doloroso que sea. Tanto mi abuela como mi madre, que murió de cáncer, también lucharon por retener sus recuerdos”.

“La obsesión por la memoria podría llegar a tenerla yo. No digo que la tengo porque conozco mi historia, pero las historias de la gente común y corriente no se remontan más allá de los abuelos, si acaso los bisabuelos. No tenemos árbol genealógico. No tengo ni idea de cómo mis antepasados llegaron a este continente y en cierta manera entiendo que Irene se pueda obsesionar al grado de hacer regresar el pasado hasta su presente”.

Sandra Lorenzano (Buenos Aires, 1961) está por publicar un nuevo libro de poesía que se titulará Herencia con la editorial hispanoamericana Vaso Roto, pero asegura que le costará mucho trabajo despedirse de esta novela.

La estirpe del silencio la publicó Seix Barral, Biblioteca Breve, México, 2015.