Instalación de la VII Asamblea Legislativa

 

 

¿Qué pueden hacer las leyes donde

el dinero es el único rey?

Petronio

 

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera

Además de conmemorar —por capricho de los dictadores Santa Anna y Díaz— el 205 aniversario del inicio de nuestra guerra de Independencia, en la Ciudad de México se instalará la VII Asamblea Legislativa y, con este acto, los integrantes de Morena estaremos jurando cumplir y hacer cumplir no sólo la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el Estatuto de Gobierno, sino el mandato popular expresado en las urnas, cuyo claro mensaje a favor de restaurar el espíritu democrático de la ciudad es innegable.

Antecediendo al evento protocolario que realizará la Comisión Instaladora de la saliente VI Legislatura en el histórico recinto de Donceles, las y los diputados electos de Morena rendiremos una protesta popular ante el Hemiciclo a Juárez, una jura frente al pueblo, un compromiso en un emblemático espacio público, expresando con este evento no sólo nuestra firme lealtad a los principios ideológicos enarbolados por don Benito Juárez, sino también nuestro sólido compromiso para fortalecer la democracia directa en la ciudad y nuestro apego a la defensa de las libertades, las garantías y los derechos de habitantes y visitantes de la Ciudad de México, ya que, de forma expresa, queremos reafirmar el pacto adquirido con los capitalinos en defensa de nuestros espacios públicos ante las argucias neoliberales con las que pretenden enajenarlos para beneficio del capital inmobiliario.

El significado cívico implícito en el acto de asumir el honroso cargo de representante popular en la plaza pública, de reconocer como guía política el legado del más grande estadista de la historia mexicana y el hecho de estar arropados por nuestros mandantes (por aquéllos que nos otorgaron su voto en las urnas), nos brinda la fortaleza histórico social que requerimos para consolidar la alianza política contenida en cada sufragio a favor de la restauración de los valores, principios éticos y morales que los capitalinos exigen a una clase política ensimismada en esa inmoral visión empresarial que desarticula la ciudad al igual que la nación, el estado de bienestar construido con tanto esfuerzo popular y nuestras riquezas materiales; todo articulado impunemente para el goce de la insaciable plutocracia trasnacional, aquélla que denigra la vida pública, la historia y la patria, argumentando la supuesta caducidad de estos preceptos nacionales, bajo la “modernidad” que ellos predican e imponen.

La lectura que sobre la pluralidad democrática de la Asamblea Legislativa se da en las altas esferas de gobierno exhibe un espíritu de revanchismo político inadmisible para una sociedad que ha demostrado, en los momentos más acuciantes de su historia, una solidaridad y entereza democrática que no deberían ser traicionadas por quienes gobiernan anteponiendo el poder del dinero por sobre el imperio de la ley, como hace centurias sentenció Petronio.