Norma Salazar

 

Por lo tanto, ningún historiador o cualquiera que actúe como si fuera historiador, regresa jamás de su viaje al “pasado” sin exactamente la historización que querrían conseguir; nadie regresa nunca sorprendido o con las manos vacías de ese destino.

Keith Jenkis

 

El descubrimiento de América aportó consigo durante más de tres siglos el comercio de personas, las exigencias de investigar, explotar y poblar el Nuevo Mundo fue una situación que le demandó a España fuerza de mano de obra para obtener de estas tierras grandes riquezas.

El alto índice de mortandad de los aborígenes en Nueva España causada por un lado, por enfermedades desconocidas, entre los años 1519 y 1640, esta población cayó casi un noventa por ciento de un total estimado de 25 millones, esta calamidad demográfica fue el resultado de una serie de epidemias multianuales que incluyeron viruela (1520), sarampión (1531) y el segundo por el “trabajo excesivo” de que fueron sometidos tras la conquista y durante los primeros años de la Colonia, llevó a la corona Española a conservar un negocio lucrativo con los portugueses: el tráfico de esclavos africanos.

Descubrimiento y Conquista. Una vez que los conquistadores españoles pisaron tierra firme, el destino les brindó la oportunidad de explorar y conquistar las tierras que en ese momento se les presentaba, inesperado regalo que la vida pasó a cada uno de estos hombres como una recompensa a ese espíritu aventurero por alcanzar esta formidable hazaña, cuenta Fray Bartolomé de las Casas, quien presenció el evento: “Tomó comienzo la fama a volar a Castilla, que se habían descubierto tierras que se llamaban las Indias, y gentes tantas y tan diversas, y cosas novísimas, y que por tal camino venían el que las descubrió, y traía consigo de aquella gente; no solamente de los pueblos, del camino por donde venía, remotos, se vaciaban y se henchían los caminos para oírlo a ver, y adelantarse a los pueblos a recibirlo”.

De esta manera el conquistador continuó la aventura al internarse dentro de un paraíso terrenal que los recibiría con muchas sorpresas, pasado el tiempo y conforme el viajero español iba avanzando en su travesía. Según Cristóbal Colón, en el Primer encuentro relata el episodio: “Cuando se pide algo que tienen, nunca se niegan a darlo. Al contrario, se ofrecen a compartirlo con cualquiera… No llevan armas, ni las conocen. Al enseñarles una espada, la cogieron por la hoja y se cortaron al no saber lo que era”.

Muchas veces en nuestra infancia hemos interpretado como verdad no sólo lo que nos imaginamos, los hechos inexplicables de sucesos admirables en donde lo común y lo maravilloso están firmemente unidos como parte de nuestra realidad. En el Noble Salvaje, retrato romántico que hicieron Jean Jacques Rousseau y Michel de Montaigne, sirvió de inspiración narrativa para algunos exploradores en las Américas donde destaca el asombro de inocencia y que nuevamente Colón puntualizaría: “Ellos andaban todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres… y todos los que yo vi eran todos mancebos, muy bién hechos de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras… y todos de buena estatura, gente muy hermosa… Y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios… las piernas muy derechas, todos a una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha”.

No sólo lo que observamos sino lo que nos imaginamos, los hechos inexplicables, de sucesos admirables en donde lo común y lo maravilloso están firmemente unidos como parte de nuestra realidad. Un procedimiento provechoso y que no va a “destrozar” la unidad del discurso historiográfico sería enfocar el tema sobre la imagen de los cronistas que conocieron directamente las realidades indígenas durante la conquista o inmediatamente después de ésta. Claro ejemplo, la sorprendente fauna americana, que explica, La Historia verdadera de la conquista de Nueva España, Bernal Díaz del Castillo: “Las iguanas llamaron la atención de los hispanos, como es de suponer”. Bernal las describe como “hechura de sierpes chicas”, y agrega que “son muy buenas de comer”.

En este caso, sería el encuentro de una anécdota directo (vivo) y la imagen del “impacto” una imagen indirecta (preconcebida), la de la mentalidad europea de la época.

Asimismo me parece conveniente no limitar las imágenes en una cierta región cultural, política territorial de la Nueva España sino abarcarla en toda su extensión la visión española del Nuevo Mundo. Porque en primer lugar el contacto es susceptible casi siempre de provocar un cambio como (reestructuración, revaloración) en la mentalidad y, porque además este momento representó un choque cultural para la época respectiva. Dice el biógrafo Gianni Granzotto: “La masacre de Navidad marcó un cambio radical en la historia de las relaciones entre europeos y americanos. Colón comprendió, inmediatamente… que terminaba la visión fabulada del buen salvaje y que la colonización de las nuevas tierras sería una dura conquista. Terminaba la pacífica exploración de los mares. La felicidad, el momento mágico del encuentro entre dos mundos había terminado con el fin del Fuerte Navidad”.

¿Por qué la importancia de dominio en el Nuevo Mundo?

En primer lugar, no era sólo un asunto de colonización-político sino también uno religioso —la lucha contra los infieles—, aspecto fortalecido especialmente desde la época de los Reyes Católicos. Si para los otros europeos la cruzada fue generalmente una lucha contra los infieles, lejos de su patria para los españoles tuvo lugar dentro de sus propias fronteras. “Además de la antropofagia y los sacrificios humanos, otro argumento con que se pretendía justificar la Conquista eran las llamadas sodomías (es decir, el “nefando pecado” de la homosexualidad, el travestismo o la transexualidad) que en varias regiones de América eran perfectamente aceptables. Para la cristiandad era una aberración que repugnaba a Dios”.

Segundo punto, por toda la cantidad de referencias, anécdotas y experiencias que les llegaron a contar los pueblos indígenas con que se atravesaron Hernán Cortés y su tropa sobre este imperio, emprendieron marcha al centro de la nación, México-Tenochtitlán; la impresión de los españoles fue tan grande que no se hizo esperar la orden para llegar y realizar la conquista de este pueblo, una vez establecida la histórica conquista de México y transcurridos apenas un par de meses de dicho acontecimiento, Cortés se dio a la tarea de emprender nuevas y ambiciosas conquistas. “Sea por la pasión de mandar, o un poco por quitarse de encima las presiones de que era objeto por parte de los inconformes, el caso es que no se mostró dispuesto a concederle reposo al ejército. Iban apenas transcurridos dos meses de la toma de Tenochtitlán y ya traía entre manos un magno proyecto, que incluía exploración y nuevas conquistas”.

El ávido lector no puede perderse el primer volumen de tres: Antes de la conquista Anécdotas, Sucesos y Relatos del historiador y analista político José Antonio Crespo, nos rememora los sucesos de la época con una escritura accesible y muy amena.