Entrevista a Rodrigo Salazar Elena | Profesor-investigador de la FLACSO | Exclusiva para Siempre!
Santiago I. Soriano Condado
Con la desaparición de los 43 jóvenes normalistas el 26 de septiembre de 2014, surgió un movimiento que buscaba la resolución de los hechos de aquella noche en Iguala, Guerrero. Desde entonces, junto a los padres de los estudiantes extraviados, la fuerza que fue cobrando la exigencia se volcó a las plazas públicas del país e incluso más allá de sus fronteras.
Poco a poco, grupos de intelectuales y distintas organizaciones civiles e independientes tomaron la bandera de Ayotzinapa como sinónimo de revulsivo; así transcurrió un año durante el cual la Procuraduría General de la República encontró su verdad, para que después fuera cuestionada por los resultados del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Ante la naturaleza de los hechos, la causa de los 43 cada vez se volvió más política en sus diferentes acepciones, de acuerdo con la opinión del politólogo Rodrigo Salazar Elena, profesor e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-México.
La primera de éstas “es que (el movimiento por los 43) podría convertirse en un movimiento anti Peña Nieto”, a la vez que éste también llegaría a “tener un carácter más partidista y que jugara a la política electoral”, señala el analista.
Así, la desaparición de los normalistas se convirtió en un movimiento antigobierno que ahora aglutina diversas banderas que reflejan empatía hacia la causa original.
Esto quedó reflejado el pasado 26 de septiembre, cuando en la marcha por el primer año de la desaparición fueron otras las consignas que se unieron a los padres que, ese mismo día, insistirían en señalar a Enrique Peña Nieto como el responsable de que hoy se desconozca el paradero de sus hijos.
Junto a los padres, marcharon la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, así como el mismo Sindicato Nacional del mismo sector; el Sindicato Mexicano de Electricistas también se unió a los contingentes, al igual que el Frente Popular Francisco Villa y el Sindicato de Trabajadores de la UNAM, entre muchos otros.
Es un problema para el gobierno
“Cuando esto pasa de una demanda a las autoridades a un movimiento antigubernamental, es un problema principalmente para el gobierno”, afirma Salazar Elena al referirse a cómo los hechos durante este último año han ido escalando de una demanda colectiva de justicia, a la intención de acabar anticipadamente con el gobierno de Enrique Peña Nieto.
La inconformidad por parte de los padres hacia las investigaciones y sus resultados, también ha permeado otros sectores de la sociedad, la academia e incluso a otros niveles políticos entre opositores principalmente; muestra de ello fue la reunión del 24 de septiembre entre los familiares y el presidente en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad, donde ninguno quedó conforme con lo expuesto y ofrecido por quien los recibió.
“La respuesta del gobierno fue torpe e incompetente al inicio de este hecho; cuando reacciona así a un hecho de este calibre, es lo que abre la posibilidad de que el movimiento se convierta en uno de corte antigubernamental, y cuando se convierte en esto, los grupos encuentran intereses comunes, por lo que entonces crece”, señala Rodrigo Salazar.
El investigador, sin embargo, subraya que “estas manifestaciones son totalmente legítimas pues son un derecho como sucede en una democracia donde los ciudadanos podemos participar en la política”.
Frente Amplio, radical y estéril
Al identificar distintas banderas ondeando hacia la misma causa, es posible hablar de un Frente Amplio Radical, pues “hay dos formas al momento de pensar en un movimiento así (radical): los medios y los fines”, afirma Salazar Elena, “radical si sus medios son violentos, y respecto a los fines si su propósito es un cambio sustantivo del orden social, político y económico del país”.
Aunque también señala que mientras sus medios no sean violentos, entonces no se puede identificar este frente como uno cien por ciento radical, salvo por su finalidad que sí es la de apostar por una transformación a fondo del sistema mexicano actual.
Sin embargo, “en este movimiento confluyen otras expresiones que no son radicales ni por medio, ni por finalidad, sino que persiguen otros intereses; entonces, si hablamos de un fin que es que Peña Nieto interrumpa su mandato anticipadamente, sólo hablamos de una mezcla de objetivos que tienen en común que no quieren mucho a este gobierno”, quien a su vez “tiene la responsabilidad de evitar que las cosas hayan llegado a este punto”.
Así pues, “no veo que a partir de esto se pueda poner en peligro la estabilidad del país”, puntualiza el investigador de la FLACSO México.
Preferirían a López Obrador
“Veo muy difícil que emerja una figura que sea distinta de López Obrador y que, sobre todo, sea capaz de superarlo en votos para pelear la Presidencia”, prevé Rodrigo Salazar.
“Si el movimiento decidiera presentar un candidato independiente, éste se dirigiría a gente que tiene perspectiva muy negativa del sistema partidista, por lo que sería muy difícil que ese perfil del electorado se sienta más atraído por una figura distinta a la de López Obrador”, añade.
Por su parte, López Obrador ha sido muy cauteloso y ha emitido apenas algunas opiniones sobre los hechos de Ayotzinapa, evitando así comprometerse con esta causa y mantener una imagen lejos de la polémica.
“Además, este tipo de grupos que apoyan a Ayotzinapa no tienen en su ADN el presentar algún tipo de imagen que enarbole su causa e incluso prefieran optar por la vía democrática, pues además de ser antigubernamentales, también desdeñan el sistema de partidos, así como la democracia que los gestiona.”
“No parece estar en la naturaleza de este tipo de movimientos sumarse por obtener una candidatura, a través de otro partido, pues López Obrador representa a un político que es de la misma clase como el propio Peña Nieto o hasta Diego Fernández de Cevallos”, afirma el profesor Salazar Elena, además de que “estos grupos no se dejan engañar, por lo que su actitud hacia las elecciones de 2018 sería muy similar a la de Marx: la que ha tenido el EZLN, es decir, activamente emitir un mensaje antipartidista, antielecciones y que no llegó a nada, pero ése es su perfil”, finaliza el catedrático.
