Debe mantener su tradición
Alejandro Zapata Perogordo
De las grandes instituciones de este país es la Suprema Corte de Justicia de la Nación (la Corte); desde los aciagos días en que la república se encontraba en su etapa constitutiva, ya se hablaba de una crisis en materia de justicia, el reclamo se tornaba con insistentes voces, en la necesidad de contar con una organización judicial tanto federal como en los estados, que se encargara de proteger la vida, la persona, su honor, su libertad y sus propiedades. Así se fue gestando el perfil que, con necesarias adecuaciones, se sigue conservando en su calidad de máximo tribunal, cuya encomienda principal consiste en la interpretación de la norma máxima: la Constitución.
Es menester dejar en claro, que en determinadas épocas los vaivenes políticos la han alcanzado, pues los regímenes y, en ocasiones el propio sistema, bajo la tendencia de concentración del poder, ha puesto en entredicho su autonomía e independencia, sin embargo, se debe reconocer el paso de grandes juristas, hombres de Estado, que han levantado la voz frente a esas amenazas, dejando imborrable huella en la historia de la nación.
Cabe mencionar que si bien, con el objeto de evitar innecesario desgaste y mantenerla fuera de la lucha partidista, le fueron retiradas las materias electorales, en tanto que se ha convertido en un natural árbitro en las diferencias que surgen entre los poderes constituidos, así le corresponde dirimir las controversias que someten a su consideración los diversos órdenes e instituciones del Estado.
De fines de 1995 en adelante, la reforma al Poder Judicial federal fue profunda, los debates enriquecieron de sobremanera el tema. Las definiciones sobre la conformación del perfil que deben guardar los ministros de la Corte, independientemente de su capacidad y experiencia en el ámbito jurídico, personas sin compromisos políticos, independientemente de que su propia ideología pudiese simpatizar con determinadas filosofías, pues esa cuestión nutre el debate jurídico y enriquece la cultura democrática, lo que provoca una deliberación en la Corte de gran calado.
Ahora que están por elegirse a dos ministros, aparece nuevamente el fantasma de las tentaciones, no obstante, es un indicador que nos dice que en ese terreno queda camino por recorrer y barreras por franquear, las continuas pugnas políticas de los últimos tiempos, obligan a nombrar hombres y mujeres en tan alta encomienda, ajenos a cualquier duda, que el corte de la Corte mantenga su tradición.
