BERNARDO GONZALEZ SOLANO

El domingo 25 de octubre debe registrarse en los anales de la democracia hispanoamericana como una fecha ejemplar. En países tan diferentes, como Argentina, que ese día enfrentó los comicios más enigmáticos de su historia reciente; Colombia –que cuenta más de medio siglo de una guerra intestina entre el gobierno civil y las fuerzas revolucionarias–; Guatemala, que acaba de llevar a la cárcel al presidente y la vicepresidenta en funciones acusados de corrupción, y Haití, uno de los países más pobres de la Tierra, aunque fue el primero en declarar su independencia en el Nuevo Mundo, se desarrollaron importantes elecciones –presidenciales, municipales y generales– sin mayores incidentes que obligaran a suspenderlas con el uso de la fuerza pública.

Aunque el proceso ha sido largo, a veces demasiado, reconforta comprobar que la democracia es el camino que han decidido los países de la comunidad iberoamericana para seguir gobernándose, aunque en algunos los titulares del poder Ejecutivo reformen sus respectivas Constituciones para poder mantenerse en el poder el mayor tiempo posible, como sucede en Ecuador, Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua. Tenía razón Winston Churchill: “La democracia es el peor sistema de gobierno inventado por el hombre, con excepción de todos los demás”.  En tanto, ojalá este “peor sistema” continúe en funciones en todas partes.

Así, el domingo 25 de octubre los argentinos acudieron a las urnas para elegir al sucesor de Cristina Elisabet Fernández Wilhelm, la primera mujer electa directamente por el voto popular a la Presidencia de la República Argentina, que ya suma 12 años en el poder, sumando los que su difunto esposo, Néstor Carlos Kirchner Ostoic, fue mandatario. Cristina manda en la Casa Rosada desde el 10 de diciembre de 2007. Lo enigmático de estas elecciones no se debe a la incertidumbre de las mismas –habrá balotaje el 22 de noviembre próximo, pues ninguno de los candidatos logró la mayoría necesaria; para evitar la segunda vuelta alguno de los aspirantes tendría que haber logrado entre el 40% y el 45% de los votos con una diferencia de diez puntos sobre su adversario; no fue así–, sino a que esta será la primera ocasión en que el presidente no es elegido en una primera vuelta y que la “derrota” del candidato oficialista –Daniel Scioli, 58 años–, se debe, a la propia Cristina, así como el fracaso de su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que aspiraba a ser gobernador en la provincia de Buenos Aires, que concentra, nada menos, el 38% del padrón electoral nacional.

En el mismo sentido, la viuda Kirchner debería rezar un “mea culpa” y aceptar que su decisión de imponer como candidato a la vicepresidencia a Carlo Zannini, su secretario Legal y Técnico, también fue un error. “El chino”, apodo que usan propios y extraños para referirse a él, no le valió ni un voto a Scioli, más bien se los restó al encarnar la imagen del kirchnerismo más duro. “La grieta” en Argentina es la división social, pero sobre todo política, que han generado 12 años intensos de kirchnerismo. Una sima entre los que están a favor y en contra del gobierno, que muchos consideraban irremontable. Los hechos demuestran lo contrario. No hay duda, la presidenta argentina es la gran derrotada junto a sus “elegidos” en estos comicios.

El 22 de noviembre próximo disputarán la segunda vuelta Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, pues obtuvo 9,002,242 votos, el 36.86% de la votación válida, y Mauricio Macri, de la coalición Cambiemos, que recibió 8,328,610 votos, es decir el 34.33%. Aunque ahora son adversarios en la competencia por el principal puesto político del país austral, ambos personajes provienen de mundos similares: familias empresariales, del “jet set” y se definen como “buenos amigos”.

Quien sea el ganador el 22 de noviembre encontrará una economía estancada, una inflación del 30% y una fuerte devaluación del peso, y tendrá que enfrentar los casos de corrupción que han devaluado la política argentina en los últimos años, incluyendo los escándalos de Cristina, su hijo Máximo y muchos de sus allegados. Gane quien gane se sacará la rifa del tigre, pues la economía  nacional está en serios apuros. El acceso restringido a las divisas extranjeras provocó que las reservas del país cayeran a niveles peligrosamente bajos. Algo así como 10,000 millones de dólares. Los analistas esperan que Cristina Fernández entregue el poder el 10 de diciembre próximo sin que la economía sufra otra grave crisis financiera, pero nadie puede asegurar que su sucesor tenga mejor suerte. Ni Daniel Scioli, ni Mauricio Macri tienen una varita mágica para resolver los problemas económicos de su país. Antes de fin de año, los argentinos y países vecinos –y distantes–, podrán saber a qué tirarle. Mientras, la democracia sirvió para una sucesión normal, tranquila, en santa paz. Ya es algo.

En Colombia los comicios dominicales del 25 de octubre también se desarrollaron en forma pacífica, sin mayores incidentes. Treinta y cuatro millones de colombianos fueron convocados a elegir, para un periodo de cuatro años, a los gobernadores y diputados de los 32 departamentos del país, así como a los alcaldes de los mil 102 municipios. El resultado que más se celebró fue el del economista Enrique Peñalosa, de 61 años de edad, que ganó la alcaldía de la ciudad capital, Bogotá, bastión de la izquierda durante 12 años. Peñalosa ya había gobernado esta urbe de ocho millones de habitantes entre 1998 y 2001 y reemplazará al ex guerrillero Gustavo Petro en el segundo cargo de voto popular más importante del país.

Los derrotados, tanto en Bogotá como en Medellín –feudo del actual senador y expresidente derechista, Álvaro Uribe, líder del Centro Democrático, adversario decidido del proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia– dieron la pauta para que el presidente Juan Manuel Santos celebrara  el “triunfo apabullante” de los partidos que forman su coalición de gobierno en estos comicios y asegurara que su victoria confirma que el pueblo colombiano “quiere la paz”. En realidad, el triunfador en Medellín, el ingeniero civil Federico Gutiérrez, no pertenece a la coalición oficialista, sino al independiente Movimiento Creemos. El derrotado fue el uribista Juan Carlos Vélez.

Juan Manuel Santos recordó que en marzo próximo el gobierno y las FARC llegarán a un acuerdo de paz definitivo. Santos busca, por todos los medios a su alcance, lucir esa “medalla” , como lo han hecho otros mandatarios colombianos en los últimos cincuenta años. A los recién elegidos les “corresponderá la transición de un país en guerra a un país en paz”. En fin, el mandatario resaltó que la violencia se redujo en un 60% con respecto a las pasadas elecciones regionales en 2011 y que los incidentes de orden público se redujeron en un 56%. Lo más importante es que la democracia dio un paso significativo en Colombia, que no es poco.

En Guatemala, se cumplieron los pronósticos para la segunda vuelta de la elección presidencial: Jimmy Morales, de 46 años de edad, creyente evangélico, licenciado en administración de empresas, mejor conocido por su trabajo de cómico en la televisión y por no ser político profesional, ganó el balotaje con un resultado histórico y apabullante sobre su rival, la ex primera dama del país, Sandra Torres (ex esposa del presidente Álvaro Colom: 2008-2012), lo que le convertirá en el décimo presidente de la era democrática guatemalteca a partir del 14 de enero próximo. Morales obtuvo más del 70% de los votos. La candidata derrotada inmediatamente reconoció el triunfo de Jimmy, y éste escuetamente declaró: “Recibí un mandato, el mandato del pueblo es luchar contra la corrupción que nos ha carcomido…Mi compromiso sigue siendo con Dios y con el pueblo de Guatemala”.

Contrario al aborto y al matrimonio de homosexuales, Morales se definió como el candidato de la antipolítica y adalid de la anticorrupción. El problema es que será un ejecutivo sin experiencia en la gestión pública, sin mayoría en el Congreso y con colaboradores que incorporó a su campaña en las últimas semanas, sin base ni cohesión ideológica. El país está en quiebra y la recaudación tributaria es paupérrima. Una situación compleja y difícil debido a muchas razones, no sólo por el encarcelamiento del expresidente Otto Pérez Molina y la exvicepresidenta Roxana Baldetti. Por eso la votación en la segunda vuelta fue apenas del 37%. Una incógnita el futuro de Guatemala aunque eligió su presidente en forma democrática. Algo es algo.

Last but not least, Haití acudió a las urnas para designar presidente, parlamentarios y autoridades municipales en uno de los comicios más tranquilos de su historia. Algunos incidentes aislados y detenciones no alteraron su normal desarrollo. La relativa calma fue el principal factor para que los haitianos depositaran su papeleta en gran número. De estos comicios saldrá, entre otras autoridades el futuro presidente del país. De ser necesario, según los resultados que se darán a conocer en los primeros días de noviembre, el siguiente mandatario se elegiría en una segunda vuelta el 27 de diciembre, entre los dos candidatos que resulten más votados. Oficialmente, 54 candidatos compitieron por la presidencia, lo que no significa una gran vitalidad democrática pues la mayoría eran desconocidos del electorado, solo unos cuantos difundieron sus plataformas políticas. Situación que desconcierta a los analistas pues Haití es un país atípico cuya pobreza lo obliga a seguir dependiendo de la ayuda internacional: más de la mitad de los casi 10 millones de haitianos sobrevive con menos de un dólar al día. En fin, estos comicios permitieron que se eligieran alcaldes que desde 2013 progresivamente eran reemplazados por funcionarios ejecutivos designados por la presidencia. Además, en la jornada dominical los haitianos eligieron diputados y senadores. En el caso de Haití, estas elecciones significan un gran avance democrático. El pobre pueblo haitiano se lo merece. Que el “peor sistema”, dijera Churchill siga funcionando. VALE.