Entrevista a Pedro Santos Bartolo | Concejal mayor

 

 

Moisés Castillo, enviado

Tixtla, Gro.- Dicen que los pueblos sin memoria no tienen futuro. Y a un año del caso Iguala, la gente en Tixtla demuestra indiferencia sobre el tema, no quiere hablar o simplemente señala que la vida es así. El dolor sólo persiste entre los familiares de los desaparecidos, el tiempo se encargó de enterrar poco a poco la tragedia. La solidaridad hacia el movimiento de los 43 llega de afuera y se concentra en la Normal de Ayotzinapa.

En las calles de la ciudad predominan las pintas: +43, todos somos 43, no habrá elecciones, fuera narcopolicía y narcoejército. En la entrada del Ayuntamiento está colgada una gran manta con las fotografías de los estudiantes con la leyenda “quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla”. El duelo de los padres no se cierra, tal vez sea la tragedia verdadera ante la ausencia. La desaparición de un hijo es la peor tortura que puede sufrir un padre de familia. ¿Dónde están? Es la única pregunta que tiene sentido en esta historia de horror.

El pasado 7 de junio no hubo elecciones y la autoridad local quedó bajo el mando de un Concejo Municipal, el cual ejercerá el gobierno de manera transitoria. El Consejo Popular, integrado por personas vinculadas a los padres de los 43 normalistas, ocupa el 40 por ciento de las posiciones y uno de los cargos más importantes es la sindicatura que ejerce Pedro Santos Bartolo, profesor de primaria y expolicía comunitario.

 

Historia

Hay que recordar que Tixtla no había tenido un Consejo Popular, siempre fueron los partidos políticos los que gobernaban y tomaban las decisiones. Pedro Santos Bartolo fue electo a través de varias asambleas en la comunidad de El Troncón, de donde es oriundo, y finalmente el pasado 6 de septiembre se llevó a cabo una reunión general en el municipio y resultó concejal mayor.

El maestro de 36 años lamenta que la mayoría de la gente en Tixtla sea indiferente ante los normalistas desaparecidos y asegura que el dolor se fue difuminando hasta perderse.

“Poco a poco el dolor se fue aislando hacia los familiares directos de los estudiantes. Mucha gente se resiste y no quiere ver la violencia, no tenemos memoria histórica y se olvida fácilmente la tragedia que vivimos hace un año.”

 

Hay indiferencia

¿Cómo cambió la vida cotidiana de la gente luego del caso Iguala?

Siempre dijimos que no era posible que el gobierno esté permitiendo tanta injusticia. Denunciamos que las policías municipales y la estatal estaban involucradas con el crimen organizado. Cuando se da la noche de Iguala queda completamente comprobada esa tesis. Cambia totalmente la vida de la gente, hay un coraje, hay un sentimiento de rabia y nos preguntamos por qué no hay una respuesta de la autoridad. La mentira histórica está ahí por parte del gobierno federal. Va de mentira en mentira. Si el gobierno fue capaz de fabricar todo este teatro, qué no va a hacer contra alguien en particular. Estamos vulnerables ante la mentira.

¿Domina la indiferencia?

La mayoría de la gente sí es indiferente, duele reconocerlo. También duele admitir que hay 14 muchachos desaparecidos de este municipio y nada más son algunos los que luchan por restablecer la tranquilidad del pueblo. Hay padres cuyos hijos están desaparecidos, y son indiferentes, mejor surgieron los primos y tíos para buscar a sus familiares. Todo esto lo vemos con los compañeros y nos critican por apoyarlos, simplemente les contesto: “cuando escuchen a los papás, cuando entiendan esas historias llenas de dolor y tragedia van a comprender”. Alguien que no es humano o que no tenga sangre en las venas, difícilmente entenderá la realidad. Mucha gente sigue insensible ante tanto dolor. Hoy no olvido de dónde vengo, nuestro origen es humilde y tenemos que luchar contra esa gente que critica sin información y conocimiento de las cosas.

 

La gente tiene miedo

¿Tixtla es un polvorín? ¿Guerreros Unidos y Los Rojos se están disputando la plaza?

Se puede entender así, pero es algo que no se ha comprobado. Sabemos de la desaparición de personas, pero nunca ha habido un enfrentamiento directo. En otros lados lo hemos visto, cuando se presenta una disputa hay muertos en ambos bandos.

Por otra parte, el hecho de que se estén llevando gente, te habla de que la situación no está nada bien. Hace como ocho meses aparecieron cuatro mantas en lugares estratégicos, en donde se daba un ultimátum a la ciudadanía de que no querían ver a nadie después de las 9 de la noche porque sería levantado.

Platicando, en su momento, con algunos compañeros de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), decía que no podemos permitir que llegue al municipio gente que no es de aquí y que amenace la tranquilidad del pueblo. Acordamos salir a esa hora como policía comunitaria y nunca nos topamos con nada. Lo que es cierto es que la gente tiene miedo, porque a las 10 de la noche las calles están vacías. Existe temor, hay que ser realistas. La policía comunitaria hace sus recorridos y hasta ahora no ha habido ningún enfrentamiento. Sabemos que los narcos tienen un armamento superior pero seguiremos vigilantes.

¿Por eso existe una especie de toque de queda? ¿Desde cuándo funciona?

Si permitimos que esto siga igual, después no podremos salir de nuestras casas, no tenemos que acostumbrarnos a vivir con miedo. El objetivo es que la gente ande tranquila haciendo sus labores cotidianas, los jóvenes a vivir su etapa, y los que estamos grandes sacrificarnos por ellos. El toque comienza a partir del 1 de octubre, fecha en que entra en funciones el Consejo Popular. Las causas no se saben pero coincide con la entrada del Consejo. Lo que estamos haciendo es informar a la gente lo que pasa, se ha hablado con la gente de seguridad pública pero sabemos que es insuficiente: muchos elementos fueron despedidos porque no pasaron los exámenes de control de confianza.

La otra cuestión es que existe el mando único, y atacar a la delincuencia organizada no le compete únicamente a la policía municipal porque ahora su principal función es la prevención. La policía municipal no tiene una coordinación con la CRAC, debemos trabajar en esa parte. Hay un respeto de ambas corporaciones, no han realizado un operativo juntos, pero respetan su labor de prevención y vigilancia. La CRAC es autónoma en la toma de decisiones y en su forma de operar. La policía municipal no puede interferir en las acciones que apliquen.

¿Cuál es tu principal función como síndico?

Vigilar que se cumpla la parte legal y defender los intereses de la gente. Somos como una especie de ministerio público del Ayuntamiento. Aquí estamos llevando todo este tipo de demandas laborales y revisando las deudas. Mi expectativa es transparentar toda la información, platicar con la gente de lo que está pasando y atender sus demandas. Estamos yendo a las comunidades, a los barrios, escuchando las problemáticas de seguridad pública.

 

Atraso de muchos años

¿Cómo gobernar con un ayuntamiento dividido y que lo encabeza Raúl Vega Astudillo, persona vinculada al PRI?

Cuarenta por ciento es ciudadano y lo demás está conformado por partidos políticos. Es difícil porque los partidos no van a querer perder espacios de poder de decisión. Esas personas dijeron “estamos con ustedes, estamos con los padres de los normalistas, con el pueblo”, pero a la hora de aprobar las propuestas del presidente del Consejo, se concretó el mayoriteo del 60 por ciento. Nosotros nos mantendremos unidos a pesar de eso, pediremos que las próximas reuniones sean abiertas para que se vea quién está con el pueblo y quién no. Se habla mucho de las elecciones del 29 noviembre pero eso ya no nos corresponde a nosotros decidir.

¿Cuáles son los retos inmediatos que tiene la autoridad municipal tras el caso Ayotzinapa?

Lo primero que tenemos que hacer es informarle a la gente sobre el presente del Ayuntamiento. Nos encontramos con muchas demandas laborales, salarios caídos, y eso se lo tenemos que informar a la gente en las reuniones y asambleas. Hay edificios que son del Ayuntamiento y que están prácticamente por embargar como el gimnasio y el museo. Hay una deuda grave que se arrastra desde 2009. La deuda es de 38 millones de pesos. Hay otra demanda de alumbrado público de más de 7 millones de pesos, hay que agregar las demandas laborales y otras situaciones financieras graves. Todo suma un poco más de 200 millones de pesos. ¿Te imaginas qué representa para el pueblo? Esto no se puede ocultar, al contrario, lo vamos a decir.

Si seguimos lo que se venía haciendo tradicionalmente de que llega un partido y cubre al anterior, estamos perdidos. No se trata de eso, sino de evidenciar el desfalco y si alguien tiene culpa que la pague. Muchos sólo se presentaban a laborar en los días de cobro.

Indignan las mentiras

¿Cómo califica la realidad de Tixtla?

Tixtla tiene un atraso de muchos años, es un pueblo con historia, personajes históricos nacieron aquí como Vicente Guerrero, Ignacio Manuel Altamirano, pero vemos que el municipio no está a la altura de lo que debería ser. En los últimos días se incrementó la inseguridad y no sólo en Tixtla, todo el estado sufre violencia. En obra pública no hay un drenaje funcional, el mercado está descuidado, existe una invasión en los edificios históricos, conozco la problemática local.

¿Cómo generar confianza hacia la gente luego de que administraciones anteriores endeudaron el municipio?

Es complicado porque hay una tradición de malos manejos. Nosotros lo que hacemos es visitar los pueblos para atender sus necesidades, convencerlos de que sí hay un cambio sobre todo en la atención ciudadana.

A un año del caso Iguala, ¿cuál es el mayor mito alrededor de este hecho?

Lo que nos indigna son las mentiras. Nos molesta que digan que los muchachos pertenecían a un grupo delincuencial, es falso porque estudié en Ayotzinapa y sé cómo es el ambiente. A lo que se va a la Normal es a estudiar y a formarte como profesor que va consciente de que también luchará por la niñez. Si hubieran llevado armas esa noche, si realmente pertenecieran a un grupo criminal, las hubieran accionado para defenderse de la matanza.