Entrevista a Amparo Rincón Pérez | Jefe de colecciones del Museo Nacional de Culturas Populares

 

Jacquelin Ramos

Después de más 60 años de publicación interrumpida, el número 1616 —del 26 de agosto de 2009— cerró el ciclo de La Familia Burrón, célebre historieta con la que se inició y concluyó la edad de oro del cómic mexicano, integrada por personajes que no sabemos si fueron concebidos a partir de una realidad o si la realidad mexicana se creó a partir de ellos. Lo que sí es realidad es que, unida a historietas como La vida de Jesús y Virola y Piolita, nacieron del universo del caricaturista hidalguense Gabriel Vargas Bernal.

El también llamado Cronista de México nunca necesitó de una cámara fotográfica para retratar perfectamente a la sociedad mexicana durante gran parte del siglo XX. Tampoco necesitó de ensayos profundos, o de una prosa erudita, para retratar, describir, analizar y descifrar el pensamiento y actitudes de esa sociedad que salía de una revolución y que entraba en una historia moderna e industrializada.

Al maestro Vargas sólo le bastó la caricatura y el lenguaje popular, salpicado todo ello de humor y agudeza. Así lo explicó en entrevista exclusiva a Siempre! Amparo Rincón Pérez, jefe de colecciones del Museo Nacional de Culturas Populares.

Agregó que revivir a los Burrón, con todo y los enredos de la tremenda Borola Tacuche, la rectitud de Regino Burrón, las ocurrencias de Macuca, los reclamos de doña Gamucita, hasta el ladrar del perro Wilson en la magna exposición Gabriel Vargas. Homenaje 1915-2015, junto con sus primeros dibujos, las cartas que dan cuenta de sus rutas de vida y dibujos más serios donde mostraba su interés por otros temas como los derechos humanos, es una oportunidad para que Gabriel Vargas permanezca vivo para las nuevas generaciones.

 

Hombre extraordinario

Platíquenos un poco de Gabriel Vargas; ¿por qué es considerado uno de los padres de la historieta mexicana?

Gabriel Vargas era un hombre extraordinario como persona, como dibujante, como artista, que adoraba México. Desde pequeño tuvo dotes para el dibujo, de hecho tenemos en la exposición un dibujo que fue de los primeros, es una maravilla, es una ilustración que realiza a la edad de 13 años —cuando cursaba el sexto año— titulada “Un día de trafico”, en él muestra una escena cotidiana del centro de la Ciudad de México con 2 mil personajes. Con esta obra gana el concurso de dibujo organizado en 1927, además de una beca para estudiar en Francia, la cual rechazó. Recuerdo que alguna vez señaló su esposa, Guadalupe Appendini, que nunca se quiso ir del país, a pesar de que hasta Walt Disney lo invitó a trabajar a Estados Unidos.

El certamen también le abrió las puertas para trabajar como dibujante en el periódico Excélsior a la edad de 15 años. Desde ese momento, supo que el dibujo iba a ser a lo que se iba a dedicar toda su vida. Se convirtió en uno de los referentes de la historieta mexicana, a lo largo de más de 60 años de trabajo, cuyas caricaturas aparecieron en diferentes publicaciones que incluyeron los periódicos NovedadesEsto El Sol de México.

Evidentemente tuvo muchos tropiezos, como todos, pues era hijo de una madre viuda y con muchos hijos, por lo que era difícil para ella entender que un hijo podía ganarse la vida dibujando. Sin embargo, sus hermanos reconocieron su talento, lo apoyaron e impulsaron. Gabriel Vargas fue una persona que no tuvo estudios mas allá de la secundaria —la dejó inconclusa— pero supo describir perfectamente cómo era la Ciudad de México, cómo era la vida en la vecindades y en los barrios del centro capitalino de aquella época.

Homenaje al creador y al ser humano

¿Qué etapas de la vida de Gabriel Vargas se narran en la exposición?

Es un homenaje a Gabriel Vargas, al creador, al ser humano, con alrededor de 100 obras, muchas de ellas de su acervo personal que tienen que ver con fotografías, cartas y documentos de sus diferentes etapas de su vida; desde joven hasta cuando dejó de realizar sus obras.

Contamos con piezas de la parte emotiva del caricaturista, que se conoce muy poco, como los mensajes que le escribe a su compañera de vida, la señora Appendini, que nos dejan ver ese amor y respeto que sentía por la mujer mexicana, así como su excelente caligrafía.

Podemos ver las portadas originales de la historieta que lo encumbró, La Familia Burrón, así como las interpretaciones de artistas que se han inspirado en Gabriel Vargas para crear y recrear pasajes de lo que heredó a la cultura popular.

Tenemos “Entre burros te veas”, una megamaqueta que fue un ejercicio por parte de un grupo de artistas plásticos denominados “Skelos” encabezados por Juan Carlos Siles. Es una maqueta que tuvo su complicación realizarla, porque Gabriel Vargas heredó tanto a la cultura, que era muy difícil narrarlo en una sola pieza, por lo que Juan Carlos Siles y el grupo de artistas plásticos se dieron a la tarea de revisar varias escenas de La Familia Burrón para elegir los pasajes que describieran no sólo el arte que contiene La Familia Burrón, sino también al artista.

En esta maqueta —que tiene una extensión de seis metros por un metro de ancho aproximadamente—, recrearon por ejemplo a esa madre de familia que por darle de comer a sus hijos tiene que vender conejos —que en realidad son gatos disfrazados de conejos— pero no importa, porque muestra el ingenio de la mujer mexicana para sacar adelante a su familia.

Vemos cómo el señor, el patriarca de la familia, don Regino Burrón, tiene su modo de subsistir: es un peluquero que tiene su propia peluquería “El rizo de oro”; y entre lo más interesante de este personaje es que se hace parte de las historias que en su negocio suelen contar, y que hasta hoy en día todavía llega a suceder.

El catre, que además de emblemático nos refleja esos hotelitos de paso que hay o que había en centro de la Ciudad de México; Gabriel Vargas vivió la mayor parte de su vida en el centro, así que conocía perfectamente esa zona. Desde los parques, que eran muy importantes, las parejas románticas, los niños jugando a la pelota, hasta los pordioseros que hay en las calles.

Además exponemos otras tres maquetas, una de ellas es un comedor en donde podrán observar la convivencia familiar que existía en ese entonces.

 

Observador de la vida cotidiana

En su opinión, ¿a qué se debió la popularidad de la historieta de La Familia Burrón? ¿Cuál fue el México que dibujo Gabriel Vargas?

El éxito de la revista se debe a la magia de su creador. Él era un observador de la vida cotidiana, de las costumbres y las tradiciones, y su gran merito es que las pudo reflejar y transportar de la vida diaria a la historieta, y mucha gente se identificó con ello. Vargas se convirtió en un fotógrafo de la realidad de ese momento; no la registró fotográficamente, ni de manera escrita, pero si la plasmó en la historieta.

Otra cosa muy importante es que no sólo vemos en La Familia Burrón personajes delineados con un propósito social sino que alimentan a los mexicanos y les dan motivos de diversión, imaginación e identidad. De hecho existe algo muy curioso y sobre todo importante, mucha gente de esos años —años cincuenta aproximadamente— aprendió a leer con las historietas de La Familia Burrón.

A pesar de la gran trayectoria del caricaturista, y de exposiciones como ésta, pareciera que las autoridades culturales lo han olvidado. ¿A qué se debe esta falta de reconocimiento?

Como muchos otros artistas —es una opinión personal— cuando los creadores no son encumbrados por las academias, cuando los artistas no son reconocidos o no tienen el reconocimiento académico que hay detrás, les cuesta mucho proyectarse, y no sólo pasa con don Gabriel Vargas sino con muchos caricaturistas a los que no se les ha dado el justo reconocimiento.

Por ello, la intención del Museo Nacional de Culturas Populares es dar ese reconocimiento. La oportunidad que tenemos de rendir homenaje a don Gabriel Vargas lo hace permanecer vivo para las nuevas generaciones, uno de los mejores legados de nuestro país, porque es uno de los principales expositores de la cultura popular mexicana y lo vemos no sólo en el arte que tiene para trazar el dibujo, sino también para conceptualizar la historia, que eso actualmente es muy difícil. Conceptualizó historias populares y dio relevancia a una filosofía popular. Lo pueden percibir en las obras originales que se muestran en la exposición, con una introducción de frases del saber popular que fueron retomadas posteriormente. Por ejemplo, de repente decía “la pereza no es pobreza, pero por ahí se empieza”, eso ayudó a la gente a reflexionar. Creo que como una “doña Borola”, que es una ama de casa que se enfrenta a diversas dificultades para sacar adelante a su familia, las sigue habiendo, pero no han tenido la suerte de que un Gabriel Vargas las rescate, las presente y las saque.

 

Personajes entrañables

¿Qué esperan que se lleve el espectador después de recorrer la obra del creador de La Familia Burrón?

Los personajes que nacieron de la mente de Gabriel Vargas son entrañables y cada página de sus historietas es como una casa en la que se van abriendo puertas y donde hay valores de pertenencia, de respeto, de solidaridad y de amor al barrio, con diálogos muy inteligentes. Así que deseamos que el visitante se lleve además de la filosofía popular, que conozca la importancia de este personaje y su trabajo, que discutan su amplio legado para socializar el conocimiento de don Gabriel Vargas, porque tiene estudio para rato.

Que al conocer la obra de este gran historietista mexicano, sepan que cualquier situación que observen en la calle, ya sea cultural, de tradición o costumbres, lo pueden plasmar, de la forma que gusten, porque con eso estaríamos haciendo historia.