Tras prolongadas presiones de las provincias de China, finalmente se cumplió el plazo para que el umbral de la política de un solo hijo implementada en 1979 se abriera para permitir dos niños por familia de manera generalizada.

Lo anterior fue anunciado dentro del marco de la Quinta Reunión Plenaria del 18avo. Comité del Partido Comunista de China y según expertos demógrafos, esta política permitirá alcanzar las metas en el corto plazo de desarrollo económico de la nación.

Las estadísticas poblaciones de China preveían este aumento de la población ya que se pronosticó una caída en la mano de obra para el 2020.

Esta política de dos hijos por familia no es del todo una novedad ya que anteriormente se había permitido el nacimiento de un segundo hijo siempre y cuando alguno de los padres fuera hijo único.

Li Bin, director de la comisión nacional de salud y de políticas familiares, recalcó que esta decisión optimizará la tasa demográfica, incrementará la mano de obra, liberará la carga económica de la población de la tercera edad y además, favorecerá el desarrollo económico de China.

De igual manera, Bin anunció que se crearán más guarderías y jardines de niños para comenzar a atender a las próximas generaciones.

El problema del control de las tasa de natalidad

Desde su implementación, durante estos 35 años, se han logrado reducir 400 millones de nacimientos en China. Se cree que la misma tasa corresponde al número de infanticidios practicados por las autoridades.

En mayo de este año, la nota sobre el problema del infanticidio en China fue dada por el activista y abogado exiliado en Estados Unidos: Chen Guangcheng.

Guancheng declaró que en estos 35 años de una política endurecida para tener solamente un hijo, casi 1 millón de mujeres habrían sufrido de esterilizaciones forzadas, abortos provocados, multas por embarazo, y hasta testificó que en China, una vez que se atendían los partos de mujeres en su segundo embarazo, los recién nacidos eran inmediatamente desnucados o ahogados en cubetas con agua al lado de la cama del parto.

Las mujeres con menos recursos económicos que se supiera estuvieran embarazadas del segundo hijo, eran llevadas por la fuerza a clínicas modestas en donde los oficiales les inyectaban soluciones letales en el vientre. Una vez muerto el feto, esperaban a que fuera expulsado o bien, era extraído ferozmente. Las mujeres debían regresar solas a casa por su propio pie y muchas de ellas se desangraban en el trayecto.

El testimonio es brutal.

Guancheng tuvo que escapar a los Estados Unidos después de que su familia sufrió persecuciones y amplios maltratos por parte de las autoridades de control poblacional.

El testimonio de Guancheng se suma a los miles que hay fuera del territorio chino como los recopilados por la organización no gubernamental Women’s Rights Without Frontiers.

Algunas familias han logrado escapar e incluso han estudiado este caso de crueldad humana en aras de una draconiana política poblacional.

Xinhua/Militant church/Womens Rights Without Frontiers.org/El País
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