Igualdad laboral y no discriminación

 

 

Yazmín Alessandrini      

En México, aunque juren y perjuren que no, existen mexicanos de primera y mexicanos de segunda. Y es justo gracias a esta circunstancia que desde hace muchísimos años estamos atorados como nación, sin poder avanzar hacia un mejor entorno que nos permita impulsar el crecimiento y el desarrollo de nuestros ciudadanos y, por ende, de nuestro país.

Hace unos días, en la residencia oficial de Los Pinos, el presidente Enrique Peña Nieto tuvo a bien presentar la Norma Mexicana en Iguldad Laboral y No Discriminación, un instrumento que cuando menos en el papel nos deberá permitir, como nación y como sociedad, crecer con mayor dinamismo y equidad porque, al final del día, en pleno siglo XXI, aquí en México todavía hay millones de mexicanos que, de manera inaceptable, ven frustradas sus intenciones de obtener una fuente de empleo digna porque son discapacitados, de la tercera edad, indígenas o mujeres. ¡Inconcebible!

Todos, absolutamente todos aquellos esfuerzos que abonen para que en nuestro país la equidad y la inclusión sean conceptos verdaderamente tangibles son bienvenidos. Sobre todo cuando desde la trinchera gubernamental nuestros políticos realmente le apuestan a la acción y no únicamente a la floritura del discurso nutridamente aplaudido. Por eso es que se agradece la inquietud del primer mandatario que, desde que arrancó su gestión, busca que todos los mexicanos efectivamente sean iguales.

Sin embargo, en esta ocasión se vuelve cuestión imperativa que desde varios ministerios, como las secretarías de Desarrollo Social, del Trabajo y Previsión Social y de Salud; instancias como la Comisión Nacional de Derechos Humanos y los consejos nacionales para Prevenir la Discriminación y para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad, el Instituto Nacional de las Mujeres, entre otros, realmente apunten sus esfuerzos y destinen recursos para aquellos sectores que piden a gritos ser tomados en cuenta. ¡Ya estuvo bueno de sólo tomarlos en cuenta cuando se trata de tiempos electorales!

Se requiere de compromisos serios debidamente respaldados vía la legislación y no por las sonrisas y los apretones de manos de los políticos y los empresarios. Hay que sumar esfuerzos y construir una catapulta que favorezca a todos aquéllos que todo el tiempo han visto frustradas sus aspiraciones laborales porque las voluntades se diluyen en litros de saliva y toneladas de palabras.

Cierto, esta Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discriminación apunta hacia cuestiones concretas, pero se debe comprometer de cuerpo entero a todos los involucrados. Porque no está nada bien que en los eventos oficiales nos encontremos a empresarios aplaudiendo rabiosamente las palabras del presidente de la república y en la práctica ni siquiera permiten que personas con síndrome de Down, por ejemplo, se suban a sus aviones o entren en sus restaurantes. ¡No se vale!

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