Fue en 1999 cuando el gobierno de Venezuela reconoció que podría perder un evento electoral, hoy se vuelve a repetir la historia. El domingo pasado, el presidente Nicolás Maduro aseguró que las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre serían las más difíciles de toda la época del chavismo.
Con su mensaje, el mandatario ya dio inicio a un plan para tratar de minimizar los efectos de una posible derrota; ya comenzó a ejecutar estrategias con el fin de contar con nuevos magistrados, afines al oficialismo, en el Tribunal Supremo de Justicia.
El primer vicepresidente de la Asamblea Nacional y presidente del Comité de Postulaciones del Poder Judicial, Elvis Amoroso, anunció la apertura del procesó que concluirá con la elección de cinco nuevos cargos del Tribunal Supremo de Justicia.
El Gobierno, que en la actualidad está al frente de tres quintas partes del parlamento, pretende sustituir a los miembros salientes con magistrados afines a sus intereses antes de la juramentación de la nueva legislatura el próximo 5 de enero; a partir de 2016, el Poder Legislativo podría estar respaldado por una mayoría opositora si se cumplen las expectativas generadas en las últimas semanas por las principales encuestadoras.
Las explicaciones expresadas por Amoroso revelan –según la oposición- el temor del Gobierno de perder el control de uno de los poderes públicos después de tres lustros de domino.
“No queremos que eso se empastele con las elecciones parlamentarias. Se elegirán a mediados de noviembre”, manifestó el diputado en un programa de radio local.
El período de los actuales magistrados superiores vence el 15 de enero y correspondería elegir a la nueva terna de la Asamblea Nacional que se instalará el 5 de enero, pero además es posible que las estrategias políticas sean más amplias.
Este miércoles, el diario El Universal (Caracas) publicó que el Tribunal Supremo de Justicia podría renovar hasta 11 magistrados supremos porque varios de ellos, de los que su periodos vence en diciembre de 2016, han solicitado su jubilación anticipada; entre ellos está la expresidenta del Supremo Luisa Estela Morales, quien durante su gestión el Gobierno nunca perdió un juicio.
Al igual que su padre político, Hugo Chávez, Maduro advirtió este martes en su programa semanal de televisión que “la revolución” podría tomar otro carácter” si se da una derrota en las elecciones parlamentarias, aunque sus declaraciones son muy imprecisas por lo que no se podría definir a qué se refiere el jefe de Estado con el nuevo aspecto del proceso iniciado en 1999.
Al parecer, se trata de un esfuerzo por intentar convencer a la base chapista, afectada profundamente por el desabastecimiento y la escasez, para que los apoye en el próximo proceso electoral.
El número dos del régimen, Diosdado Cabello, también trabaja hacía esa línea; en un acto político celebrado el martes en su natal estado Monagas (al Oriente de Venezuela), pidió a los miembros del partido de gobierno y sus aliados vencer el sectarismo y entender que cada voto cuenta. “El triunfo de la revolución está en la base de los partidos, no en otro lado”, agregó.
Maduro está tratando de transmitir la idea de que sólo el chavismo podrá hacerle frente a la crisis estructural en la que se encuentra el país sudamericano.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio cuenta de esa problemática en un informe conocido el martes pasado al estimar que la inflación de este año será del 159%, la más alta desde 1996, y una caída de PIB del 10%; las cifras para 2016 no son alentadoras en caso de que el régimen se niegue a hacer correctivos estructurales a sus propuesta económica.
Información de El País, España