Ricardo Muñoz Munguía
Pasión y anhelo, tatuaje y memoria, sueños y fractura, amor y palabra. Son los cuerpos que parecen correr desnudos a lo largo de las páginas de Volaré contigo. La Odisea (Editorial Ariadna, México, 2015), libro más reciente de Gonzalo Valdés Medellín. Novela poética o poesía novelada, también novela envuelta en una de las pasiones del autor, el teatro. Los géneros literarios aquí se funden en una historia donde el homoerotismo es la esencia y la presencia.
El libro de Gonzalo abre con la palabra Love, que traducimos como amor, pero es más la justificación para utilizarla como una especie de anáfora y, de ahí, transformarla, recomponerla: “¡Love!/ Lo veo, lo ve… me gusta verlo./ (…) …Love… o…/ o… Love/ oh…”. Como se intuye, el amor es el principal eje en el volumen, el amor y el erotismo. La historia ubica a un joven que enciende la mirada de un escritor que casi le dobla la edad. El escenario es una pista de baile donde se ejerce la libertad: “afuera les espera una vida llena de limitaciones, de miedos, de vacío, de prejuicios”. El joven, un ángel con alas tatuadas en la espalda, dice tener “dueño”, el mismo dueño de la discoteca La Odisea; su escasa vida lo ha reducido a creer sólo en el dinero, mas la voz del escritor habrá de anidar en su interior, quien también se propone ayudarlo, aunque el Joven cree apoyar al sugerirle que escriba telenovelas, que como respuesta tiene: “La literatura será la salvación del género humano, el arte, el brillo de la esperanza está en la creación genuina, en el pensamiento”. Los encuentros y desencuentros seguirán hasta el fin del fuego, y las cenizas serán la memoria perenne y borde de cicatrices.
Sin embargo, más allá de historia, vale la pena destacar la voz poética dada en Volaré contigo…, es de una alta presencia que se posa desde el sueño. Se trata de un poema escondido, entrelazado, salpicado a lo largo de las páginas; y se percibe su revelación, entonces aparece como una de las figuras geométricas de un estereograma, en el que se fija la mirada y de pronto aparece alguna figura. Es así que me he dado a la tarea de tomarlo como si de un rompecabezas se tratara para, finalmente, tenerlo de cuerpo entero, y aquí lo expongo, lo que por igual es mostrar la historia completa del libro, no sé si sea una intención del autor: “Volaré contigo”, también nos sirve de título para estos versos que tienen como eje el verbo volar, criterio para arrancar el poema de esta novela: “Un sueño que podría ser más que una revelación, una premonición: él y yo estábamos durmiendo juntos, desnudos, abrazados, con las piernas entrelazadas dulce, cálidamente, y mi cama volaba cruzando el tiempo y el espacio. ‘Volaré contigo’, susurraba yo en su oído, depositaba mi voz en su boca, tatuando su lengua, ‘volaré contigo…’. (…) quiero tatuarme un ángel volando, desde una de mis nalgas hasta esa manta de estrellas/lunares, lunares/estrellas que hay en la piel de mi espalda. (…) Más que un ángel, soy la fuerza de unas alas que se elevan, van, suben, hasta lo más alto… más allá de las fronteras de la galaxia. Y desde allá regresarán a volver a ser un vuelo, un viento, una sombra… (…) El llanto rabioso que me produjo la actitud del Joven: ¡Lucharé por ti… Volaré contigo, cuésteme lo que me cueste! (…) Nunca lo pude olvidar. Ese hombre fue el padre que no tuve, el hermano que no tuve, el amante que no tuve. Voló conmigo. Lo cumplió. En mi cumpleaños diecinueve, la vida me golpeó muy fuerte. El que había sido ‘mi dueño’, el propietario de La Odisea, me mandó a la chingada (…) Las yemas de tus dedos atravesaban todo mi ser…/ —Volábamos… volaba contigo (…) Y sin embargo, mi espíritu, mi alma, mi sexo compartido en otros cuerpos igual de hermosos que el tuyo, volaban hacia ti. En mis orgasmos tu sonrisa se revelaba, ángel de mi perdición… (…) Ya no estaba seguro de querer verte, de volverte a encontrar, de volar contigo. ¿Para qué? Todo estaba consumado. (…) Debía buscarte, llegaría a tu lado, te abrazaría, te besaría, lucharía contigo y volaríamos nuevamente juntos. Nuevamente. Hasta la eternidad. (…) Me quedé solo. Absolutamente solo, como al principio. Volando en la hojarasca de mis recuerdos. Volando con él, en pedacitos de memoria”.
La pasión engendra la lumbre (amor/erotismo/seducción/sueño/dolor), es entonces que los anhelos bailan en toda la pista, fuego hechizante que se despliega como tinta voraz para trasminarse por todas las capas de la piel.

