Amo a París, pero…
Empiezo confesando que soy lo que antes se decía un afrancesado, un adjetivo aplicado allá en tiempos de la Revolución Francesa y Napoleón a los españoles que simpatizaban con las ideas liberales francesas. Sería interesante que alguien hiciera la historia de las admiraciones mexicanas a Francia.
Mi afrancesamiento es estético, literario, musical, construido con recuerdos de los viajes a París y anexas; un París que está muy presente en mi casa en dos grandes planos, uno moderno y otro antiguo de la ciudad. Para colmo tengo una hija que ya es ciudadana francesa y dos nietos parisinos, y está finalmente el idioma con el que he luchado por toda una vida sin llegar a dominarlo.
Por todo esto que, claro, es muy personal, me golpeó mucho eso de los atentados recientes en París que pueden ser el principio de tantas, tantas cosas, y abandonando mis alarmas y paranoias nacionales quisiera detenerme un poco en esta Francia en guerra. El mundo parece haberse vuelto francés por unos días, Plácido Domingo entona la Marsellesa en la ópera de Nueva York y la Puerta de Brandeburgo se pinta (¿qué hubiera dicho Hitler?) de azul, blanco y rojo. Se llenan de flores y velas los sitios golpeados y se reza por París.
Comparto todo esto, pero mucho me temo que las cosas no son tan sencillas ni tan inocentes. Son pavorosos, por supuesto, los terroristas de eso que llamamos Estado Islámico, del califato en proceso de dominar Oriente Medio. Amenaza, barbarie, crímenes culturales, infiltración en tres continentes. Pero Occidente y Francia tienen también su historia que contar.
La guerra que Hollande declaró tras los atentados no tiene ¡ay! nada de nuevo. Se me ocurre dar una fecha de inicio de esa guerra de Francia con el islam: año 732 de la era cristiana, fecha en que Charles Martel detuvo a los árabes en la batalla de Portiers, es decir 1283 años de conflicto. No continuo, claro está, pero siempre latente, y ahí metan ustedes cruzadas, turcos, colonización francesa del norte de África, reparto tras la Primera Guerra Mundial del Imperio Otomano en que Francia se quedó con Siria y Líbano, esa Siria que hoy está en llamas. Meter también la guerra de Argelia, que la sabiduría de Charles de Gaulle evitó que fuera una tragedia mayor.
Quizás aquí halla que mencionar la pacifica invasión de inmigrantes musulmanes a Francia (a Europa) que formó una enorme comunidad en el corazón de ese país. No voy a discutir los motivos de esta invasión pero ahí está. Siento que Francia se metió en un laberinto del que no sabe cómo salir. Podría hacerlo por la fuerza, después de todo la bella Francia es una potencia militar, y con sus aliados americanos y europeos, incluyendo a Putin, ponerle una golpiza al califato. La pregunta es si no nada más lo van a dejar herido, y todos sabemos lo peligrosa que es una bestia herida. Si la guerra declarada por Hollande no será el principio de una pesadilla interminable no sólo para Francia sino para Europa y con suerte Estados Unidos.