BERNARDO GONZÁLEZ SOLANO

Hoy por hoy, la pauta la marca el terrorismo yihadista. En suma, en 45 días, del 10 de octubre al 20 de noviembre, seis países han sufrido 570 muertes víctimas de ataques terroristas por parte del autollamado Estado Islámico (DAESH, en árabe o ISiS en inglés). La cronología dice: 10 de octubre, en Turquía, doble atentado suicida en Ankara causa 102 muertes; 16 de octubre, Nigeria, ataque suicida en Maiduguri: mueren 22 personas; 31 de octubre, Egipto, un avión comercial ruso, con 244 personas a bordo,  es derribado sobre la península del Sinaí con una bomba, tripulación y pasajeros murieron; 12 de noviembre, Líbano, doble atentado suicida en Beirut, la capital del país, con un saldo de 41 muertos; 13 de noviembre, en París, una cadena de atentados con bombas y disparos han causado  132 muertos, y la lista crece por el fallecimiento de heridos graves; 20 de noviembre, Mali, ataque extremista en un hotel de la capital, Bamako, origina 29 muertos, en un enfrentamiento que duró 9 horas. Y contando. Este ataque no ha propiciado una reacción internacional semejante a la que provocaron la serie de atentados en París, quizás porque Mali no es Francia, sino una antigua colonia francesa poblada por negros. Así son las cosas.

En el momento de escribir este reportaje, un avión ruso de combate, fue derribado por cazas turcos aparentemente sobre territorio de Siria. También corrió la versión de que la nave fue atacada con un misil tierra-aire desde una posición siria. Según parece los pilotos del avión derribado saltaron en paracaídas de su aparato. En este escenario en que el mundo parece ser menos seguro y con la amenaza de más actos terroristas en cualquier parte del planeta –sobre todo en los países del primer mundo aunque los emergentes también han sufrido el embate de los fanáticos de DAESH–, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó, el viernes 20 de noviembre, una resolución francesa en relación a la lucha contra el terrorismo.

La iniciativa de París, aprobada unánimemente, equivale a “una declaración de guerra” de la ONU a DAESH, ya que reconoce su naturaleza excepcional  como amenaza, por lo que reclama adoptar todas las medidas que sean necesarias para erradicar la posición de los terroristas en Irak y Siria. Tras la votación del Consejo de Seguridad, François Delattre, el embajador de Francia ante la ONU, manifestó: “Al adoptar esta resolución, el CdeS se moviliza de forma unánime para atender sus responsabilidades. La resolución que adoptamos reconoce la naturaleza excepcional de la amenaza de DAESH”.

Así, el CdeS hace un llamamiento a todos los Estados miembros de la ONU para “tomar las medidas que sean necesarias para erradicar la posición de DAESH en Siria e Irak y combatir su ideología radical”.

Por su parte, el presidente de EUA, Barack Obama, durante  la reunión  de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), en Kuala Lumpur, capital de Malasia, el domingo 22 hizo una declaración inusual, muy fuerte,  ante los representantes de China, Australia, Corea del Sur, Japón, India: “Destruir a ISIS no es solo un objetivo realista, vamos a hacer que se cumpla…Les destruiremos. Recuperaremos las tierras en las que se encuentran actualmente, les quitaremos su financiación, perseguiremos a sus líderes, desmantelaremos sus redes, sus líneas de suministro y les destruiremos…Nosotros no sucumbimos al miedo…No pueden dar un revés mortal contra Estados Unidos o contra Francia…no aceptaremos la idea de que los atentados contra restaurantes, teatros y hoteles sea la nueva normalidad…Luchamos y los derrotamos. No cambiamos nuestras instituciones, nuestras culturas o nuestros valores por ellos…La herramienta más potente que tenemos para combatir a ISIS es decir que no estamos asustados (sic), ya que solo son un puñado de asesinos con buenas redes sociales…(En relación  con el derribo del avión de pasajeros ruso en octubre, Obama agregó: “el presidente Vladimir Putin, tiene que ir detrás de las personas que mataron a ciudadanos rusos). Por último, el mandatario estadounidense afirmó que los líderes políticos y religiosos deben trabajar para detener los problemas de fondo de la “ideología viciosa” de DAESH y otros grupos extremistas que solo “atrae a una ínfima fracción” de los musulmanes. Y puntualizó: “Somos más fuerte, representamos el 99% de la Humanidad, por eso vamos a ganar”. No vaya a ser que el primer afroamericano en vivir en la Casa Blanca se “coma sus palabras”.

El embate terrorista de DAESH no solo impacta al mundo por sus sangrientos actos criminales, sino por el miedo que ha provocado en ciudades como Bruselas, capital de Bélgica, pero también, la capital de la Unión Europea, que el fin de semana pasado prácticamente se paralizó durante cuatro días, bajo máxima alerta ante el riesgo de atentado “concreto e inminente”. Quizás esto es debido a que el gobierno belga decidió suspender muchas actividades porque en el barrio de Molenbeek (en Bruselas), está el centro de Europa donde proporcionalmente más personas se han unido a DAESH para combatir en Siria; de ahí han salido terroristas a España y Francia para tomar parte en mortíferos golpes terroristas como el que efectuaron contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo, donde asesinaron a 12 periodistas. El miedo es evidente: las autoridades belgas temen una réplica de los ataques de París, el peligro “es serio e inminente”, dijeron.

Las crónicas periodÍsticas ilustraban: “Las autoridades cerraron el metro y redujeron a la mínima expresión el transporte público, recomendaron el cierre de centros comerciales y la cancelación de eventos deportivos y culturales. Y aconsejaron a los bruselenses que evitaran las aglomeraciones por su propia seguridad”. A la cadena de muertos en la Ciudad Luz, la escalada de temor impactó de lleno en Bruselas: “Militares patrullando las calles. El centro semidesierto, el metro sellado. Y una sensación de ciudad sonámbula, temerosa, pávida: museos, teatros, cines y comercios cerrados a cal y canto, conciertos suspendidos, fin de semana sin deporte profesional y una procesión de hombres armados a las puertas de los hoteles, en las iglesias, hasta en restaurantes de comida rápida. No es una estampa costumbrista de una ciudad  de Oriente Próximo en pleno conflicto: la capital de Europa y sede de la OTAN, Bruselas amaneció este sábado (21 de noviembre) en máxima alerta por el “riesgo inminente” de ataques terroristas. El primer ministro belga, Charles Michel, alertó del riesgo de un atentado similar al de París por parte de “diversas personas, con armas y explosivos, quizás en diferentes lugares a la vez”. De tal suerte, el terrorismo logró su principal objetivo: infundir miedo en la población y en las autoridades.

Claudi Pérez, corresponsal de El País en Bruselas, dice en un reportaje: “La tensión aumenta en el pequeño país centroeuropeo, que alberga a unos 600,000 musulmanes, un 6% de la población total (uno de los porcentajes más elevados de Europa, sólo por detrás de Francia). En algunas zonas, esa proporción supera el 20%. La presión internacional ha subido enteros ante las conexiones con los ataques de París, que se repiten sistemáticamente cada vez que hay actos terroristas en el continente. Algunos medios internacionales han llegado a acusar a Bélgica de “Estado fallido”, a la vista de los flagrantes errores de seguridad, que han llevado al Gobierno a probar medidas de urgencia”. De hecho, Bélgica ya estuvo en máximo nivel de alerta en mayo de 2014, tras un atentado al museo judío, a finales de 2007. Ahora, el estado de emergencia podría alargarse. Todo de acuerdo a las circunstancias.

Mientras Europa y otras partes del mundo están a la expectativa de mayores actos terroristas, las bombas de los “aliados” —Francia, Estados Unidos de América, Rusia, alianza que no  se veía desde la Segunda Guerra Mundial– continúan cayendo sobre el califato, en territorio sirio e iraquí. Bombardeo que ya no causa sorpresa. Los yihadistas de DAESH y los civiles que viven en las zonas que controlan sobreviven bajo esta lluvia mortífera desde que la organización revivió el califato el 29 de junio de 2014. Catorce años después de que George Bush lanzó la guerra contra el terrorismo islámico tras los atentados de Al Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York, donde se inició el enfrentamiento entre esos grupos y los gobiernos de Occidente, la situación poco ha cambiado, solo que Rusia forma parte ahora de la alianza francoestadounidense aunque ninguno de los tres se atreve a anunciar que aparte de los bombardeos enviarán tropas de tierra.

Es sabido que los bombardeos debilitan al enemigo, pero no lo terminan. El componente militar no podrá, por si mismo, terminar con  el yihadismo de ISIS. Es necesario, además, otras importantes medidas diplomáticas, políticas, económicas y sociales. Podría darse una victoria militar, pero eso sería solo una parte de la estrategia muchísimo más compleja para lo que se necesita la coordinación absoluta del conjunto de la comunidad internacional y de la opinión pública. Algo nada fácil de conseguir.  Reconstruir la sociedad civil de Irak y Siria será una tarea ciclópea, que necesitará varios décadas. Los bandos enfrentados no son fáciles de manejar. Nadie quiere ceder ni un ápice.

El terrorismo rampante desde 2001 reforzará la tendencia registrada; un “primer” mundo menos seguro de sí mismo, que cristalizó en el aumento de leyes y medidas antiterroristas, a menudo criticadas por su conflicto con las libertades y derechos humanos. Al paso de los días, DAESH continuará con su propósito y su obsesión por las simbologías: el apocalipsis y el fin del mundo. A semejanza del cristianismo, en el Islam también existe la creencia del juicio universal. Francisco de Andrés, periodista experto en el Oriente Medio, explica: “También para algunos suníes al final de los tiempos vendrá un Mesías enviado por Dios (pero no es Cristo) para poner la justicia en el mundo: la misión de los yihadistas es ayudarle antes”.

Tétrico panorama que nadie puede  saber en qué terminará. Por esto, el imán de la mezquita de Córdoba, España, Pedro Abad, refirió: “Desde la Primavera Arabe, políticamente, ya estamos en la III Guerra Mundial”, pero también aclaró: “La mayoría de los pueblos musulmanes se han declarado en contra de Daesh”. Un crucigrama muy difícil de resolver. Mientras, es seguro que muchas víctimas escucharán el ahora fatídico grito: “Allahu Akbar” (“Dios es grande”). ¡Ojalá! no. VALE.