Frente al terror y el caos
Ojo por ojo y el mundo
terminará ciego.
Gandhi
Titulares de diarios y programas de noticias en todo el mundo transmitían la información de los atentados más grandes en la historia de Francia, lo sucedido en París dio la vuelta en cuestión de minutos. Días antes había sido un avión ruso el afectado. Derivado de mi función como miembro del Consejo Directivo de la Organización Mundial de Parlamentarios Contra la Corrupción participé en Rusia en la conferencia mundial de países parte de la Convención Anticorrupción de la ONU, y justo el día que llegué a la ciudad de Moscú, donde haría conexión a San Petersburgo, me encontré con la noticia de que un avión ruso de Aeroflot había estallado en el aire con cientos de personas que murieron y que existía la sospecha de un atentado, hecho que ahora ha sido confirmado por el presidente Vladimir Putin.
Aprovechando el viaje a Rusia y derivado de algunas responsabilidades académicas estuve unos días en París, donde los días transcurrieron como cualquiera otros, mucha gente en las calles, los cafés y restaurantes a reventar, charlas plácidas y ánimo en el rostro de los ciudadanos franceses y turistas de todo el orbe; dejé la Ciudad Luz sólo unas horas antes de los atentados, fue en la ciudad de México donde con gran sorpresa me enteré de los graves hechos que arrebataron la vida a muchas personas e inyectaban un horrible temor no sólo a los franceses sino a todos en el mundo.
Amenazas de bomba en la Universidad de Harvard y otros actos terroristas en otras partes del mundo se sucedieron después de París: después vinieron las amenazas de los terroristas de que atacarían Washington, Roma y Londres.
Vivimos hechos gravísimos en cuestión de días, en lo personal sólo unas cuantas horas fueron las que a mi esposa y a mí nos separaron de haber estado cerca de esa barbarie. Un fuerte sentimiento de indignación surgió, y de ahí la reflexión de que ninguno de los habitantes del mundo estamos exentos de que nos pueda suceder algo similar y no sólo cuando estamos fuera de nuestras ciudades o naciones, sino incluso dentro de ellas.
El flagelo del terrorismo no respeta a nadie, arranca la vida de personas inocentes, desune familias y marca a países enteros, pero su principal pretensión es generar terror y caos, miedo que paralice y le permita actuar cada vez con mayor fuerza.
No es la primera vez que suceden tan lamentables actos; Atocha en Madrid, las Torres Gemelas de Nueva York y tantos otros que todos hemos conocido. Sin duda se trata de fanáticos que llevan al extremo sus ideas y visiones del mundo y que tratan de imponer en el orbe, pero por otro lado y pocos lo comentan se trata de una gran deshumanización y pérdida de valores fundamentales en la sociedad, mientras cada quien se preocupe sólo por su entorno y espacio, lo mismo personas que naciones estaremos más expuestos. Hoy tenemos nuevamente que hablar de humanizar el mundo.
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