Se trata de criticar al gobierno peñista
La conciencia es, a la vez,
testigo, fiscal y juez.
Anónimo
José Fonseca
Arrecia día con día la campaña desde los partidos, diversas organizaciones no gubernamentales y sus aliados mediáticos para subrayar la gravedad del problema creado por la corrupción.
Es un tema válido, porque la corrupción es una realidad, pero también es una narrativa con claros objetivos políticos. Afirmamos que los objetivos de esa pertinaz crítica son políticos porque simplemente se empeñan en dar diagnósticos y a lanzar invectivas contra las autoridades que, según dicen, al tolerarla fomentan la corrupción.
Le apuestan a la desmemoria. Hace pocos meses que fue aprobado por las dos Cámaras del Congreso un sistema anticorrupción con el propósito de endurecer las reglas actuales y crea nuevas instituciones destinadas a combatir el problema.
Todas estas medidas exigen cambios legales y acuerdos legislativos para las nuevas instituciones. Hasta ahora nada se ha movido en el Congreso.
Por eso nos parece que las ONG, los partidos y sus aliados mediáticos tienen objetivos políticos, para ser claros, se trata de criticar al gobierno peñista.
Si no fuera así, las mismas energías gastadas en denuncias, declaraciones, foros, conferencias de prensa y diagnósticos, bien podrían ser empleados en presionar en las comisiones del Congreso para apurarles a aprobar los cambios necesarios para que sea una realidad el sistema anticorrupción.
Apenas esta semana el presidente de la mesa directiva del Senado, el panista Roberto Gil, dio a conocer la agenda legislativa para el resto de 2015. Explicó que las leyes correspondientes al sistema anticorrupción serán analizadas y, claro, discutidas, hasta el próximo periodo de sesiones, que empieza en febrero de 2016.
No hubo reacciones de las agrupaciones cuya finalidad es presuntamente conseguir que se combata eficazmente la corrupción, ninguna reclamación a senadores y diputados por posponer la discusión de los temas que políticos, académicos y ONG dicen que son la causa de sus desvelos.
Simplemente se confirma que el objetivo de la persistente campaña mediática es mantener vivo el tema de la corrupción, para explotarlo durante las campañas electorales de 2016, en las cuales serán elegidos los gobernadores de doce estados de la república.
Es una estrategia política válida; pero muestra la mala memoria de los escandalizados apóstoles anticorrupción, y su hipocresía. Allá ellos y su conciencia, o más coloquialmente, allá ellos y su mala cabeza.
jfonseca@cafepolitico.com