Alternativa para el nuevo aeropuerto
Un hombre prudente no pone todos
sus huevos en una misma cesta.
Miguel de Cervantes Saavedra
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
La visión de estadista de Venustiano Carranza le permitió reconocer la importancia de la aviación en el desarrollo soberano de México, y por ese motivo, además de haber generado las condiciones jurídicas para crear la Fuerza Aérea como un arma del Ejército Constitucionalista (precisamente el 15 de noviembre de hace cien años, en los campos de Balbuena), decretó la construcción de los Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas y la creación de la Escuela Nacional de Aviación.
A través de las inconfesadas “Minutas de Bucareli de 1923”, presiones estadunidenses obligaron al gobierno mexicano a menguar su soberanía tecnológica y a impulsar su dependencia en el ramo a favor del vecino del norte.
En 1927, con la fundación de la Compañía Mexicana de Aviación, su flota aprovechó las instalaciones del aeródromo de Balbuena, permitiendo el uso y convivencia de la infraestructura generada por los Talleres y la de la Escuela Nacional, dando así origen al primer aeropuerto de la ciudad, el cual, al paso de los años y dada su importancia como destino de la aviación comercial del mundo, ha venido adecuando el espacio en donde se ha desarrollado.
Nadie pone en duda que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México Benito Juárez está al punto de la saturación operativa, muy a pesar de que hace tan sólo 9 años se ampliaran sus instalaciones con la Terminal 2, en la cual continúan los procesos de expansión ante la demanda requerida por las operaciones de la aeronáutica nacional e internacional.
Tanto el gobierno foxista como el peñanietista se han encaprichado en buscar como única solución la construcción de un nuevo aeropuerto sobre el desecado lecho del Lago de Texcoco, proyecto que implica no sólo el cierre del Aeropuerto Benito Juárez de la ciudad sino las instalaciones de la Base Militar núm. 1 en Santa Lucía, Estado de México.
La pérdida de los cuantiosos recursos públicos invertidos en sendas instalaciones y los riesgos constructivos que deberán superarse en un nuevo aeropuerto han llevado a un grupo de expertos en construcción y en aeronáutica, convocados por Andrés Manuel López Obrador, a presentar una alternativa real a la necesidad de expansión requerida por las operaciones aéreas de nuestra ciudad.
El proyecto, presentado por los ingenieros Samaniego y Rioboo, representa un ahorro de más de 50% del costo inicial previsto por el plan presidencial, menor tiempo de ejecución, mayores seguridades técnicas, la permanencia de operación del aeropuerto Benito Juárez para vuelos nacionales y la convivencia de la Base Militar y las operaciones internacionales en Santa Lucía.
Parafraseando al genial Cervantes, cabe reconocer que la prudencia gubernamental obliga a analizar este proyecto, pues representa la oportunidad de apostar a dos “cestas” en lugar de optar por la riesgosa decisión de colocar todos los huevos en una sola opción aeroportuaria.
