Lleno total en el Auditorio Alejo Peralta del Instituto Politécnico Nacional con motivo de la representación, dirigida por José Solé, de la obra más célebre de Rafael Solana, aunque tiene otras excelentes, Debiera haber obispas. El personaje protagónico, el de Matea, fue escrito para una eximia María Tereza (sic con zeta) Montoya, quien la estrenó. Otras Mateas no menos eximias han sido Gloria Marín, Anita Blanch y Silvia Pinal. En esta representación le correspondió el papel estelar a la actriz de moda Cynthia Klitbo (resic como decía Monsi). Muy aplaudidos otros actores como Carlos Ignacio, Jorge Fink y la veterana Virginia Gutiérrez. El escenario, como comentó en voz baja entre el público el actor Felio Eliel, es más extenso que el de Bellas Artes, porque en realidad está destinado a albergar a la sinfónica del IPN.
La obra se basa en un enredo muy ingenioso, un sacerdote pierde la razón y se supone que en medio de su locura dejó escuchar, a Matea, su ama de llaves, los pecados del pueblo. La realidad es que los propios vecinos, asustados, comienzan a contarle todo a Matea suponiendo que ella conoce sus secretos y esta mujer, antes vista con desprecio, se vuelve muy poderosa. La obra se escribió en 1954, en el contexto del voto a la mujer, concedido en México en 1953 y ejercido por primera vez en 1955. En la obra original, el partido en el poder le ofrece ser diputada, pero ella prefiere permanecer como ama de llaves, esta vez bajo las órdenes del obispo, aunque el mismo clérigo exclame (o reclame) que debiera ser obispa. Solé prefirió cortar la obra cuando Matea todavía no se decide dándole así un final menos tradicional a la obra. Reitero: No cambió el final escrito por Rafael Solana, sólo la cortó unos minutos antes.
Una mesa redonda en su honor
El auditorio del Poli estaba completamente lleno en el preestreno y lo estuvo igual en la función, el martes 12, a la que asistió el director del IPN. Ese día, en la mañana, se realizó una mesa redonda en la que participaron el escritor René Avilés Fabila, Praxedis Razo, Carmen Galindo y el mismo José Solé en persona.
René, colaborador de la revista Siempre, se quejó, con razón, de que las autoridades, léase Conaculta, el INBA o la misma SEP, poco hicieron por homenajear a Rafael Solana en su centenario, que se cumplió el pasado 7 de agosto. René señaló que mientras sí se prestó atención a Octavio Paz, poco se recordó a Solana, quien, por cierto, es el fundador y primer director de Taller, la revista literaria en la que destacan Paz y Efraín Huerta, invitados a participar en esa publicación por Solana. A ese grupo se le conoce incluso como la Generación de Taller.
Praxedis Razo puso mesa de Arturo Ripstein, quien con el título de La viuda negra, “adaptó”, para el cine, Debiera haber obispas. Praxedis proyectó las escenas claves de la película y, para deleite de la concurrencia, los desnudos y escenas “más fuertes” de Isela Vega. Como se mencionó Pláticas de familia, la obra de Solana que estrenó Elsa Aguirre en el papel de la hermosa madre de Don Juan Tenorio, confesó Solé que fue novio de Elsa, aunque ella lo negaba y cuando tenían ambos unos cinco años. Avilés había mencionado antes una frase de Solana que aparece en un poema y en la obra, y que muestra que Don Rafael era veracruzano. Cito: “el amor dura lo que dura dura”. Solé comentó la generosidad de Solana y dos definiciones perfectas: hombre de letras y de cultura renacentista.
En la ponencia de Avilés y en otras se mencionó El sol de octubre como equiparable a La región más transparente, de Carlos Fuentes, y Casi el paraíso, de Luis Spota. También que dos mitos recorren la obra de Solana, el de Don Juan y el de Fausto, ambos se funden en su novela La casa de la Santísima. Se hizo referencia al recurso de novela-río, caro a Balzac, y que consiste en que unos personajes reaparecen en otras obras, como la Margarita del Sol de octubre muere en Juegos de invierno. Su costumbre de probar una misma trama en dos géneros distintos, como “El director” que es cuento y se convierte en obra teatral en A su imagen y semejanza. En fin, se recordó que personajes reales forman parte de su ficción, como Lupe Marín, María Izquierdo, Josefina Vicens o el mismo Juan Soriano, que tanto apreciaba a Don Rafael, y que aparecen en sus novelas. Wilberto Cantón, también personaje de Solana, no aparece con su nombre real, sino con el casi igual de Wilfrido Cantoral.
Escucharon atentos, cientos de alumnos del Politécnico reunidos en el Auditorio Manuel Moreno Torres. José Solé que tiene que usar micrófono en la garganta por una traqueotomía, los hizo reír cuando afirmó que su esposa acuñó esta paradoja: “ahora que no puedes hablar, hablas más que todos”. Como se sabe, Solana fue aficionado a los toros e incluso toreó y alternó nada menos que con Cantinflas. Solé relató que una vez que estaba en los toriles, saltó un toro y Rafael Solana, entonces joven comenzó a correr y pronto fue animado por el público. Después, el escritor comentó que no huía del toro, sino lo perseguía. Moderó la mesa Mónica Torres y el organizador fue René Avilés Fabila, quien sugirió al IPN el nombre de Solé para la puesta en escena.
Reunión cordial de amigos de Solana, que Don Rafael hubiera disfrutado.
