Enrique Luis Graue, nuevo rector de la UNAM

Carlos A. Flores

Enrique Luis Graue Wiechers fue electo por la Junta de Gobierno como nuevo rector de la máxima casa de estudios. Es el décimo egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM a quien toca encabezar la más importante universidad mexicana.

Extraña, al término de este proceso sucesorio, que la Junta de Gobierno no haya designado a una de las dos mujeres que ella misma admitió a la etapa final de sus deliberaciones. Me refiero a las doctoras Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias, y Suemi Rodríguez Romo, exdirectora de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán.

Habría sido una excelente oportunidad para que la UNAM —al igual que otras instituciones de educación superior en nuestro país como El Colegio de México—, se concediera la oportunidad de ser dirigida por una académica. No sólo por el argumento de la equidad de género, sino por los evidentes méritos de las candidatas mencionadas.

Laicidad, tolerancia e inclusión es la triada de valores con la que el flamante rector promete investir la autoridad de su mandato de cuatro años, susceptible de prorrogarse por igual término.

En cambio, los desafíos que el doctor Graue tendrá frente a sí son los que emergen de una sociedad plural, compleja y sedienta de justicia.

Nuevos enfoques relacionados con la docencia y la investigación, la actualización de planes y programas de estudios, rejuvenecer a la planta docente, la modernización de la enseñanza mediante el empleo de las tecnologías de la información y, especialmente, brindar herramientas críticas a los alumnos, son algunos de las metas que ha esbozado en su plan de trabajo el sucesor del rector José Narro.

Asimismo, es insoslayable el papel político que jugará el rector Graue al inicio de su mandato. La pobreza, la falta de oportunidades y el clima de violencia que asuela a nuestro país son ingredientes de un campo minado frente al cual la UNAM ha de replantearse el significado de la autonomía.

En un mundo globalizado, la universidad es un jugador clave que debe brindar soluciones a los problemas de la sociedad.

Si se lee el mandato de la Junta de Gobierno, se debe asumir una postura ortodoxa, equilibrada e institucional. Sin favorecer liderazgos mesiánicos, ni participar del oficialismo impositivo, será necesario velar por la libertad y autonomía de la institución.

La educación de la juventud y el pulimento de la sólida planta de investigadores con la que cuenta son parte de las fortalezas que la UNAM debe acrecentar en el mandato del rector Graue.

La política universitaria debe ser estimular la libertad de la juventud —una libertad plena de sabiduría, visión por el futuro y esperanza por México— pero, además, asumirse como voz ética a la que se apela con respeto en medio de las más oscuras dificultades.

@CarlosAFlores