Hay que quedar bien con el imperio
Humberto Musacchio
Ha corrido un caudaloso río de tinta por los sucesos de París. El mundo condena inequívocamente el terrorismo, la matanza de inocentes en nombre de un dios, de los mil diablos o de su madre. La reprobación es general y qué bueno que así sea.
Debería ser igualmente generalizada la condena al terrorismo de las potencias. Ése que bombardea poblaciones civiles en Afganistán o en Irak, que acaba con las ciudades palestinas o sabotea la vida de los pueblos en nombre de esos dioses llamados democracia, petróleo, territorios, dominación o poder.
Las potencias son especialistas en imponer el terror a los pueblos y esconderse tras la cortina de papel periódico de los grandes medios de comunicación que minimizan, disimulan, ocultan y mienten en torno a lo que se determina desde la Casa Blanca, el Elíseo o cualquier otro centro de decisión de los países más poderosos.
La condena al terrorismo, a la matanza de inocentes, debe ser pareja y universal. Sólo manteniendo una respetable distancia se tiene autoridad moral. El Estado mexicano tenía esa convicción y obraba en consecuencia, de ahí que en política exterior sostuviera el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la no intervención. Pero eso se acabó.
En este desgraciado sexenio, con una total falta de respeto por nuestras fuerzas armadas, ya se enchufó a México en la política militarista que encabeza Estados Unidos, en este caso bajo la túnica de presuntas fuerzas de paz. Ahora, con los hechos de Francia, parece que el gobierno actual, el de México, está decidido a meterse más en el lodazal de conflictos que no son nuestros.
El señor Renato Sales Heredia declaró, tras las amenazas del Estado Islámico contra varios países, que México redobló la vigilancia de las embajadas, lo que está muy bien, pues si algo les ocurriera sería responsabilidad de las autoridades nacionales. Lo que no se explica es que haya dispuesto una vigilancia especial de las fronteras, aeropuertos y otros sitios estratégicos, pues hasta donde sabemos, la guerra del Estado Islámico no es contra nosotros, que nada le hemos hecho.
Otro anuncio preocupante se refiere a que el gobierno mexicano destacó mil 400 elementos civiles y militares para detectar armamento, explosivos y toda sustancia peligrosa, lo que uno supone que debe hacerse de manera permanente, y no sólo ahora que hay actos terroristas en París y bombardeos terroristas franceses sobre el Cercano Oriente.
Se habla también de cerrar las fronteras al paso de centroamericanos y cubanos, pues súbitamente se descubrió que entre ellos pueden venir terroristas disfrazados de braceros. Suena ridículo, pero es trágico, porque de esta manera se autoriza a las autoridades migratorias para cometer más abusos y más exacciones, para seguir violando a las pobres migrantes que caen en sus garras y para cometer toda clase de atropellos en nombre de una seguridad mal entendida y peor practicada. Pero así es esto de quedar bien con el imperio cuando se ignora la dignidad nacional.